Francisco Camps, el presidente valenciano, parece poseer gran carisma: acosado por los medios informativos prosocialistas, el PSOE y el nacionalismo catalanista, ganó las últimas elecciones autonómicas con una apabullante mayoría absoluta.
Camps (49) ya está procesado por el Tribunal Superior de Justicia valenciano acusado de “cohecho impropio” por aceptar como regalos de la trama Gürtel doce trajes, cuatro americanas, cinco pares de zapatos y cuatro corbatas por un valor de 14.021,50 euros.
Este hombre alto, ya casi calvo, y al que le caen bien esos trajes, gobierna 5,2 millones de valencianos con sonrisas, populismo, paternalismo y espiritualidad. Se nota que estudió con los jesuitas.
En su favor cuenta con el revanchismo valencianista contra la traición zapateril que canceló el ansiado trasvase del Ebro, tras las elecciones generales de 2004, para pactar con los independentistas catalanes de ERC.
Así se explica que, a pesar del Gürtel, en las autonómicas como en esta última de 2011 Camps casi duplicara al PSOE en esa región que según la tradición republicana era de izquierdas.
La Instrucción judicial dice que mintió al afirmar que había pagado los trajes. Falsedad por la que debería dimitir, aunque no favoreciera a la trama corrupta y sólo deba abonar una multa por “cohecho impropio”.
Una depuración necesaria para el PP, siempre bajo sospecha. Pero recordando también que el PSOE está implicado en más casos de corrupción que los populares: según los últimos datos de la Fiscalía General del Estado, del prosocialista Conde Pumpido, el PP tenía 200 causas abiertas por 264 del PSOE.
La corrupción en España es un problema más general: muchos de los periodistas que más la denuncian reciben en sus cuentas corrientes y despachos, por ejemplo en Navidades, sustanciosos presentes de organizaciones a las que protegen silenciando sus abusos e ilegalidades.
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