En otro intento más de arrebatar la autoridad y responsabilidad de los padres sobre los hijos, el gobierno canadiense, dirigido por un gay absolutamente partidario de la agenda globalista de Soros, pretende sacar adelante un proyecto de ley mediante el que los padres que pretendan ayudar a un hijo confuso para que pueda reconocer su sexo biológico, y hasta los profesionales de la psicología y la psiquiatría que pudieran ayudar a los padres, todos ellos podrían ser considerados como delincuentes, lo que constituiría la excusa perfecta para que el pervertido estado canadiense se hiciera con la custodia del menor. Ya ni siquiera serían válidos los principios religiosos y morales de los padres para justificar la defensa de sus propios hijos.
Lo que hasta hace unas décadas era considerado como una tierra de libertades y oportunidades ha llegado a convertirse en otro país donde la libertad está realmente amenazada en todos los órdenes y la autoridad del estado se ha convertido en otra más de las inquisiciones progresistas que tratan de afianzar el poder de los lobbies gay por todo el mundo. Si este proyecto de ley se aprueba, la familia, ese concepto al que tanto odian los progresistas de todo pelaje, tendrá los años contados en lo que antaño fue la gran nación canadiense.