Fue Mazinho, padre de Thiago y Rafinha, quien le animó a que diese ese salto. La íntima relación que mantiene con su padre fue decisiva para que su vida continuase en España. Así, comenzó a jugar en el modesto Ureca, en Nigrán, junto a su inseparable Thiago y a Uri, otro brasileño amigo de ambos. Aquel equipo alevín aún es recordado, pues fue capaz de superar al Celta con una superioridad impropia de conjuntos que no son filiales de grandes clubes. Eso permitió que Thiago fichase por el Barça y que Rodrigo hiciera lo propio por el club celtiña. Allí se formó como jugador y ya como juvenil fue traspasado al Real Madrid por 300.000 euros. Su carta de presentación fue un número cuantioso de goles en Galicia.
Jugador zurdo, de los que pocas veces se pueden ver debido a una exquisita técnica sumada a una cualidad goleadora que a día de hoy le permiten triunfar en la Superliga Portuguesa. Delantero polivalente que, gracias a sus facultades técnicas y deportivas, es capaz de rendir notablemente como atacante puro en la punta de lanza o como extremo, otorgando de mayor peligro el ataque con internadas al área desde la banda. Desde pequeño sus técnicos veían en él un portento, un jugador diferente que ya comenzaba a despuntar en categorías inferiores del Real Madrid, lo que supuso que comenzara a ir convocado con la Selección Española desde las etapas más inferiores con tal de conseguir que en cierta medida rechazara la nacionalidad brasileña y ganara así el fútbol español una opción más que interesante de futuro para el ataque español.
En Madrid no íba a contar con las opciones necesarias para seguir progresando, lo que supuso que en el verano de 2010 hiciera las maletas en calidad de cedido hasta Inglaterra, donde se convertiría en jugador del Bolton Wanderers en la Premier League Inglesa, donde disputó 17 encuentros con tan solo un gol. Cifras que no acabaron de convencer en la ciudad inglesa y el pasado verano volviera a la entidad madridista quien, tras analizar su situación por el propio José Mourinho, salía nuevamente, esta vez vendido, hasta Portugal donde, a cambio de seis millones de euros por un jugador de 20 años, se convertía en nuevo jugador del Benfica. Lisboa era su nuevo hogar, donde compartiría vestuario con jugadores españoles como Javi García, Joan Capdevila o Nolito. Su llegada no hacía presagiar la situación que actualmente está viviendo en el conjunto de las águilas. Con los del estadio Da Luz ha disputado ya 67 encuentros en los que ha logrado la interesante cifra de 24 goles, lo que le convierten a su temprana edad en una de las ilusiones de futuro de la afición del Benfica. Ayer marco un golazo para adelantar a su equipo en la eliminatoria en la Europa League. Es un delantero puro, que maneja a la perfección ambas piernas en el golpeo del balón y que además aporta el desplazamiento de los rivales con su inteligencia en el desmarque.