Año: 2016Nº de páginas aprox: 349
Hace unos meses Javier Fernández Delgado contactó conmigo para presentarme su novela y consultar si estaría interesada en reseñarla en el blog. Teniendo en cuenta el periodo en el que se sitúa la trama no tuve que pensar demasiado mi respuesta pues como ya os he comentado en otras ocasiones, los libros ambientados en la Segunda Guerra Mundial, como es el caso de Canfranc, última estación, se encuentran entre mis favoritos.La trama de "Canfranc, última estación" transcurre en el año 1943 y comienza situándonos en la localidad británica de Amersham, donde tiene su sede la Unidad Especial de Inteligencia, grupo encuadrado dentro del Servicio Secreto británico y al frente del que se encuentran Charles Wheeler, responsable de la Unidad, e Ian Fleming, máxima autoridad. Ambos se encuentran esperando la llegada de Steve Ross, hombre que ha sido seleccionado para llevar a cabo una de las misiones que la Unidad tiene encomendadas, relacionada con el denominado proyecto uranio. Será así como el capitán Ross tenga que ocuparse de la peligrosa tarea de trasladar a Inglaterra a Karl Diebner, uno de los miembros de un equipo de físicos alemanes que llevan años trabajando para desarrollar la bomba atómica, quien ha escapado de Alemania y se ha refugiado en la embajada de Berna con el propósito de pasarse al bando contrario. Para ello trazará una ruta de escape que discurre por España y que supone utilizar la estación internacional de Canfranc, por cuyos andenes discurren tanto refugiados de guerra como judíos, espías o material destinado a la Resistencia francesa, haciendo que sea un enclave donde nadie es lo que parece ser.Son muchas las novelas que se encuadran en el periodo de la Segunda Guerra Mundial y la mayoría suelen centrarse en los mismos temas, por lo que siempre resulta agradable encontrar obras que se salen de la tónica habitual ofreciéndonos otros planteamientos. Es lo que sucede con Canfranc, última estación, una novela que me ha sorprendido gratamente al presentar un argumento en el que se combinan con acierto hechos y emplazamientos históricos con espionaje y ciertas dosis de suspense. En este sentido me ha recordado a otro libro que he leído este año y con el que también disfruté, Operación Black Death de Fernando García Pañeda.
Estación de Canfranc
Con un estilo directo, claro y preciso, y abundantes diálogos que imprimen dinamismo, Javier Fernández desarrolla la trama a lo largo de los doce capítulos en los que se estructura la novela, siguiendo la historia un curso lineal y empleando un narrador omnisciente en tiempo presente que se mueve entre los distintos personajes y escenarios en los que transcurre la acción. No es una novela que cuente con un ritmo intenso pero este sí se mantiene constante y a medida que avanzamos la historia va ganando en complejidad e interés, lo que conlleva que se agilice la lectura para averiguar lo antes posible el desenlace. En mi caso reconozco que al principio estaba un poco perdida ya que me costó hacerme con los personajes, pero una vez asentadas las bases ha sido un libro que me ha ido atrapando a medida que avanzaba en su lectura, concluyendo en una valoración global positiva.Decía anteriormente que en la novela de Javier Fernández se recogían hechos y emplazamientos históricos, siendo esto un plus a tener en cuenta. Hasta hace poco, en concreto el año pasado cuando se publicó Volver a Canfranc, yo no había oído hablar de esta estación ni del papel que jugó durante la Segunda Guerra Mundial y puesto que no he tenido ocasión de leer el libro de Rosario Raro, sentía cierta curiosidad. Ahora, gracias a la lectura de "Canfranc, última estación" he podido acercarme un poco más a su historia y a la situación que se vivió en ella durante esos años. Ubicada en territorio español, en la estación internacional de Canfranc tenían jurisdicción tanto España como Francia, lo que hizo que se convirtiese en un punto estratégico por el que pasaban espías, miembros de la Resistencia, judíos que huían del nazismo, y oro procedente de los saqueos y expolios nazis en los diferentes países ocupados. Estas circunstancias son las que aprovecha Javier Fernández para dar forma a su novela, mezclando ficción con realidad para componer una interesante trama en la que casi sin darnos cuenta vamos a conocer algunos de los hechos históricos que tuvieron lugar en este emplazamiento, principalmente relacionados con el intercambio de wolframio español y artículos argentinos y portugueses por oro que llegaba a Canfranc procedente de los bancos suizos, pero también otros episodios puntuales como la visita del general Queipo de Llano a su familia amparándose en la doble jurisdicción que se daba en la estación o la muerte de un judío húngaro que no logró cumplir su sueño de cruzar la frontera junto a su familia.Vinculadas con la estación de Canfranc hay una serie de figuras históricas a las que nos va a acercar también este libro de Javier Fernández. Así a lo largo de sus páginas va a tener un papel muy relevante Albert Le Lay, el jefe de la aduana francesa que no dudó en prestar su apoyo y ayuda a los cientos de personas, principalmente judías, que llegaban a Canfranc escapando del nazismo, además de facilitar el paso de los mensajes de espionaje de la resistencia. E igualmente vamos a conocer a otros personajes como Antonio Galtier, el oficial Vista de la Aduana española, el capitán Wagner, que estaba al mando de la compañía alemana destinada en Canfranc, o el doctor Rochas, responsable de la red denominada Pie encuadrada dentro de la Resistencia. Todos ellos aparecen perfectamente integrados en la trama de tal manera que el papel que desempeñan es el mismo que ejercieron en la realidad, lo que implica que la lectura tenga un valor instructivo además de ser amena e interesante.En la galería de personajes, además de los reales, también se incluyen figuras ficticias y en cierta forma podemos afirmar que estamos ante una novela coral, ya que cada uno va a tener su propia historia, aunque todas estén relacionadas entre sí, manteniéndose un grado de protagonismo similar entre ellos. Por el tipo de planteamiento de Canfranc, última estación, no se hace necesario un excesivo desarrollo ni profundización en los personajes pero aún así estos aparecen lo suficientemente caracterizados para que sean identificables y diferenciables sin problema.El título del libro ya nos adelanta cuál será el emplazamiento en el que este se va a desarrollar y esta estación se convierte en una pieza fundamental en la trama. Como no podía ser de otra manera, la ambientación está cuidada y Javier Fernández incluye los suficientes datos y descripciones para que acabemos teniendo una composición muy detallada de cómo era este inmenso complejo ferroviario en una época en la que estaba bajo el control de españoles, franceses y alemanes, además de reflejar la tensa atmósfera que se vivía en la misma a causa del constante trasiego de personas, documentos y material.Junto a todos los puntos señalados hasta ahora, he de mencionar también uno de los aspectos que más me ha gustado en esta lectura y ha sido su final, en el cual me he encontrado con unas revelaciones que han supuesto un giro argumental completamente inesperado para mí y que ha hecho que llegase a la última página con la sensación de haber leído una buena historia tanto en su planteamiento como en su desarrollo y resolución, algo que no siempre ocurre.En definitiva, Canfranc, última estación ha supuesto una agradable sorpresa y me ha resultado una interesante lectura además de entretenida. Una novela ambientada en la Segunda Guerra Mundial con un planteamiento diferente, y con la que creo que disfrutarán tanto los aficionados a las novelas de espionaje como los que se sientan atraídos por el periodo en el que se sitúa.Si te ha gustado mi reseña, puedes comprar Canfranc, última estación a través de los siguientes enlaces: Gracias al autor por facilitarme el ejemplar para su reseña