Revista Música
Canciones que nos llegan por mail: Ambulanza - aarönsaez
Publicado el 15 diciembre 2010 por Amo Descubrir Canciones @adcancionesPara presentar esta canción que nos llegó desde Alicante, España, vamos a ensayar una especie de crossover. Porque por algo esta Ambulanza nos llevó a esa Ambulancia con whisky, aquel capítulo de Opio en la nubes, único y desquiciado libro del colombiano Rafael Chaparro Madiedo (1963-1995) que quizás hoy solo se pueda leer de contrabando si es que alguien se tomó el trabajo de digitalizarlo todo. Los dejamos con la canción y un extracto del capítulo 2 del libro.
CAPITULO 2: UNA AMBULANCIA CON WHISKY
Me llamo Sven y morí ayer o tal vez la semana pasada. Realmente no sé qué sucedió. No sé si fue una inyección de veneno en las venas o si me estallaron una botella de whisky en la cabeza. No sé. No sé. O si me abalearon en la puerta del Bar Anaconda. O tal vez en el Bar Los Moluscos. Lo único que recuerdo son las luces de un bar, el baño lleno de vómito y una canción, With or Without You, en el fondo del recinto, en el fondo de las luces, en la lluvia, un letrero en el espejo que decía “entonces le diré que nunca más me pondré esta ropa”, un teléfono, una ambulancia, una puerta blanca y de nuevo alguien que decía oye tranquilo yo puedo vivir sin ti, tranquilo With Or Without You, doce de la noche mierda, se nos muere, mucha heroína, mucho alcohol, mucha tristeza, mierda, quédese tranquilo, relájese, piense en un cielo azul, en una ciudad con edificios blancos, sueñe con un potrero lleno de naranjas, con una mañana con una lluvia de aves negras, piense lo que se le dé la gana, mierda se nos va, tranquilo With Or Without You.
En la ambulancia me sentí como un muñeco de trapo. Un muñeco de trapo abaleado por las luces de la sirena, el mareo, la noche y el olor de la sangre. Tenía ganas de cagar diamantes. Cerré los ojos y de pronto me sentí como un árbol atravesado por cuchillos blancos.
Creo que en la ambulancia me enamore de la enfermera. Era una enfermera como la de las películas, un poco con los ojos claros, con las manos finas poseía ese olor a sangre con perfume de rosas, ese perfume, yo no sé, que me mareaba, que me enloquecía, ese perfume que sabía a doce de la noche, a mírame preciosa antes de me muera. Le dije a la enfermera que me parecía conocerla, que tal vez la había visto en un parque leyendo algún libro, que tal vez la había visto en alguna lluvia o que a lo mejor el calor de su cuerpo me recordaba el aliento en las mañanas de sol. Pero, puta mierda. Ella me dijo que no le gustaban los parques. Falsa alarma. Y pensé yo a ésta la he visto en alguna parte, mierda, ésta tiene cara de caminar por las calles, tiene cara de cantar Spend The Nigth Together. Olía a limpio, a alcohol. Creo que le dije oye preciosa ¿me quieres? Y ella respondió claro precioso, te quiero, pero quédate quieto. La sirena siguió aullando y creo que estaba muy mal cuando pasamos por la Avenida Blanchot porque alcancé a escuchar el murmullo de la gente en los bares, en las calles, en los parques. El murmullo de los calles se me escapaba definitivamente por entre el pliegue diminuto de los dedos y de la risa. Mierda. El ruido de la calle, el olor de la calle, el perfume del mundo se estaba diluyendo vertiginosamente en el reflejo de la lluvia y entonces le dije a la enfermera que siempre había querido una muerte así, con violencia, con whisky en la mitad de los sesos, una muerte nocturna y en una ambulancia con una enfermera que me dijera que pasáramos la noche juntos. Ella me respondió que me quería dar un beso en la mitad de mis sueños ensangrentados. Claro preciosa. La sirena siguió aullando como una perra herida que corría rompiendo el aliento caliente de la noche.
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