Revista Opinión

Canutazos y canuteros

Publicado el 18 julio 2017 por Manuelsegura @manuelsegura

Canutazos y canuterosEn el argot del oficio, un canutazo es eso que ustedes suelen ver en televisión, cuando a un personaje lo rodean los micrófonos y las cámaras mientras realiza unas declaraciones. El canutazo se da mucho en el mundo del deporte, al finalizar los partidos, en eso que en el fútbol se da en llamar zona mixta. Pero el gran descubrimiento fue el canutazo para el mundo de la política. Si no fuera por lo que es, a veces resulta hasta ridículo. Habrán observado que, de un tiempo a esta parte, al protagonista suelen flanquearlo una serie de adláteres, esto es, gente que quiere chupar cámara y que suelen dar cabezazos, en sentido afirmativo, cada vez que el susodicho suelta alguna prenda que a ellos les parece de lo más oportuna. La figura del canutero –así me permitiré denominarlos a partir de ahora– se está convirtiendo en toda una suerte de chufletero propagandístico del que no sabemos bien si está ahí para ratificar cuanto diga su líder o para que su mujer, sus hijos y su suegra lo vean en su casa por la tele. Ocurre, a veces, que son tantos los canuteros que se sitúan tras el declarante que cuesta una enormidad a los profesionales de la prensa, radio y televisión buscarse un hueco y acomodo para recoger sus palabras. Pero, claro, eso a ellos se la refanfinfla, como gustaba decir Paco Umbral. Ellos, a los suyo. Y si hace falta, meten el codo. A poner cara de interés, a cabecear como mandan los cánones, tal y como les enseñan en esos cursos acelerados que les imparten de telegenia, para que luego les digan por la calle: “Coño, Pepe, te vi el otro día en la tele. Tú no hablabas, que el que hablaba era tu jefe. Pero verte, bien que te vi detrás de él”. Y así, ellos, henchidos de gozo y sabedores del deber cumplido, se sienten tan importantes.


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