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La articulación entre lo patrimonial y lo urbanístico ha sido desde siempre bastante compleja. Entre tantos motivos, porque en el inconsciente colectivo parece sobrevolar la premisa de que un bien patrimonial es territorio público y como tal es responsabilidad “única” del Estado. Incluso, muchas veces el patrimonio cultural es percibido como un obstáculo en el proceso de planificación de la ciudad ante la imperiosa necesidad de sumar nuevos servicios y la incontrolada urbanización por turismo -muchas veces no sostenible.
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La reflexión da lugar a partir de un acontecimiento digno de análisis no solo por la relevancia que ocupa en la agenda regional, sino por la sinergia que ha despertado entre un grupo de empresas públicas, privadas y sin fines de lucro: la recuperación del Canal Nacional de Ciudad de México. Nombrado como Espacio Abierto Monumental en 2012, este canal es un cauce artificial de agua a cielo abierto construido en la época prehispánica, con una longitud de 12 kilómetros que recorre las alcaldías de Coyoacán, Iztapalapa y Xochimilco.
La memoria de la Ciudad de México está ligada al agua, y en este sentido, el Canal Nacional es la principal arteria de recuperación de su identidad más profunda; un sitio con más de dos mil años de antigüedad que recuerda los inicios de toda una comunidad. Así es que este símbolo patrimonial puede y debe ser entendido no solo como un camino de agua que conecta distintos pasajes, sino como un medio para la unión entre culturas y un hábitat natural para muchas especies autóctonas, que fortalece la identidad cultural de toda una región.
Desde que se iniciaron los trabajos de recuperación de esta área, distintas organizaciones se han involucrado a lo largo del proceso: México Territorio Creativo como asociación gubernamental sin fines de lucro que promueve la producción creativa a través de una red local e internacional, nucleando la gestión de toda esta iniciativa a nivel general; Fundación López de la Rosa como agrupación que impulsa y apoya acciones que materializan el movimiento potencial creativo de las personas en su vínculo con la comunidad, el gobierno, la academia y el sector privado; Design Week México como plataforma que contribuye a la escena local del diseño y propicia el análisis y la reflexión en torno a retos locales con relevancia global; World Monuments Fund (WMF) como principal organización independiente dedicada a salvaguardar los lugares más preciados del mundo; y American Express como canal de apoyo financiero al WMF.
En el marco de la conferencia del Canal Nacional llevada a cabo a fines del mes de octubre, vía zoom, representantes de cada organización presentaron el proyecto en sociedad brindando detalles de las últimas actualizaciones y pasos a seguir en próximas etapas. Actualmente, el canal ha dejado de ser un basural prácticamente sin agua para convertirse en objeto de una intervención apoyada por Ciudad de México, que entiende este sitio como un punto de encuentro entre la permanente construcción de historias y culturas. Además, se proyectan espacios de recreación y esparcimiento, acciones artísticas a través de la instalación de esculturas de arte en tierra, y talleres accesibles para toda la comunidad.
Los primeros trabajos de recuperación se enmarcan en el programa estatal Residencia Semilla impulsado por el World Design Capital CDMX 2018, con el objetivo de fomentar el diálogo y la colaboración entre ciudadanos y expertos de diversas disciplinas entre los que destacan arquitectos, diseñadores y urbanistas de México, Guatemala, Colombia y Brasil. Partiendo de la importancia del involucramiento de las comunidades que habitan el Canal Nacional y de las organizaciones civiles dedicadas a su conservación, este tipo de programas se posiciona como una referencia a seguir en tanto cooperación del ámbito público/privado para la conservación de un patrimonio, cualquiera sea la latitud en la que se encuentre.
Como resultado de todo este proceso, surge el reconocimiento por parte del World Monuments Watch 2020, una selección bienal de los sitios patrimoniales en riesgo definidos por el World Monuments Fund. Este año, el Canal Nacional de Ciudad de México ha sido elegido junto a otros veinticinco sitios (como la Catedral de Notre Dame y el Valle Sagrado de los Incas) que combinan la importancia histórica y el impacto social, haciéndose de una colaboración de dos años a través de American Express que realizará una inversión de un millón de dólares en siete enclaves del mundo para la puesta en marcha de una programación cultural en el período 2021-2022. El componente humano y social que tiene el Canal Nacional ha sido determinante para la nominación, destacándose como un espacio de reunión social, circulación peatonal y celebración turística en fechas conmemorativas como Semana Santa o el Día de los Muertos.
Teniendo en cuenta la necesidad de vincular la conservación del patrimonio con la cohesión social, la oficina de la UNESCO en México también se suma a la colaboración con un proyecto de asistencia técnica para sistematizar la experiencia desde el enfoque de la recomendación del Paisaje Urbano Histórico, un programa que está cumpliendo su décimo aniversario como instrumento metodológico y orientador para hacer coincidir la conservación del patrimonio cultural con las necesidades del desarrollo urbano y el ejercicio del derecho a la ciudad.
Es interesante cómo en este contexto de promoción de valores que tienen que ver con la participación ciudadana, el trabajo comunitario, la responsabilidad social, la preservación del medioambiente y la protección del patrimonio cultural, conectan representantes de la actividad pública y privada, agrupaciones vecinales, organizaciones sin fines de lucro y entidades gubernamentales con el fin común de aunar los esfuerzos entre las distintas partes, empoderar el compromiso ciudadano y fomentar el desarrollo sostenible.
Según Jorge Guevara, vicepresidente de Asuntos Corporativos y Comunicación de la empresa, el rescate del patrimonio cultural e histórico es uno de los pilares en los que la organización viene trabajando desde los últimos 40 años, ya que entiende fundamental enriquecer los mercados donde opera no solo desde el punto de vista ciudadano, sino también turístico. En este sentido, la empresa ha colaborado ininterrumpidamente con el rescate de más de 170 lugares amenazados por el cambio climático, los desastres naturales, los conflictos o la negligencia, garantizando que las generaciones del futuro puedan continuar conociendo y disfrutando monumentos fundamentales para la definición de la identidad cultural.
Sin dudas, la acción de una multinacional como American Express permite pensar en términos de patrimonio como espacios de arquitectura y diseño socialmente responsables capaces de restaurar la calidad de vida del habitante. En tiempos de pandemia y reorganización social, el Canal Nacional significa una vía de acceso para visibilizar la gran responsabilidad que tenemos a la hora de preservar lo valioso y al mismo tiempo transformarlo con respeto siendo congruentes con el futuro.
Un proyecto como este es una buena oportunidad para que organizaciones y vecinos contribuyan a la construcción de nuevas formas de convivencia, e incluso nuevas alternativas de políticas públicas para reacondicionar este tipo de espacios dentro de la ciudad. ¿Acaso el Canal Nacional no es un ejemplo claro de cómo el patrimonio cumple una función social clave en la organización de una comunidad? La conservación patrimonial debería coincidir con el ejercicio del derecho a la ciudad, analizada en tanto organismo vivo que hace y siente. Y en este sentido, el patrimonio cultural debería ser un gesto plausible de inversión del sector privado y no solo propiedad de lo público.
Fuente: Conferencia de prensa Canal Nacional, 27 de octubre de 2020.
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