Revista Viajes

Canadá 2016, día 3: willians lake – barkerville – vanderhoof

Por Trotaburgos @trotaburgos

Cuando comentábamos que habíamos elegido esta opción de conocer esta parte de Canadá en coche por entender que era una manera más cercana, tranquila, alejada de algunas rutas tradicionales y próxima al paisaje que nos rodea, lo hacíamos por días como el de hoy. La experiencia de recorrer estas zonas en coche es como sentarte frente a un gran televisor de un millón de pulgadas y una realidad virtual que te permite acceder a todo lo que ves e interactuar con todo lo que te rodea, y puedes ver en directo a personas, paisajes, etc. Podíamos haber tenido alguna duda en cuanto a cómo hemos definido nuestra ruta, pero el día de hoy justifica esa decisión.

Seguramente será que nuestro cuerpo no está habituado o alguna razón que todavía no tenemos muy clara, pero sin sonar el despertador nos levantamos muy temprano y cuando decimos temprano me refiero a las cinco y media de la mañana. Viene muy bien para aprovechar el día, pero fastidia un poco.

Salimos del Motel a las siete de la mañana y el cielo se muestra un poco raro, con nubes y algún claro, lo que nos hace sospechar que seguiremos la tónica de ver llover. Nos ponemos en marcha y lo hacemos hacia las tierras que vivieron y sufrieron "la fiebre del oro" ya que Clinton es la puerta o acceso hacia los lugares de lo que se consideró uno de los puntos más importantes de este fenómeno en Canadá la región del Cariboo.

A título informativo quisiéramos añadir que hay muchos pueblos a lo largo de la B.C. Highway 97 y la gran mayoría con bastantes servicios. Nos llama la atención que un municipio como Clinton, con 400 habitantes, tenga la cantidad de servicios que ofrece al turista en cuanto a alojamientos, gasolinera, tiendas o supermercados... un buen punto de aprovisionamiento de cualquier cosa. Pero el siguiente, la milla 100 es parecido y mantiene una buena oferta de servicios y así podríamos dar la referencia de todos los demás, pero podéis consultar la guía The Milepost, la biblia de cualquier viajero en vehículo motorizado por estas tierras, y veréis las ofertas de todos los municipios de cualquier parte de la Columbia Británica o Alaska.

108 MILE HOUSE:

El primer punto en el que paramos es la 108 Mile House. Es un conjunto de 13 edificios que forman el rancho que da nombre al lugar. Podréis visitar la escuela, la iglesia, el granero, la residencia, etc. Cobran entrada, pero al llegar tan pronto está cerrado. La suerte se ha puesto de nuestro lado y la puerta del recinto está abierta así que podemos ver las instalaciones por fuera, asomándonos a las ventanas y ver lo que hay en el interior. Está declarado patrimonio histórico y se encuentra ubicado a pie de un lago, en un entorno precioso.

WILLIANS LAKE:

En Willians Lake, aparte de ver el lago, visitamos el Centro de Información que todas las guías recomiendan por tratarse de un edificio de troncos bastante llamativo y por toda la información que ofrecen de la zona, merece la pena parar a visitarlo. Hemos cogido algo de información general y un folleto de la carretera que une Quesnel con Barkerville, ya que está considerado turísticamente como un itinerario histórico. Al callejear por el pueblo no vemos nada que nos llame la atención, al menos nosotros, no le hemos visto ningún atractivo.

Alternativa: En ese viaje llevábamos una visita obligada a los pueblos de Bakerville y Wells. Es un sitio que nos habíamos propuesto como cita obligada y para ello teníamos dos opciones. La primera es la de seguir por la B.C. Highway 97 hasta Quesnel y desde aquí seguir el desvío que nos llevará hasta allí, lo que suponen unos 200 kilómetros y en torno a dos horas de viaje. O La segunda, que es tomar una carretera desde la milla 150 o desde McLeese Lake hacia Likely. Hasta este punto no hay pega porque está asfaltado, pero a partir de aquí hay que seguir una pista de graba o ripio durante 140 kilómetros.

Hemos preguntado en el centro de información y nos han dicho que está bien, pero que puede tener algo de barro por las lluvias de los últimos días. Además nos supondrían, en el caso de seguir esta opción, unas seis o siete horas porque aparte de que no puedes ir muy deprisa el viaje invita a parar y sacar fotografías. Nos recomienda ir hasta Barkerville por la highway asfaltada y después, desde allí, seguir la pista a conocer los primeros 30 kilómetros hasta el lago Bowron.

