En alguna ocasión anterior hablamos del rechazo que nos producen las adaptaciones de obras clásicas a formatos como el rock o el jazz pero hay excepciones. En parte por lo que hemos comentado y también por una cierta animadversión (ajena a la música) que nos generaba el autor del disco del que hablaremos hoy, nos costó mucho entrar de lleno en este trabajo. En todo caso, y al margen de la simpatía o antipatía que sintamos por él, tenemos que reconocer que Teddy Bautista es una de las figuras más importantes del la música española en la segunda mitad del siglo pasado.
Su carrera da para un guion de una buena serie de cualquier plataforma y es que, además de músico, fue productor, actor y varias cosas más. En el aspecto musical, Bautista destacó siempre por un gusto alejado de las tendencias de la época en España interesándose por el soul y las corrientes rockeras que llegaban de los Estados Unidos. A ello contribuyeron varias circunstancias, desde el ambiente musical de su familia (su madre era pianista) hasta una posición económica desahogada que iba a permitir a sus primeros grupos tocar en Europa e incluso dar el salto a Norteamérica. Ya con la formación de Los Canarios asentada, la banda tendría sus primeros éxitos y aparecería en la banda sonora de la película “Peppermint Frappe”, uno de los filmes españoles que más reconocimiento tuvo en aquellos años fuera de nuestras fronteras. Poco después llegaría su canción más popular, “Get on Your Knees” pero la trayectoria discográfica de Los Canarios no aprovecharía ese gran éxito que, de hecho, solo apareció como single y no formó parte de ningún disco “grande”. El primer LP de la banda se publicó exclusivamente en los Estados Unidos y el hecho de que cantasen en inglés no ayudaría demasiado a que los siguientes discos del grupo tuvieran una repercusión a la altura de su categoría en una España en la que lo que sonaba en las radios era muy diferente a la propuesta de la banda de Teddy.
El Servicio Militar interrumpió las andanzas musicales de Bautista quien, al terminar, empezó a trabajar en solitario con todo tipo de artistas, muchas veces sin acreditar. Se interesó por las nuevas tecnologías y empezó a adquirir instrumentos como el Mellotron y algunos de los primeros sintetizadores que llegaron a España. Teddy era un artista con mucha personalidad y no debía ser fácil trabajar con él y, como ocurre en casos similares, era el alma y el motor creativo de Los Canarios y también la persona que tomaba las decisiones importantes. Publicaron el LP conceptual “Libérate”, varios singles y un disco en directo tras el cual, Bautista decide poner punto final a la banda y empieza a trabajar en una obra monumental centrada, nada menos, que en las Cuatro Estaciones de Vivaldi.
La idea era complicada ya que implicaba una mezcla de instrumentos, géneros y estilos realmente compleja. Aunque era un proyecto personal de Teddy, por sugerencia de la discográfica y obedeciendo a intereses comerciales, el disco iría firmado por Canarios pese a que de los miembros originales solo intervienen en él el propio Bautista y el batería Alain Richard. Junto a ellos participan también un extenso elenco de instrumentistas y cantantes que acompañan a los teclados de Teddy y a las percusiones de Alain. Entre ellos, Christian Mellier (Theremin y teclados), Antonio García de Diego (guitarras) o Mathias Sanveillan (teclados). En el apartado más exótico, se contó con la voz de Rudmini Sukmawati, hija del presidente de Indonesia, Sukarno, que había desarrollado una interesante carrera en Europa como cantante de ópera. “Ciclos” se divide en cuatro largas suites centradas cada una de ellas en una de las etapas de la vida (nacimiento, infancia, etapa adulta y muerte) con lo que prescinde de las estaciones del año de la obra original. Cada parte está subdividida a su vez en segmentos más pequeños con títulos propios.
“Primera Transmigración (Paraíso Remoto)” - El primer acto comienza con un largo tramo ambiental a base de sintetizadores, mellotrón y percusiones, muy en la línea de algunas de las cosas que hacía Vangelis en aquellos años. Esa atmósfera es cortada de raíz por la primera intervención a capella de la vocalista, momento en el que escuchamos el llanto de un recién nacido y comienza el viaje. El bajo esboza una línea repetitiva acompañado de las percusiones y se comienzan a dibujar los primeros retazos del homenaje a Vivaldi con variaciones muy esquemáticas sobre “La Primavera” que enseguida pasan a ser mucho más obvias con la entrada de la guitarra eléctrica. La batería se combina con el mellotrón, omnipresente, y el moog en una recreación espectacular en clave de rock progresivo del clásico barroco. El siguiente movimiento, lento, es una joya en la que destaca la parte vocal por encima de todo. De ahí pasamos a un final, siempre con las melodías de Vivaldi presentes, pero con una interpretación y un sonido sin nada que envidiar a bandas como Yes o Emerson, Lake and Palmer. Todo termina con un solo de moog realmente espectacular y épico.
