Revista Cultura y Ocio

Cancha (3):

Publicado el 02 mayo 2014 por David David González
Ayer fue un día del que no puedo quejarme en lo que a cancha se refiere. Empezando por mi hermano Pepe Pereza que se hace eco del cartel de la próxima presentación de mi último libro en su blog:
ASPEREZAS
Siguiendo por Mario Cresco, de estreno con La 4ª, que sube uno de los poemas de El lenguaje de los puños. Antología crítica de la poesía de David González, a su blog:
EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA
Y con un cierre de lujo. La reflexión de un poeta de altura, el poeta J. Jorge Sánchez, sobre mi poemario No hay tiempo para libros. 17 poemas + 1 relato inéditos. Como es un poemario sobre el que se ha escrito más bien poco o muy poco, son de agradecer estas reflexiones del poeta, que, todo hay que decirlo, dejan a mi libro en muy buen lugar. Además, cierra su texto con uno de mis poemas más cañeros: Nadie a salvo. Puedes leerlo en su blog:
BAJO LA LLUVIA
Aunque, como la ocasión lo merece, transcribo íntegro el texto debajo de la portada del libro al que hace referencia:
Cancha (3):
Uno es incondicional de David González. Puede que en este caso no se diferencie de los seguidores del Atlético de Madrid y, en realidad, profese una especie de fe (en todo caso debe ser la única y diría que sólo se extiende a algunos seres humanos que habitan la República de las Letras o a sus obras). En todo caso, como seguidor de este credo, he leído su penúltimo libro que, después de la lenta y ardua experiencia de Entreguerras de Caballero Bonald y las menos difíciles de Un centro fugitivo de Alvaro Valverde, el singular Delfos me has vencido de Juan Carlos Elijas, el clásico John Clare (la Antología poética editada por Linteo) y el decepcionante Horla City y otros de Fabián Casas, ha supuesto el ansiado retorno a la lectura de poesía tras meses perdido entre escrituras varias y otros libros más heterogéneos todavía.
Ya escribí hace algunos años sobre la poesía de David y, aunque podría añadir muchas más cosas, creo que el núcleo de mi pasión por su obra no ha cambiado como, hasta cierto punto, tampoco su trabajo, por eso lo dicho sigue siendo más o menos válido y perfectamente aplicable a No hay tiempo para libros que, en la modesta opinión de uno, es más David González en "estado puro", más de ese David que funciona como autor sagrado para una generación de poetas que pugna por escapar de la marginalidad y que es la parte más conocida de un escritor más proteico de lo que en principio semeja: así, uno persistirá en considerar que su mejor libro es, justo, el menos reconocido y casi el más olvidado en estos últimos años, El hombre de las suelas de viento. Mas incluso si lo ignoráramos y nos limitáramos a su producción de "no ficción", como él la denomina, David no perdería un ápice de su categoría: es autor de un buen puñado de los mejores poemas que uno ha leído. Y eso es bastante más, por muy subjetivo que suene, que lo que puede decir de autores consagrados de los que, con suerte, puede rescatar un par, tres, cuatro tal vez y en algún caso, sólo unos versos. Cierto es que de pocos poetas en este mundo uno puede salvar más allá de unos cuántos poemas y que uno se consideraría feliz si alguien le dijera que uno de sus poemas figura en su antología personal de lector. Por ello, es aun más significativo que en el caso de David sean bastantes los que figuran en la mía.
Mas la fe de uno no es acrílica. Hace algunos años un poeta conocido me afeó que, con mi "estilo" (?), temática y preocupaciones poéticas, sintiera semejante debilidad por la obra de David González y, peor, que lo comparara con otros poetas a los que también admiro como Marzal, Panero, Brines, Pacheco o Gamoneda incluyéndolos en la misma categoría. Únicamente pude responder no que sobre gustos no hay nada escrito, lo cual es falso, absolutamente falso, hay mucho escrito y en algunos casos muy bueno, sino que el agrupamiento sectario del espacio poético, la existencia vicaria que reproduce en la República de las Letras el patriotismo del mundo de la vida es algo que a uno le parece no sólo ajeno a su idealidad sino integralmente contrario a ella. No fue una buena respuesta, desde luego pero no valía la pena sugerirle que leyera sin prejuicios la obra de David. El poeta, por supuesto, no reflexionó lo más mínimo acerca de mi apreciación. Quizás no supiera qué significaba "idealizad". Tal vez me consideraba un advenedizo sin criterio ni gusto como quedaba demostrado por haber estudiado Filosofía y no Filología. En fin... En todo caso, reconozco que la observación hizo mella y por ello cabe recalcar que mi fe no es acrítica. Un ejemplo. No me convence el uso de los dos puntos que David prodiga en los últimos tiempos y que otros glosan como una innovación extraordinaria: en asuntos de puntuación uno es especialmente maniático -además de incorrecto- y por eso, no pudiendo dar lecciones a nadie, tampoco me acaban de gustar los experimentos que, lógicamente, no sean los míos. Eso para que no se diga que uno confunde pasión con ciega admiración.
Ahora buen, esta opinión afecta muy poco al juicio que me merece No hay tiempo para libros y menos aun la figura construida del poeta: David González residirá probablemente para siempre en mi Parnaso. Y, como muestra, otro poema de esos que ya he incluido en mi Antología. Sólo por estos versos el libro está justificado: alguien que es capaz de escribir un poema como éste puede poner los dos puntos que quiera y dónde le de la real gana.
J. Jorge Sánchez.
Nota de David González: el poema al que hace referencia es "Nadie a salvo".

En resumen: MUCHAS, pero que MUCHAS GRACIAS a estos tres cuadernos de bitácora y a sus administradores.

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