Revista Cine
'Capitán América': Sentimental capítulo de relleno a la espera de 'Los Vengadores'
Publicado el 10 agosto 2011 por Davicine
Las críticas de Carlos Cuesta: 'Capitán América. El primer vengador'
El cine es un territorio de sentimientos pero también es una industria. Esto me deja sensaciones encontradas. No sé si dar las gracias a las productoras y distribuidoras por dar vida y movimiento a historias con las que muchos hemos crecido o, por el contrario, odiarlas por sacar películas como churros maltratando esos mismos relatos, sin dotar de la calidad que se espera, por ejemplo, a proyectos como El Capitán América: El primer vengador.
Tan solo he escrito y grabado algún que otro cortometraje, por eso cuando afirmo de una superproducción como ésta que le falta calidad me siento ridículo y pretencioso porque yo no sé como sacar adelante un proyecto de este tamaño. Sin embargo, no soy tan ingenuo, he visto bastante cine comercial y puedo comparar. Sé hasta dónde puede llegar una historia si se le dedica el esfuerzo necesario y tengo la sensación de que, de nuevo, los plazos de la industria (hay que llegar a tiempo para estrenarla antes de Los Vengadores) han impedido que Capitán América tenga la calidad narrativa suficiente.
Capitán América es una película que sirve para poca más que pasar el rato, reírte con un puñado de frases y chistes dispersos e ingeniosos, ver a un superhéroe en acción al tiempo que vamos cogiendo cariño al protagonista (Chris Evans) para que nos sea familiar en Los Vengadores (aunque le recordemos como la Antorcha Humana de Los 4 Fantásticos). Su personaje es Steve Rogers, un enclenque chico de Brooklyn, de voluntad inquebrantable y buen corazón que trata una y otra vez sin éxito de alistarse como soldado para participar en la II Guerra Mundial. En cada ocasión es rechazado por sus actitudes físicas, pero su insistencia tendrá premio cuando el científico responsable del proyecto del Supersoldado, el doctor Abraham Erskine (Stanley Tucci), perciba en él todas las cualidades morales que requiere un verdadero héroe.
Pese a las dudas del coronel Chester Phillips (un rudo y bien trabajado personaje gracias a Tommy Lee Jones, pertinente pero totalmente accesorio), Rogers se someterá al experimento que le convertirá en el Supersoldado. Sin embargo, hay un precedente parcialmente fallido de este experimento en el bando nazi, antes de que el doctor Erskine huyera de Alemania, y que tuvo como sujeto al oficial nazi Johann Schmidt (muy creíble en la piel de Hugo Weaving). Este megalómano saboteará el proyecto aliado mediante un atentando que acabará con la vida de Erskine, lo que impedirá reproducir el experimento en más soldados.
Johann Schmidt, conocido como Red Skull debido al aspecto de su cráneo tras el experimento fallido, es el líder de un sección del ejército nazi, Hidra, obsesionado con los mitos teutones. Fruto de sus investigaciones logrará hallar el cubo cósmico, una fuente inagotable de energía que le permitiría ganar la guerra. La pugna entre el Capitán América y él, los dos supersoldados, uno de cada bando, tendrá como objetivo evitar que Schmidt arrase el mundo para demostrar que ha alcanzado el poder de un dios.
Pues bien, el duelo entre ambos, a nivel de acción e interpretativo, resulta decepcionante e insuficiente quizá porque Red Skull tiene escasas apariciones y muchas de ellas son tan solo para huir. Pese a estar bien caracterizado y tener la suficiente presencia gracias a Hugo Weaving, no parece que el relato dirigido por Joe Johnston (El hombre lobo, Océanos de Fuego) tenga mucho interés en darle el peso que se merece para salvarlo del ridículo.
Ridículo, con perdón, es también el aspecto de Dominic Cooper como Howard Stark (que me recuerda a un niño al que se le pone un bigote para disfrazarle de persona mayor), un personaje con el que se nos pretende traer a la mente al Iron Man interpretado Robert Downey Jr, a través de algunos chascarrillos baratos.
El título tiene alguna actuación secundaria nada despreciable (Neal McDonough), tiene su puntito de emotividad y un buen trabajo de efectos especiales. El protagonista está bien escogido, da el aspecto, nos cuenta una historia interesante de perseverancia y fortaleza pero nos deja fríos porque no tiene auténticas escenas de clímax, más allá del heroico rescate que le permite al Capitán América ganarse el respeto de la tropa. Nos deja también algo indiferentes porque toda la película es poco más que un complemento, imprescindible pero complemento en todo caso, para Los Vengadores, pero que flojea cuando se presenta como film en sí mismo. Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.
