Revista Viajes

Canadá 2016, día 10: dawson city – whitehorse

Por Trotaburgos @trotaburgos

Apoyar el brazo izquierdo sobre el reposabrazos delantero en un vehículo de cambio automático, poner la D y conducir a una sola mano mientras una emisora local canadiense va pinchando música country, esto es el Yukón en estado puro. Qué sensación la de llevar la ventanilla bajada y poder ver como transcurren los kilómetros mientras la imaginación te lleva, por momentos, a diferentes sitios.

Durante el camino ha habido momentos de auténtico lujo. No podemos quejarnos de cómo hemos comenzado nuestro viaje porque nos hemos cruzado con un zorro, un castor y un oso negro. El paisaje, si bien es cierto que hay momentos en los que resulta algo monótono, no lo es menos que resulta cómodo de conducir; y circular por estas extensiones cruzando inmensos bosques no se convierte en una tarea excesivamente dura porque no hay mucho tráfico y el firme está bien. Por último añadimos a todo lo anterior algo de gastronomía que anime el paladar, qué más podemos pedir a un día como el de hoy.

Hemos salido pronto de Dawson City porque la distancia hasta Whitehorse son 550 kilómetros y no nos apetecía llegar muy tarde. La carretera no tiene mucho misterio, ya que, como decíamos antes, es más disfrutar de la naturaleza que vamos viendo que hacer turismo en los pueblos que nos vamos encontrando. Lo que recorremos hoy es una de las rutas históricas y de referencia entre dos localidades que se vieron favorecidas por el momento de fervor que se dio desde mediados del s.XIX por el fenómeno del oro.

Acompañamos al Yukón en su viaje, uno de los grandes ríos y quizá más famoso de esta zona precisamente por eso, porque en sus inmediaciones se halló oro. Es imposible hacerse a la idea de miles de personas viniendo a una zona de la tierra donde la climatología es tan adversa y las condiciones de vida tenían que ser durísimas. Esta locura colectiva duró simplemente tres años, a partir de ese momento la población fue desapareciendo y la capital que entonces estaba en Dawson City pasó a ser Whitehorse.

El primer punto de referencia que nos encontramos es el Moose Creek Lodge, un lugar curioso a pie de carretera. Se trata de una cabaña de troncos con las cubiertas del tejado en rojo. En la guía nos indica ser un lugar de referencia en el Yukón y prácticamente una parada obligatoria.

El interior también tiene mucho encanto, es un edificio de techos bajos, cargado de recuerdos colocados entre las estanterías del merchandising y los dulces que ponen a la venta. Pedimos un desayuno que lleva el nombre del local y consiste en: huevos, bacon, patatas y café. Lo pedimos para compartir ya que se trata de un desayuno muy contundente. No contentos con esta degustación, muy recomendable, elegimos de postre un bizcocho que están cortando y presentando en ese momento, recién hecho. Es bizcocho de zanahoria y está muy bueno.

Después de un tentempié tan bueno, en un sitio que recomendaríamos parar a cualquiera que pase por aquí, seguimos nuestro viaje hasta Carmacks donde repostamos carburante otra vez. Ya que tienen tienda aprovechamos para hacer la compra del día.

De nuevo en carretera seguimos disfrutando del entorno y de algo que nos ha llamado la atención días atrás y que hoy destaca de nuevo. A los lados de la carretera y paralelas a ella crecen unas plantas con una flor morada que la adornan con un encanto muy especial. Hemos podido comprobar que no somos los únicos a los que llama la atención.

Otro de los puntos de parada del día es el Five Fingers Rapids. Se trata de unos rápidos que tiene el río Yukón y que hacía complicado el viaje para los barcos que remontaban el río entre Dawson y Whitehorse.

Aprovechando esta parte del recorrido histórico, paramos a comer en Montague. Es un área de descanso que han hecho coincidir con un lugar declarado lugar histórico. Están rehabilitando unos edificios que corresponden con las paradas de correo y aprovisionamiento que existían en la antigua ruta terrestre entre las dos ciudades que hemos comentando. Hay otras como Kynocks, Little River, Thakini, etc.

A medida que nos vamos acercando a Whitehorse el paisaje cambia para mostrarnos de nuevo una zona de lagos. Son grandes, al menos con los que podemos comparar en España y tienen un color azul muy intenso con unos tonos blancos en el fondo que llama la atención. El color blanco, al parecer y según leemos en la guía se lo da la sal. Sin ser salados si tienen una cantidad importante y algún depósito que provocan estas marcas y tonos en el agua de los lagos.

El resto de la ruta simplemente ha sido disfrutar, disfrutar de un paisaje amable sin grandes montañas que llamaran la atención, pero con la curiosidad de estar atravesando continuamente un bosque muy grande. Nuestra sensación ha sido que esta carretera es como un gran cortafuegos en un mar de árboles. Esa monotonía la rompe de vez en cuando un grupo reducido de casas que forman un pueblo. La carretera está en buenas condiciones y todas las áreas de descanso están equipadas con baños químicos.

WHITEHORSE:

Al llegar a Whitehorse vamos directamente al camping en el que teníamos pensado quedarnos. Es el Robert Service Campground. Está fuera del pueblo a unos dos kilómetros del centro urbano lo que le hace estar muy bien ubicado. No tenemos problema de sitio así que alquilamos parcela para poner la tienda, son 20$. Las instalaciones están bien y las parcelas muy bien cuidadas. Aquí cobran internet 6$ 5 horas o 10$ día completo y la ducha aparte 1$.

Tras la merecida ducha nos vamos a recorrer el centro de la ciudad y tratar de ver alguno de los puntos turísticos que ofrece la ciudad. Whitehorse es una ciudad enorme para lo que llevamos visto en el Yukón, cuenta con unos 20.000 habitantes. Es su capital y eso tiene la ventaja de que ofrece todo tipo de servicios, desde bancos a gasolineras.

El primer punto al que nos acercamos es, como siempre que llegamos a un sitio nuevo, el punto de información de visitantes. El centro es grande, ofrece todo de información de la zona y de lo que se puede hacer desde aquí. Ofrecen conexión internet gratuito y tienen una zona de aparcamiento libre durante dos horas. No sabemos quien controla el tiempo que estás aparcado, pero lo importante, es que es un buen punto de referencia porque desde aquí casi todo es muy accesible.

Lo primero que visitamos en la capital del Yukón es el SS Klondike. Es un barco fluvial de palas que está en dique seco y tras su restauración es visitable. Ahora se halla en una nueva fase, así que a futuro será un auténtico privilegio poder ver los salones del piso superior y otras zonas que nosotros no pudimos visitar por encontrarse en fase de restauración. Llama mucho la atención y uno se hace idea, incluida la sorpresa, de ver cómo estaban organizados estos barcos en su interior, además de poder observar la cantidad de cosas que trasladaban. Cuesta imaginar a este tipo de barcos remontando el curso del río Yukón con la fuerza que éste trae.

Después volvemos a quedar con la familia con la que habíamos coincidió en Prince Rupert, durante nuestro viaje por el Inside Passage. Tras un rato de charla decidimos ir al pueblo, dar un paseo y cenar por allí. Lo hacemos el restaurante japonés situado en la Main Street. Hemos cenado muy bien y la relación calidad precio ha sido buena. Por supuesto la compañía y el momento han hecho de ese rato un momento mágico. Da gusto compartir con personas como ellos experiencias de viajes y charlar un poco de todo. Es maravilloso ver la humildad de personas que han viajado tanto y no alardean de ello. Es un privilegio escucharles y aprender cosas de un tema que nos apasiona, viajar.


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