Con la tristeza de saber que nos despedimos definitivamente de las Rocosas salimos de Kamloops hacia Vancouver. Cambiamos el trayecto más lógico, el más rápido, por el que recorre el Cañón del Fraser. Esta parte es la que dejamos de visitar y la cambiamos al inicio del viaje, por conocer la zona de Whistler. Seguimos la Nacional 1 en dirección a Cache Creek. La temperatura y el paisaje suponen un cambio drástico sobre lo que estábamos acostumbrados en días anteriores. Al poco de salir de nuestro punto de alojamiento alcanzamos el Kamloops Lake, en realidad podría cambiarse el nombre de "lake" por el de "sea" porque de nuevo el tamaño del lago es gigantesco, nos llama mucho la atención.
El resto del itinerario hasta Cache Creek no tiene grandes atractivos, salvo como decíamos antes, que el paisaje es más árido y propio del oeste americano.
En Cache Creek empieza la carretera que nos da acceso al Cañón del Fraser. Éste es otro de los reclamos que tiene esta zona y que recomendamos tomarlo con más tiempo. Esta región de Canadá también tuvo su particular Fiebre del Oro. Fue en 1858 cuando en la confluencia con el río Thomson encontraron oro. A partir de aquí se desató la locura y supuso la afluencia de buscadores chinos, americanos y de diferentes países europeos. Como en el resto de momentos de exaltación provocados por la búsqueda del metal preciado, la población fue mermando en favor de otras fiebres que se dieron en la zona de la Columbia Británica o el Yukón.
CAÑÓN DEL FRASER:
El cañón tiene tramos que nos hacen romper el silencio del viaje por las exclamaciones que se dan a medida que la atención se va fijando en el paisaje que tenemos delante. Algunos puntos panorámicos a lo largo de la carretera, como el Hell's Gate o el puente Alexandra, bien merecen una parada. También resulta curioso observar los trenes kilométricos que discurren por las vías paralelas al cañón en tramos que parecen imposibles.
Atravesamos por diferentes pueblos en los que podéis encontrar los servicios básicos de gasolinera, bar o supermercado, como Lytton, Boston Bar, Yale o Hope. Durante nuestro trayecto paramos a tomar un café y estirar las piernas. Como curiosidad encontramos unos paneles a modo de información sobre la historia de la zona.
Finalmente y tras un viaje con algo de tensión por los atascos a la entrada de Vancouver devolvemos el coche sin ningún problema. En el caso de que decidáis alquilar el coche en el aeropuerto, en la zona de acceso aparece indicado con carteles la dirección que debéis seguir para devolverlo, da igual la compañía porque están todas en el mismo garaje. Además no apuréis por devolverlo cargado de gasoil, porque hay una gasolinera justo a la entrada de la zona de devolución y el precio es como lo que hemos visto por el resto del país, así que es fácil.
VANCOUVER:
Regresamos al albergue en el que habíamos estado el primer día, el HI Vancouver Downtown. Cuando compréis el billete de metro recordad que durante 90 minutos lo podéis combinar con cualquier otro transporte, así que nosotros viajamos en el metro y después nos subimos al autobús para evitar el paseo cargados con todo.
Llegados al hostel y después de comer y descansar un poco, salimos con intención de pasear por aquellas zonas de la ciudad que más nos gustaron en nuestro primer día, pero con la tranquilidad de hacerlo sin prisa, buscando otras calles que no habíamos recorrido.
Visitamos la oficina de turismo para coger información sobre los actos que tendrán lugar mañana en la celebración del Día de Canadá. Vamos hacia el hostel para cenar y organizar el que será nuestro último día en esta gran ciudad y en este viaje.
Despertamos con un día un poco gris, descansados y con ganas de disfrutar de nuestro último día en Canadá y nos ponemos en marcha para conocer otra parte de la ciudad. Hoy, además, como detalle importante se celebra el Canada´s Day, una oportunidad única que no queremos desaprovechar.
Nos acercamos hasta Granville Island y el simple hecho de llegar allí ya es un lujo. Lo hacemos dando un rodeo y recreándonos en un paseo por la playa de English Bay, muy próxima al alojamiento, y viendo como despierta esta ciudad en su día de fiesta.
Para cruzar a la isla lo hacemos por el puente Burrard y desde aquí entramos por la zona del Public Market. Todo está decorado con banderas de Canadá y hay varios puntos de información de las actividades que se van a desarrollar a lo largo del día. Aquí no tardamos en organizar la visita, recorremos el puerto y callejeamos viendo las diferentes actividades programadas para todos los públicos.