El cine es un territorio de sentimientos pero también es una industria. Esto me deja sensaciones encontradas. No sé si dar las gracias a las productoras y distribuidoras por dar vida y movimiento a historias con las que muchos hemos crecido o, por el contrario, odiarlas por sacar películas como churros maltratando esos mismos relatos, sin dotar de la calidad que se espera, por ejemplo, a proyectos como El Capitán América: El primer vengador.
Tan solo he escrito y grabado algún que otro cortometraje, por eso cuando afirmo de una superproducción como ésta que le falta calidad me siento ridículo y pretencioso porque yo no sé como sacar adelante un proyecto de este tamaño. Sin embargo, no soy tan ingenuo, he visto bastante cine comercial y puedo comparar. Sé hasta dónde puede llegar una historia si se le dedica el esfuerzo necesario y tengo la sensación de que, de nuevo, los plazos de la industria (hay que llegar a tiempo para estrenarla antes de Los Vengadores) han impedido que Capitán América tenga la calidad narrativa suficiente.
Capitán América es una película que sirve para poca más que pasar el rato, reírte con un puñado de frases y chistes dispersos e ingeniosos, ver a un superhéroe en acción al tiempo que vamos cogiendo cariño al protagonista (Chris Evans) para que nos sea familiar en Los Vengadores (aunque le recordemos como la Antorcha Humana de Los 4 Fantásticos). Su personaje es Steve Rogers, un enclenque chico de Brooklyn, de voluntad inquebrantable y buen corazón que trata una y otra vez sin éxito de alistarse como soldado para participar en la II Guerra Mundial. En cada ocasión es rechazado por sus actitudes físicas, pero su insistencia tendrá premio cuando el científico responsable del proyecto del Supersoldado, el doctor Abraham Erskine (Stanley Tucci), perciba en él todas las cualidades morales que requiere un verdadero héroe.
Pese a las dudas del coronel Chester Phillips (un rudo y bien trabajado personaje gracias a Tommy Lee Jones, pertinente pero totalmente accesorio), Rogers se someterá al experimento que le convertirá en el Supersoldado. Sin embargo, hay un precedente parcialmente fallido de este experimento en el bando nazi, antes de que el doctor Erskine huyera de Alemania, y que tuvo como sujeto al oficial nazi Johann Schmidt (muy creíble en la piel de Hugo Weaving). Este megalómano saboteará el proyecto aliado mediante un atentando que acabará con la vida de Erskine, lo que impedirá reproducir el experimento en más soldados.
Johann Schmidt, conocido como Red Skull debido al aspecto de su cráneo tras el experimento fallido, es el líder de un sección del ejército nazi, Hidra, obsesionado con los mitos teutones. Fruto de sus investigaciones logrará hallar el cubo cósmico, una fuente inagotable de energía que le permitiría ganar la guerra. La pugna entre el Capitán América y él, los dos supersoldados, uno de cada bando, tendrá como objetivo evitar que Schmidt arrase el mundo para demostrar que ha alcanzado el poder de un dios.
Pues bien, el duelo entre ambos, a nivel de acción e interpretativo, resulta decepcionante e insuficiente quizá porque Red Skull tiene escasas apariciones y muchas de ellas son tan solo para huir. Pese a estar bien caracterizado y tener la suficiente presencia gracias a Hugo Weaving, no parece que el relato dirigido por Joe Johnston (El hombre lobo, Océanos de Fuego) tenga mucho interés en darle el peso que se merece para salvarlo del ridículo.
Ridículo, con perdón, es también el aspecto de Dominic Cooper como Howard Stark (que me recuerda a un niño al que se le pone un bigote para disfrazarle de persona mayor), un personaje con el que se nos pretende traer a la mente al Iron Man interpretado Robert Downey Jr, a través de algunos chascarrillos baratos.
El título tiene alguna actuación secundaria nada despreciable (Neal McDonough), tiene su puntito de emotividad y un buen trabajo de efectos especiales. El protagonista está bien escogido, da el aspecto, nos cuenta una historia interesante de perseverancia y fortaleza pero nos deja fríos porque no tiene auténticas escenas de clímax, más allá del heroico rescate que le permite al Capitán América ganarse el respeto de la tropa. Nos deja también algo indiferentes porque toda la película es poco más que un complemento, imprescindible pero complemento en todo caso, para Los Vengadores, pero que flojea cuando se presenta como film en sí mismo. Muchas más noticias en No es cine todo lo que reluce.
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