Canciones y recuerdos

¿Por qué determinadas canciones nos recuerdan a alguien o a alguna situación que hemos vivido?

Seguro que hay una explicación científica, pero desde mi punto de vista tiene mucho que ver con los sentimientos y las experiencias vividas mientras escuchabas determinada canción. Por ejemplo, del embarazo de mi hijo mayor me acuerdo cuando suena The lion sleeps tonight, porque me habían dicho que los bebés escuchaban desde que estaban en la barriga de sus mamás y se la cantaba, y de la primera vez que salí con mi pareja cuando oigo a Elvis Presley porque sonaba en el viejo casete del coche de su padre.

Me remonto mucho más atrás en el tiempo y mi abuelo Chano se me aparece mientras  percibo el ritmo de una Isa, la que sea, y si es el del Islas Canarias no puedo evitar pensar en lo que disfrutaría mi madre. La de la mochila azul llega siempre acompañada de la abuela Luisa y mis primeros bailes en las fiestas de mi pueblo escoltada por mis tías se acercan con La pollera colora.

Mis años de estudios en Madrid me vienen a la mente cuando escucho a Los Sabandeños cantando con Alfredo Kraus Tenerife ¡Bien lloraba cuando la nostalgia me tumbaba! Y Canta por mí, de El último de la fila, era el himno de venirme arriba las noches de fiesta de la capital. No puedo evitar acordarme de mis compañeros de trabajo de hace cuatro años cuando escucho Aterciopelados, ¡qué descubrimiento! Mucho más reciente es lo que me evoca Ginza de J.Balvin o Lean on de Major Lazer & DJ Snake.

No tienen por qué gustarme, simplemente vienen acompañadas de toda esa gente a la que he querido y, lo mejor, es que siempre es con una sonrisa. No tengo malos recuerdos asociados a canciones.

Son muchas más pero quiero dejarles con una muy especial, una de tantas que me traen a mi padre por un ratito, aunque siempre esté ahí, y que dibuja inevitablemente una sonrisa en mi cara recordando el entusiasmo con el que llegaba a casa cantado por toda la escalera con ese ‘oído fino’ que le caracterizaba.