Revista Opinión
Que hermoso es conservar la memoria de lo que otros fueron antes que nosotros. O incluso de lo que fuimos de jóvenes. El otro día leía en El Mundo una noticia acerca de una iniciativa de vecinos de Canillas para recopilar fotos. Canillas fue un pueblo al noreste de la ciudad de Madrid que fue absorbido por la Villa a finales de los años cuarenta. Hoy es un barrio más de la ciudad, con vecinos de aluvión y ha cambiado mucho desde entonces: donde en su día se levantaba el campo de fútbol donde Luis Aragonés jugó sus primeros partidos hoy hay un centro comercial. Donde había un cementerio rodeado de campo, hoy hay un camposanto encajonado entre calles. Canillas, por muchos motivos, forma parte de mi memoria: de la de niño, de la de adolescente, de la joven, de la de adulto. Un barrio cercano, aquel al que íbamos en el 73 y en el que se han consumido, como la cera de una vela, tantos momentos de mi vida...