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Candelario, para (no) perderse.

Por Tierrasinlimites @tierrasnlimites
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Candelario, para (no) perderse.

Hay pueblos con un casco histórico interesante. Otros situados en un entorno bello. Y los hay con algún que otro monumento destacable. Y luego está Candelario. Con sus regaderas que suenan a cualquier hora del día. Con la singularidad de sus casas chacineras y sus batipuertas. Con la ermita, la iglesia y el ayuntamiento. Con veraneantes ilustres como Unamuno. Y su sierra.

Candelario, un pueblo singular.

Candelario suena constantemente a agua. Las regaderas, pequeños canales horadados en sus calles, bajan llenos de la sierra. El centro de la villa, y prácticamente todo el pueblo, está repleto de construcciones singulares, de madera y piedra, las de las casas chacineras con sus batipuertas y, desde prácticamente cualquier punto, se ve la sierra.

El pueblo,  por su belleza, parece un escenario creado a medida para turistas, pero nada más lejos. Su fisionomía responde a las necesidades de una época, a la economía de este pueblo aislado y singular, que vivía -entonces- de la matanza del cerdo y de los embutidos. Cada detalle es un reflejo de estos modos de vida.

Vamos por partes. Esas regaderas sonoras que descienden por las calles principales, hoy se utilizan para llevar el agua a las huertas pero antiguamente tenían otra función: limpiar las calles de sangre y restos de las matanzas. Según una ordenanza municipal de la época, después de matar a los animales, las calles tenían que quedar impolutas, preparadas para la actividad del día siguiente.

Por su parte, las casas chacineras que vemos por todo el pueblo cumplían con una doble función: hogar y centro de trabajo, eran pequeñas fábricas familiares. Sus batipuertas, unas medias puertas que solo existen en Candelario, servían para proteger al matarife, que apuntillaba a las reses desde dentro y, a su vez, para ventilar la casa e impedir que las bestias pasaran al interior. Este tipo de economía chacinera generó gran riqueza y, por eso, existen casonas que parecen palacios. Candelario fue un pueblo con dinero. Y se nota.

Además, el entorno montañoso aislaba al pueblo y provocó -en parte- su originalidad y autosuficiencia. Ahora, el paisaje es una de las claves de su belleza.

Candelario reúne todos los requisitos para ser un lugar turístico (y lo es) pero, aún así, continúa siendo auténtico.

Calles de Candelario

Calles de Candelario

A la derecha la regadera, a la izquerda, una batipuerta

A la izquierda la regadera, a la derecha, una batipuerta

Las tejas al revés de Candelario

Las tejas en las paredes de las casas de Candelario

La iglesia de Candelario

La iglesia de Candelario

El Museo Casa Chacinera, una visita teatralizada.

Una de las casas chacineras de Candelario se ha acondicionado como museo y nos muestra cómo se vivía y se trabajaba en estos hogares, las costumbres, tradiciones y vestimentas de la época y sus relaciones sociales. En la visita retrocedemos un siglo gracias a la recreación teatralizada de Antonia, la guía del museo, y los actores Miguel Ángel y Ana. Con ellos descubrimos cómo era vivir en Candelario hace 100 años, cuando cada hogar era una pequeña fábrica.

Hace años, la vida, en Candelario, se articulaba en torno a las casas chacineras a esas pequeñas fábricas de embutido. Eran construcciones de tres plantas y cada lugar en la casa cumplía con una función concreta. En el primer nivel estaba el picadero, el lugar donde se trabajaba, el segundo piso era la vivienda familiar que se dividía en una cocina, un par de alcobas para los dueños de la casa, las habitaciones para los trabajadores y un espacio amplio cerca de la escalera, diseñado para el trasiego de los trabajadores. La planta superior, el desván o sobrao, estaba destinada a la curación de los embutidos, Uunos productos de gran calidad que eran manjar de reyes (literalmente). Y, precisamente, fue esta gran calidad lo que terminó con ellos ya que acabaron por no ser rentables.

En el exterior de la casa chacinera destacan los balcones, las tejas de las paredes colocadas hacia afuera para hacer frente a las inclemencias del tiempo y multitud de ventanas en el sobrao que parecen puestas aleatoriamente. No es así. Estos orificios estaban situados de manera estratégica y, según el tiempo previsto, se abrían unos u otros con la finalidad de secar bien el embutido.

Además, en esta visita teatralizada, se muestran los trajes y peinados tradicionales del pueblo, los reglamentos que ordenaban la vida de los candelarienses y varias curiosidades de la localidad como que, el Tío Rico, un choricero de Candelario, se convirtió en el “proveedor de la Casa Real” con Carlos IV, una historia que atestigua el lienzo de los hermanos Bayeu, “El Choricero”.

