¿Cantidad o calidad?

Las emociones y las relaciones afectivas son fundamentales y necesarias para sobrevivir, sobretodo las que están relacionadas con las personas que amamos, familiares y amigos. Cada persona es diferente cuando se trata de formar y mantener las relaciones íntimas, por ejemplo las hay con más facilidad y son muy cercanas y otras que les cuesta más y son más distantes.
¿Y qué decir cuando se trata de los hijos? Bien, el origen de nuestra capacidad para establecer estos vínculos viene precisamente de la infancia, en los primeros años de nuestra vida. El vínculo que se establece principalmente entre madre-hijo es lo que se denomina apego y que se caracteriza por la proximidad y el contacto duradero, como una forma de buscar seguridad. Se habla de la madre, ya que el vínculo emocional con ella, empieza ya desde la gestación. Establecer un buen apego, tiene consecuencias en el desarrollo evolutivo del niño. ¿Qué es importante para garantizar un vínculo adecuado y equilibrado con mi bebé? El tiempo que dedicamos a nuestros hijos, es el factor más importante, ya que interaccionamos con ellos, les dedicamos nuestra atención, cariño y cuidados, para que se sientan atendidos en sus necesidades. Evidentemente, no se trata de confundir el concepto de apego con sobreproteccionismo, ya que se busca que pueda realizar un correcto proceso de aprendizaje y que pueda ser una persona autónoma.
No hay una barita mágica que pueda decir cómo ser la madre perfecta, de hecho no hay que preocuparse, y además este no es mi objetivo ni el de este artículo. Lo que quiero deciros es que las madres son más sensibles a las necesidades de sus bebés, conocen sus señales, su forma de comunicarse (empezando por el llanto), sus ritmos de descanso, etc., y atender y confortar a sus hijos es tan importante como ser cariñosas, alegres y positivas, ya que a través de vosotras establecerán sus relaciones con el medio externo. Por tanto pensad en todo aquello que os da seguridad.

Y vosotras, ¿preferís la cantidad o la calidad?