Construida en el siglo XIV, pero reformada durante el siglo XVIII, Can Clota es un gran caserón propiedad de los descendientes del barón de Vilagayà, de planta cuadrada y dos pisos con tejado a cuatro aguas, que destaca por su torreón de estilo renacentista rematado por una galería de ventanales que en el pasado estuvo cubierta. Rodeada de un espacio ajardinado que la aísla sorprendentemente del furioso tráfico que la envuelve ( ver La cámara anecoica de Orfield, el lugar más silencioso del mundo), Can Clota dispone de una pequeña balsa que, a modo de estanque, está rodeado con un claustro de arcadas de medio punto. Un extraordinario conjunto paisajístico y monumental que convierte a esta masía en una auténtica burbuja de otro tiempo en medio de la locura de este importante nudo viario.
Revista Historia
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