Horarios, contacto e información en la web del Ayuntamiento de Candelario.

En el Museo Casa Chacinera

En el Museo Casa Chacinera

Trajes tradicionales de Candelario

Trajes tradicionales de Candelario

El choricero de Bayeu.

El choricero de Bayeu.

Las tejas al revés de Candelario

Las tejas al revés de Candelario

Unamuno, un tipo listo.

“Y yo aquí, en este mi actual hogar y estado de remanso y retiro, oigo no a ruiseñor, pero sí a esta reguera serrana de la calle, que me dice de la eternidad de la historia religiosamente popular con aquellas inmortales palabras de nuestro poeta castellano, el de que «nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar…», como este regato.” Miguel de Unamuno.

Este texto de Unamuno habla de Candelario sin nombrarlo y es que, el escritor de la Generación del 98, veraneó aquí entre 1932 y 1935. Para homenajearlo, hace unos años, cuando se celebró el 75 aniversario de la muerte del filósofo, se creó una ruta por los lugares más frecuentados por Unamuno y, este año, en marzo se ha inaugurado en el pueblo una exposición itinerante sobre su figura.

Unamuno en Candelario

Unamuno en Candelario

El paisaje y las rutas de la Sierra de Candelario y Béjar.

El Calvitero, a más de 2.400 metros de altura, preside la Sierra de Candelario y Béjar. Si descendemos desde este pico, la vegetación va cambiando: zonas de alta montaña llenas de piedra, matorrales, pinos, bosques de castaños y robles, vegetación de ribera… Un entorno ideal para recorrer a pie por las numerosas sendas que existen en los alrededores de Candelario. Algunas de ellas nos llevan a lugares como La Garganta del Oso, La Muela o Las Lagunas del Trampal. Una pega: la señalización de estos recorridos deja bastante que desear, así que hay que ser cauto a la hora de recorrer los senderos.

Sierra de Candelario (y Béjar)

Sierra de Candelario (y Béjar)

Al rico hornazo de chorizo. Y con vistas.

Al rico hornazo de chorizo. Y con vistas.

Qué comer en Candelario.

Con un pasado ligado al embutido, el hornazo de chorizo es uno de los platos estrella. Ya no se fabrica en Candelario sino de pueblos cercanos donde existe horno de pan. Aún así, en las panaderías y tiendas, se vende este manjar. Coged el que no viene envuelto en plástico, es más natural y fresco.

La carne también es protagonista en los aperitivos. Con la consumición, es bastante normal, que te pongan torreznos, magro de cerdo, morcilla… tapas “ligeras” que sirven para ir abriendo boca antes de la comida principal. Hay varios restaurantes en el pueblo, me gustó mucho El Pasaje, tanto por la comida, contundente, como por las vistas desde su terraza a la sierra.

Hornazos en Candelario

Hornazos en Candelario

Dulces sueños en la Casa la Chacinera.

La oferta de alojamiento en Candelario es amplia para un pueblo de unos mil habitantes. Hay hoteles, hostales, posadas, apartamentos y casas rurales. Nosotros nos quedamos en la Casa Rural La Chacinera y, sí, ese nombre tan local, describe a la perfección el alojamiento.

Por fuera, es una casa típica del pueblo, el interior, aunque ha sido reformado, conserva las vigas de madera tradicionales y, en parte, la estructura de las viviendas antiguas. En la primera planta vive Alicia, la dueña de la casa, y las planta superiores se alquilan por habitaciones o de manera conjunta.

El precio por habitación doble con baño es más que económico, 35€. Eso sí, no incluye ni servicio de habitaciones ni desayuno. A cambio dispone de una zona común con cocina y salón que puedes utilizar a tu antojo.

Casa rural Chacinera

Casa rural Chacinera

No solo Candelario.

Cerca de Candelario está Béjar, un pueblo bastante más grande, conocido también por la estación de esquí de La Covatilla. Al sur de Salamanca nos encontramos con el Valle de Ambroz. El pueblo más grande, Hervás, es un destino a tener muy en cuenta y, las localidades más pequeñas del valle han construido piscinas naturales ideales para el verano. Pero ese es otro post. De momento, nos quedamos con Candelario, un pueblo que no hay que perderse. Para perderse por él.

La plaza de Candelario

La plaza de Candelario

Ermita de Candelario

Ermita de Candelario

Fuente en Candelario

Fuente en Candelario

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Candelario Casa Chacinera pueblos con encanto Sierra de Bejar 2015-07-21

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