“Segunda Transmigración (Abismo Próximo)” - La segunda suite, centrada en “El Verano”, tiene un inicio solemne con la abrumadora presencia de los coros y la voz solista, creemos, del propio Teddy Bautista. Sintetizadores por doquier abundan en el siguiente tramo haciéndonos pensar en la gran Wendy Carlos y sus rendiciones bachianas pero con el añadido vitaminado de la batería. Volvemos a las polifonías corales y los recitados de Sukmawati antes de entrar un largo segmento rockero que, quizá por la presencia del mellotrón acompañando al cantante, nos recuerda mucho a King Crimson. Aparece entonces la batería ejecutando un ritmo de marcha a partir del cual escuchamos un profundo bajo electrónico que nos prepara para lo que se avecina que es, quizá, el fragmento más popular del concierto vivaldiano con esa espectacular tormenta a la que Bautista y compañía honran con una versión poderosísima. El cierre es sorprendente con una serenata que bien podrían firmar los Sabandeños, con el que Teddy rinde homenaje a su Canarias natal.
“Tercera Transmigración (Ciudad Futura)” - El “Otoño” comienza como una auténtica suite de rock progresivo en la que incluso nos parece encontrar alguna referencia al “Starship Trooper” de Yes, algo nada raro porque el sonido de todo este tramo tiene mucho que ver con el del la banda afirmativa. Lo mejor de todo es que Vivaldi sigue ahí, es decir, que todo el trabajo y los arreglos realizados no enmascaran en modo alguno la música original y las aportaciones originales de la banda encajan perfectamente para crear una obra con personalidad propia. Cuando aparecen los coros, encontramos un giro hacia otros estilos como los de los franceses Magma. Una voz modificada electrónicamente da paso a un coro, ahora mucho más inquietante, como sacado de una ceremonia oscura o del tremendo “666” de Aphrodite's Child que nos lleva siguiente tramo, introducido por un canto gregoriano. Tras él, llegamos a una serie de atmósferas a base de combinaciones de guitarras realmente seductoras que poco a poco van introduciendo otra de las melodías más populares de la obra de Vivaldi que termina de forma abrupta en un blues con todas las de la ley. El cierre lo pone un breve villancico interpretado con unas armonía vocales preciosas.
“Cuarta Transmigración (El Eslabón Recobrado)” - La última suite está llena de misterio, con una introducción jazzística de piano que va evolucionando poco a poco hacia un diálogo con el bajo, la batería y el mellotrón. De nuevo la sombra de King Crimson es alargada y esto lo decimos como un gran halago y no como una crítica. Vuelve Vivaldi de la mano del coro, alternándose con ráfagas rockeras hasta llegar a un tramo propulsado por la batería y el bajo en un dúo imbatible para retomar la melodía original. Aparecen entonces las campanillas para marcar el cambio de sección y entrar en una de las más inspiradas recreaciones de las melodías del compositor italiano con coro y solista. Lo que viene después es una de las partes más experimentales y vanguardistas de todo el trabajo. Con juegos de percusiones y electrónica cercanos a los de los primeros trabajos de Vangelis y una evolución que lo acerca a la electroacústica más avanzada, manteniendo el toque rock que explota en su plenitud algo más adelante, intervención de Sukmawati incluida para terminar de nuevo con la voz distorsionada electrónicamente del narrador.
Quizá por haberse dedicado durante mucho tiempo al tema de la gestión de los derechos de autor, la carrera de Teddy Bautista no nos ha dado demasiada música en las últimas décadas aunque parece ser que a sus 80 años está trabajando en “Ciclos 4.0 (El periplo de las heroínas)”, trabajo que parece estar relacionado con el que hemos comentado hoy y que es un imprescindible del rock español del pasado siglo. Tras publicar “Ciclos”, y entre otros muchos, Teddy produjo a Imán, Califato Independiente, a Triana, Aute o Camilo Sesto, tocó en discos de Miguel Ríos y de Leño e interpretó a Judas Iscariote en la versión española de “Jesucristo Superstar”. Más tarde produjo a algunos de los grupos más importantes de la “movida madrileña” antes de centrarse en su etapa en la SGAE abandonando prácticamente del todo la creación musical (hay alguna excepción como su interesante disco “La Memoria del Agua” del que seguramente hablemos el el futuro). “Ciclos” es un disco excesivo, grandilocuente y pretencioso como muchos de los mejores trabajos del rock progresivo/sinfónico y, desde luego, merece la pena conocerlo, especialmente por ser una “rara avis” en el panorama musical español que no produjo demasiados trabajos de estas características. Desgraciadamente, el disco no está disponible en plataformas de streaming "oficialmente" (en youtube se puede encontrar en todo caso). Os dejamos con esta versión en vivo de un fragmento de la obra interpretado en su día para RTVE.