Una diosa pagana que representa a Madrid y un arquitecto al que quieren canonizar, Gaudí, de esas ciudades, compiten por ser la única sede internacional de la moda española como sede sostenida por todos los españoles.
El Gobierno de José María Aznar ha acudido a empresas consultoras de otros países para que resuelvan la designación.
Pero deberían elegir los ciudadanos que pagan y que pueden creer que Valencia, Valladolid, Sevilla, Santiago, Badajoz o Santander, por ejemplo, tendrán tan buenos motivos como las capitales centralistas para albergar exhibiciones de señoritas envueltas en gasas más transparentes cada temporada.
Madrid presume de su salón Cibeles, Barcelona del Gaudí, cuando ni la diosa ni el arquitecto tienen que ver con el corte y la confección:
Cibeles era madre de dioses, incluido Zeus, y su culto es anterior a Grecia. Hoy solo se lo rinden los seguidores del Real Madrid cuando su equipo gana algún campeonato. Desde hace milenios no cambia su túnica blanca.
Antoni Gaudí (1852-1926), modernista, fue sumamente religioso y creador de la inacabada catedral neogótica de la Sagrada Familia. Se supone que estaba en éxtasis de rezos cuando lo mató un tranvía. Siempre vestía lo mismo: misal, traje de tres piezas y sombrero.
Cualquier nativa del alguna ciudad española, desde la sensual Bella Otero santiaguesa o la Reina Fallera valenciana, hasta las modelos vestidas con la elegancia del vasco Balenciaga, tiene tantos motivos vinculados a la moda como la diosa madridista y el místico arquitecto.