Revista Educación

“Canariedad”

Por Siempreenmedio @Siempreblog

“Perdonen que no me levante”, que diría Groucho Marx y que mañana, Día de Canarias, no coma pescado salado, gofio, ni papas arrugadas. Porque, la verdad, yo me siento igual de canaria el 30 de mayo que el 23 de marzo. Tenía diez años cuando se aprobó el Estatuto de Autonomía; pero no me acuerdo de tan trascendente acontecimiento y a lo largo del tiempo no ha cambiado ni un ápice mi concepto de “canariedad”.

Por el contrario, después de tantos años de los mismos “perros con distinto collar” (por cierto, no los del escudo autonómico, que a esos pobres se los cargaron de los papeles oficiales), me repatea la hipocresía y el uso que se ha hecho del concepto de ser canario, como si eso fuera patrimonio de unos pocos que se autodenominan nacionalistas; excluyendo a los que no comulgamos con ellos como si no fuéramos isleños.

Me parece bien que se inculque en los colegios nuestras tradiciones y que los niños vayan ese día vestidos de magos y lleven postres típicos a la escuela para compartir con los demás; que aprendan el juego del palo, el silbo gomero y a tocar el timple. Que les enseñen a sentirse orgullosos de ser canarios y ciudadanos del mundo, pero que no se conviertan en fanáticos norteamericanos celebrando su 4 de julio.

Por otro lado, que mal me cae el paripé de todos estos políticos ataviados con traje típico; que como demostraron hace bien poco, en las pasadas elecciones, de repente se volvieron todos más canarios que ninguno.

Pero como no quiero aguarle la celebración a nadie; les deseo que disfruten del día de fiesta de nuestra comunidad. Aunque, mucho me temo, que pese a los esfuerzos nunca se considerará tan típica como una romería de Tegueste, de San Benito o un baile de magos de la Orotava.

 

 

 


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