Revista Educación

Cáncamos

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Cáncamos

CáncamosÚltimamente, por circunstancias personales con las que no voy a aburrirles, he llegado a la conclusión de que algunos de los preciados momentos de felicidad que alcanzamos en contadas ocasiones se producen cuando conseguimos quitarnos un cáncamo de encima.

En Canarias el término cáncamo es versátil. Una de sus acepciones, probablemente la más común, tiene que ver con ese trabajito que se hace fuera de la actividad regular y que te aporta unos euros extra. Pero no es esa a la que me refiero hoy en esta entrada. El cáncamo del que hablo tiene que ver con esas personas-lastre que te quitas de encima, ese al que en mi familia se ha referido siempre con la expresión ¡chiquito cáncamo! De hecho muchas veces pienso que la vida consiste, precisamente, en irse quitando esos cáncamos. A menos espesura más claridad.

No todos los cáncamos son iguales, claro está. Hay algunos que uno puede evitar con cierta facilidad: amigos que te atosigan y que se aprovechan de tu buena voluntad, conocidos que te ponen en situaciones incómodas o caraduras que directamente no se cortan en pedirte cosas inconvenientes. Tenemos también los jefes cáncamos: esos que por lo general son incompetentes y a los que, desgraciadamente, es más difícil apartar porque de ellos dependen tus garbanzos en muchas ocasiones. Y luego están esos cáncamos que se han tenido por pareja y que uno sabe que lo son, entre otras cosas, porque cuando alguien que te quiere y te conoce se entera de que ha desaparecido le sale del alma lo de ¡chiquito cáncamo te quitaste de encima! y resulta que entonces te dices ¡coño, es verdad!

En mi máxima post 50 de tratar de simplificar mi vida, la labor de quitarme cáncamos, en algunas ocasiones a sabiendas y en otras porque la vida así lo decide, es una de las que más satisfacciones me está dando. En la filosofía minimalista de la tendencia a lo esencial, de la reducción de los elementos sobrantes he descubierto que se empieza por los objetos y que eso te lleva, de manera casi inevitable, a deshacerte de personas.


Volver a la Portada de Logo Paperblog