A pesar de ser un lugar muy turístico y más en un día de fiesta, el mercado nos encanta y bien merece una visita. Creíamos que en un día como hoy no se podría ni entrar. Los diferentes puestos, sus productos variados, los colores, el ambiente y una vez más, la multiculturalidad hacen del lugar un sitio de visita obligada. También comprobamos que la parte gastronómica no sólo gusta en España, aquí se puede elegir casi cualquier tipo de comida.
Hay muchísimo ambiente. Aprovechamos el festival de Jazz que tiene programado la ciudad y nos quedamos en el concierto que se celebrará hoy aquí. Sentados, tranquilos y muy acompañados nos sentimos privilegiados disfrutando de este momento.
Después de este buen rato y viendo que se acerca la hora de comer, elegimos lo que nos ofrecen los puestos del mercado. Hoy no vemos que los precios estén excesivamente elevados con motivo del día de fiesta y se come por un precio razonable.
Ahora toca volver a Downtown para seguir disfrutando de las diferentes actividades programadas en este día. Para ello cogemos una pequeña embarcación, que recorre haciendo una serie de paradas una parte de False Creek que disfrutamos y mucho por las vistas que ofrece y nos acerca hasta la zona de Yaletown por 3$. Totalmente recomendable. Desde el punto de desembarque recorremos esta zona paseando por Cooper's Park, pasamos por el Estadio BC Place y cogemos la calle Abbott que nos lleva hasta el centro.
Nos acercamos hasta la zona de Waterfront, ahora abarrotada de gente que, como nosotros, quiere disfrutar de todo lo que la ciudad ha preparado para este día especial. Hay varios conciertos al aire libre y también en el interior del Canadá Place. La casualidad hace que paseando escuchemos el concierto de un coro góspel en el auditorio que nos ha encantado. A parte, en el centro hay diferentes exposiciones, otros conciertos y mucho ambiente.
Decidimos volver al hostel para descansar un poco y prepararnos para seguir disfrutando de la tarde-noche del Canada's Day. Tras el descanso necesario después de un día tan ajetreado, nos ponemos en marcha hacia lo que será el desfile oficial del Canada's Day. Ha sido sencillamente impresionante con miles de personas agolpadas en las calles y haciendo un pasillo muy largo sin un solo hueco por el que poder asomarse. Nos ha trasladado a una película, pero en vez de verlo a través de una pantalla, nosotros estábamos allí.
El desfile consiste en descubrir, acoger y ensalzar el país y las comunidades que allí viven y que conviven sin ningún problema. Policía, bomberos, ciudadanos de otros países: China, Siria, Colombia, Alemania, Senegal, etc. Es increíble la sensación que se respira de fiesta y el buen ambiente que se vive, hasta nosotros nos hemos pintado en la cara la bandera de Canadá. El desfile ha durado una hora más o menos y será algo imposible olvidar.
Después de esta experiencia tan especial nos vamos en busca de un restaurante donde poder cenar antes de que comiencen los fuegos artificiales. La pega es que no somos los únicos que tenemos esa idea y en alguno de los sitios que preguntamos o no hay sitio o les queda poca variedad. Finalmente en Water Street encontramos un restaurante que nos da de cenar, el 131 Water Kitchen. Elegimos hamburguesas para esta última cena. La verdad es que la elección ha sido absolutamente acertada porque estaban buenísimas y a un precio normal.
Debido al trabajo que hay y que todos queremos cenar a la misma hora para llegar a tiempo de ver el espectáculo pirotécnico, la cena se retrasa un poco aunque afortunadamente lo hace antes de que llegue el momento de empezar con los fuegos. Aunque hemos llegado en el minuto 90 y nos cuesta encontrar sitio, porque aquí sí que hay miles de personas.
Tras los fuegos llega el momento de dar un último paseo por la parte del Canadá Place y todo lo que lo rodea. Es increíble la cantidad de gente que estamos allí. Sólo queda decir que ha sido un día mágico y una experiencia totalmente recomendable. Nos hemos encontrado como en casa y la cantidad de actividades y sonrisas que acompañan a todos los que nos han acogido se ha convertido en un recuerdo inolvidable .
Con este día termina nuestro viaje y comienzan los nervios de la vuelta a casa. El viaje ha sido una experiencia extraordinaria e inolvidable. Sea con lo que hemos ido explicando y visitando nosotros o con lo que elijáis hacer en este destino, seguro que merece la pena.