Los edulcorantes, en su gran mayoría, no son dañinos para el organismo ni provocan inconvenientes e gravedad en quienes consumen alimentos que los contienen. Excepto en ciertas personas que, por sus características particulares, resultan perjudiciales para su salud.
Entonces, dejando de lado estas excepciones, la mayoría de los edulcorantes pueden ser consumidos sin riesgos en las dosis normales.
Las consecuencias negativas para la salud se verificarían sólo en aquellos casos en que se ingieren en dosis altísimas. Por ejemplo, un adulto puede consumir hasta 77 sobrecitos o comprimidos de aspartame por día, o bien, 18 botellas de 330 cm de bebida edulcorada. Un niño podría absorber, sin sufrir trastornos, hasta 24 sobrecito, o 6 botellas de bebida edulcorada.
Los edulcorantes que se han estudiado de modo particular son el a nivel de la salud, son los ciclamatos, cuya venta se prohibió en varios países del mundo como consecuencia de sus posibles efectos cancerígenos y por su presunta nocividad para el desarrollo fetal durante un embarazo.
El consumo de los edulcorantes se ha visto incrementado notablemente a través de los años desde que la estética de la delgadez ha entrado en auge. Sin embargo, el simple reemplazo del azúcar por edulcorante no asegura efectos dietéticos milagrosos como muchos esperan. Los edulcorantes no suponen un sistema confiable para no engordar o para adelgazar, a no ser que formen parte de una dieta equilibrada y prescripta por el médico nutricionista.
En cuanto al reemplazo sistemático del azúcar por el edulcorante en la cocina, el primer inconveniente que se presenta es la diferencia en los sabores, que pueden alterar el gusto final del postre, por ejemplo. Además, la mayoría de los edulcorantes no resiste altas temperaturas, lo cual limita su utilización en las preparaciones. Es por ello que muchos de los edulcorantes especifican en sus etiquetados si permiten o no su cocción.
Como regla general, no deben someterse a la cocción a la sacarina ni al aspartame. Este último puede ser calentado, pero al hacerlo, perderá su efecto endulzante. Lo mismo ocurre con el xilitol. En cambio, el sorbitol y los ciclamatos si pueden calentarse.