QUESNEL:

Después de Willians Lake nuestra siguiente parada es Quesnel, el punto donde el río que lleva el mismo nombre y el Fraser se unen. No nos hemos deleitado mucho en su casco urbano, hemos parado en el centro de visitantes y después acercado a ver la desembocadura del Río Quesnel. Los jardines y el paseo tienen que ser preciosos, pero nosotros no los podemos disfrutar mucho porque la lluvia nos fastidia el momento.

La desembocadura tampoco está fácil de ver porque el paseo que la bordea está repleto de árboles. Suponemos que si te subes al puente del tren que cruza el río podrías tener una estampa preciosa, pero te juegas la salud y el tipo si en el momento que decides arriesgarte a meterte en una vía, sin sitio para retirarte o refugiarte, la Ley de Murphy llama a tu puerta y te pregunta en el instante de disparar la foto: ¿ves el tren que se acerca?.

Nos adentramos en la Highway 26, son 82 kilómetros y está considerado un itinerario histórico no por la carretera en sí, sino por los puntos históricos de interés que puedes visitar durante el recorrido. El que nosotros elegimos antes de llegar a Wells es Cottonwood House. Es una granja rehabilitada y visitable que fue construida en 1864 para dar alojamiento a los mineros en la Cariboo road. Aunque está abierto al público hay que pagar una entrada, pero se puede ver el recinto desde el parking.

El resto de puntos de interés están definidos en el folleto y alguno no hace falta ni parar porque forman parte de la misma carretera. La siguiente parada de esta ruta es Wells otro pequeño municipio con algunas casas pintorescas. La guía indica que viven más de 200 personas en la localidad, pero nos hemos cruzado con el que le tocaba turno de vigilancia del pueblo este fin de semana, no parece muy grande, pero tiene teatro y hotel.

BARKERVILLE:

Por último llegamos a Barkerville donde disfrutamos de uno de los momentos más especiales que recordamos desde hace mucho tiempo. Se trata de un pueblo que tiene su origen en la época de la "fiebre del oro" en la zona del Cariboo. Está restaurado de manera original y se han conservado 125 edificios de interés histórico. En verano, gente vestida de época pasea por esta población que parece más auténtica que una recreación.

En el mapa que te entregan indican los puntos donde se recrea con actores o personas caracterizadas en la época de los edificios que visitas. Así, entramos en una iglesia anglicana y nos encontramos a la señora vestida de época. O la escuela donde nos recibe la maestra.

La imprenta local, la diligencia, o el relojero, etc. La práctica totalidad de los edificios son visitables y albergan exposiciones, museos, restaurantes, lugares donde pernoctar, tiendas de recuerdos, etc. Además muestran los oficios: el médico, el dentista, la prostituta, el zapatero, las casas de los buscadores de oro, etc. Es algo impactante y recomendable, muy recomendable.

Después de esta experiencia seguimos ruta hacia Prince George. Salvo la parada en Hixon a repostar no hay nada importante que destacar. El trayecto es ameno, en todo momento vamos viendo zonas de pastos combinadas con bosques frondosos. No sabríamos especificar qué tipo de pino o conífera es, que dirían los expertos, pero está repleto. También hay muchos abedules que esos sí los distinguimos. En Prince George no entramos y seguimos ruta para alcanzar Vanderhoof. Desde aquí, Prince George, recorreremos la Yellowhead Highway 16 hasta Prince Rupert.

VANDERHOOF:

Llegados a Vanderhoof lo primero que hacemos es buscar alojamiento porque son casi las ocho de la tarde. Antes de acceder al núcleo de población nos encontramos un motel, preguntamos, pero seguimos buscando otras opciones. Las que nosotros hemos visto han sido el Motor Hotel, donde precio y aspecto de la habitación estaban bastante separados, y el Siesta Inn, donde sólo tenían libre una habitación y no nos parecía muy cómoda. Así que con las opciones ya estudiadas nos decidimos por el primero, Coach Light Motel. La habitación es grande y tiene cocina, como el de ayer, así que nos cuesta poco acomodarnos.

Después toca cenar y esta vez elegimos el Scott Foods. Hay otras opciones en la carretera principal, pero aunque las hemos mirado nos ha resultado más atractivo. Es un supermercado donde dan de comer así que si quieres bebida vas a las baldas y la coges, muy sencillo. En esta ocasión, aparte de otras cosas más típicas, hemos probado el poutine. Se trata de unas patatas bravas a "la canadiense", es decir, que en vez de poner salsa brava a las patatas las cubren de una salsa que está muy buena y queso gratinado. La mezcla es muy sabrosa.

Con todo ello y cansados por la jornada de hoy volvemos al motel a descansar.


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