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Canción de sal

Por Clochard
Canción de sal Sentada sobre el precipicio
los cadáveres de las estrellas hieden mejor. No se vive solo por vicio vi escrito alguna vez en caligrafía de neón.

Dijiste que algunos inviernos amaneces convencida de que vas a saltar. Que la distancia en sed de suelo no tiene demasiado que ver con dejarse vivir o matar. Que ciertas primaveras detestabas la ciudad

desde que descubriste en las flores
algo insano y absolutamente demencial;
jurabas que habían enfermado de lesa humanidad.

Y aquella noche en que te llevé a ver nevar

lloraste asustada
no lo ves, amor mío, no es nieve es sal.
Es sal, es sal.
Y de algún modo al final nos enterrará.

Y desde entonces yo solo dormía

y apenas veía tu mano
 bajo una montaña cristalina.
Como un insecto extraño
que me llamaba y no se movía.

Y vagué por bares pisoteando ángeles de ceniza.

Acabé con las dosis permitidas de fulgor
y conocí a mujeres incendiadas por la prisa.
Mientras en un retrete alguien hablaba de amor.

Y mendigaba por las ferias veraniegas

burlándome de los artistas.
Y una noche borracho en Las Vegas
concedí una entrevista
a un espejo deformante de penas.

Me alegraron sus preguntas 

pero había bebido demasiada agua del mar.
Cuando el cloruro de sodio atacó mis ojos
tan solo pude balbucear...


Es sal, es sal.

Y de algún modo al final nos enterrará.

Y desde entonces yo solo dormía

y apenas veía tu mano
 bajo una montaña cristalina.
Como un insecto extraño
que me llamaba y no se movía.

Es sal, es sal.


Y de algún modo al final nos enterrará.






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