Revista América Latina

Campos de concentración en México

Publicado el 31 agosto 2010 por Gmobuelna

 

Campos de concentración en México

Lo que no ha podido frenar el muro de la discordia en la frontera, al menos de indocumentados de centro y Sudamérica, es muy probable que bandas criminales de mexicanos lo hagan. La muerte de 72 migrantes en un rancho de Tamaulipas durante la semana pasada ha dirigido los reflectores a este denigrante asunto: en nuestro país se están dando casos como si fueran una recreación de los campos de exterminios nazis de la segunda guerra mundial. Seguramente esto frenará la inmigración ilegal en los países al sur de México.

En el número más reciente de la revista Proceso se lee: “De septiembre del 2008 a febrero del 2009, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos registró ciento noventa y ocho casos que incluyen nueve mil setecientos cincuenta y ocho secuestros. La cifra podría llegar a veinte mil al año. A los migrantes los explotan las bandas de los Zetas, los Maras, los polleros. Cierran el cerco los policías municipales, los estatales, los patrulleros y un avispero de malhechores protegidos por placas y disfrazados con las ropas y los modos del poder.

Las casas de seguridad son tugurios, y la comida, tortillas frijoles y arroz una vez al día, si acaso, es pestilente. Nadie podría decir cuántas mujeres son lanzadas a la sodomía, vendidas a quien pague por ellas“.

Es imposible que todo esto suceda sin el cobijo de empleados públicos y civiles, llámese policías, maquinistas de trenes, ministerios públicos, transportistas, etc, etc.

Quien lo iba a pensar, que las bandas de criminales mexicanos serían el mejor aliado del departamento de inmigración estadounidense. De nueva cuenta se repite la historia negativa para nosotros: En el caso de las drogas, por evitar que el tráfico por México envenene a estadounidenses, tenemos al país en guerra, y en el caso del cierre de la frontera de USA, todo el migrante centroamericano y de más allá está siendo víctima en nuestro país de ratas inmundas, a los que no podemos llamar ni ciudadanos ni personas. Mientras en Estados Unidos viven con una doble moral, se drogan gustosos de la vida, nos pagan con armas de regreso para que haya más violencia acá y explotan a los indocumentados que logran brincar el muro e internarse.


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