Las cosas deben de estar muy mal en Microsoft como para que el líder de la versión más reciente de Windows se marche apresuradamente de la compañía.
Hace apenas unos cuantos días que Steven Sinofsky presentaba con bombos y platillos al estelar Windows 8, sistema operativo que tiene como objetivo convertir de nuevo a Windows en objeto del deseo y abrir brecha a un sin número de equipos que puedan fabricarse por parte del gigante de Redmond y competir en la misma arena que su temible rival Apple.
Con toda esta problemática me sigue dando la impresión que quien sobra en esta empresa es Steve Ballmer, su CEO, cada día Microsoft se aleja del liderazgo de antaño y ya le hace falta a esta organización un golpe notable de éxito, dudo que Ballmer pueda encabezarlo.
Regresa Bill por favor…