Revista Tendencias

Capítulo 16: Entre la Tierra Media y la de los maoríes

Publicado el 24 septiembre 2016 por Packandclick

De la húmeda y tropical Bali he dado un salto a lo más sur del hemisferio sur (salvo Antártida, claro).

Me encuentro en Nueva Zelanda en estos momentos, disfrutando de la recta final.

Esta última parte del viaje no la había planeado. Compré el billete de regreso a casa desde Sydney (Australia), pero no sabía muy bien cómo iban a transcurrir mis días en Oceanía, este nuevo continente para mí.

En parte, quería hacer un roadtrip por Australia, pero es un país tan inmenso que necesitaría como mínimo un mes para poder abarcar todas las cosas que deseo ver en este lugar. ¿Y si limitaba mi recorrido? Esta opción tampoco me convencía porque sabía que me iba a quedar con ganas de más.

Por otro lado, me habían hablado maravillas de Nueva Zelanda y la tenía tan cerquita que, pensé que tal vez sería una buena idea recorrer este país, mucho más pequeño y menos accesible desde otras partes del mundo.

La idea fue cogiendo peso y a una semana de aterrizar en Sydney, cogí un billete para Auckland (Isla Norte) y otro para Queenstown (Isla Sur). Y así me planté en la tierra de los kiwis, que es el gentilicio informal que utilizan para referirse a los neozelandeses.

Auckland me recibió con un sirimiri incómodo, igualito al que estamos acostumbrados a ver en el País Vasco. Algo que me llamó precisamente la atención de la Isla Norte es que, salvo la zona volcánica y su capital, es como estar en Euskadi: Frío, húmedo, gris, lluvioso y muy verde.

No te voy a mentir, fue un poco deprimente pasar de un clima de 32C y soleado, a uno tan sombrío, pero supongo que por eso dedicieron usar este destino para rodar El Señor De Los Anillos y El Hobbit. Le va como anillo al dedo... ;-).

Mi intención en la Isla Norte era visitar la tierra de los maoríes, Rotorua, para conocer su cultura y también ver la actividad volcánica de este lugar. También tenía previsto ir a las cuevas de Waitomo, que son curiosas porque tienen un brillo azul en la oscuridad que son, en realidad, escrementos de los gusanos que habitan ahí.

Entre que el tiempo no me acompañó y no podía sacar fotos de las cuevas, decidí cambiar un poco mi ruta.

Alquilé un coche.

Sí, me atreví a conducir por el lado izquierdo nada más aterrizar en Nueva Zelanda, y partí en dirección a Rotorua desde Auckland.

No cesaba de llover.

Pensaba en las pobres vacas y ovejas que iba dejando atrás en el camino. Pobres, debían están empapadas con tanta lluvia. Pero parecía no importarles. Estarán acostumbradas, como en Euskadi.

El paisaje era precioso. Verde. Con pequeñas colinas a ambos lados de la carretera, que era de carril único para cada sentido, lo que hizo que me resultara tremendamente fácil conducir por el lado izquierdo.

De vez en cuando, ese tono verde monocromático se interrumpía con el rojo de las granjas.

Tenía tantas ganas de parar y sacar una fotografía, pero el tiempo no acompañaba y no había arcenes seguros para hacerlo.

Así que seguí conduciendo, disfrutando del paisaje desde mi coche. Hasta que, de repente, a unos diez kilómetros de una localidad llamada Matamata, la lluvia cesó de repente.

¿Voy a los estudios de El Señor de Los Anillos o sigo mi camino?

Di un giro a la derecha y me adentré en Matamata, el lugar donde se encuentra Hobbiton.

-¿Tienen tickets disponibles para hoy?

-De hecho, hay un autobús que sale en quince minutos. Tengo hueco ahí.

Y así me subí al bus que te acerca a lo que se conoce como The Shire (La Aldea).

Ha habido varias personas que me han preguntado si el sitio es real o sólo un montaje: Es 100% real.

Es el lugar exacto donde se rodaron las escenas que transcurren en La Aldea. Todo lo que se ve es real. Sólo hay un par de cosas artificiales en La Aldea, pero tendrás que visitar Hobbiton tú mismo para descubrir cuáles son.

¡No quiero chafarte todas las sorpresas!

Lo cierto es que sin quererlo, ni saberlo disfruté de dos horas muy entretenidas en Hobbiton.

No llovió durante este tiempo. El cielo me dio una tregua justo hasta el momento en que en el Dragón Verde (Green Dragon), el bar de La Aldea.

Sí, también existe y, de hecho, está operativo. Puedes tomar cerveza, té, café y pastelitos.

Justo entonces volvió a empezar a llover. Así que me despedí de la Tierra Media y partí a... la tierra de los maoríes: Rotorua.

Volcanes, danzas y olor a sulfuro

Rotorua antes por tu nariz que por tu vista. Aún no has llegado a la ciudad y de repente, un olor similar al de huevo podrido, llega a tu olfato.

Te juro que por un momento creí que había sido yo... pero me dije, no puede ser, si ni siquiera tengo gases... Jajaja. Perdón, la conversación se está tornando un poco escatológica.

Pero sí, la ciudad tiene ese aroma tan particular.

Esto se debe a la actividad volcánica y los minerales que hay alrededor.

Las zonas de Wai-O-Tapu y Te Puia, en las afueras de Rotorua, son las dos más conocidas, y me aventuré a descubrir ambas.

Es tan curioso encontrarte en un lugar en el que hace frío, llueve y te acercas a las piscinas termales y sientes calor. El agua está hirviendo y sale vapor. Sacar las fotos de este lugar no fue lo más fácil ya que, debido al viento, el vapor venía en dirección de la cámara y empañaba el cristal del objetivo continuamente.

Pero fue increíble ver lo curiosa que es la naturaleza. Y no podemos hacer nada contra ella.

El área de Te Puia, que es donde se encuentra el geyser más grande de Nueva Zelanda, también incluye un apartado dedicado a la cultura maorí.

¿Sabes quienes son los maoríes?

Es la población nativa de Nueva Zelanda. Los maoríes forman parte del grupo étnico polinesio.

No conocía mucho su cultura, salvo lo que se muestra en la película de The Wale Rider ... y por eso quería pasar un tiempo en Rotorua.

Algo que me gusta mucho de Nueva Zelanda es que no sólo respeta, sino que impulsa esta cultura.

Es su orgullo nacional.

Todos los letreros del país están escritos en inglés y lengua maorí.

En cuanto llegas al aeropuerto, te dan la bienvenida con esculturas maoríes y su saludo oficial Kia Ora.

Ojalá todos los países pusieran tanto enfásis en preversar y promover sus culturas ancestrales.

Si te gusta el rugby, sabrás que el equipo (y orgullo) nacional de Nueva Zelanda, los All Blacks, tiene como costumbre arrancar los partidos con una actuación de Haka, la danza de los guerreros maoríes... Te dejo con un clip.

Espero que te guste. En mi próximo capítulo de hablaré de la Isla Sur de Nueva Zelanda.


Volver a la Portada de Logo Paperblog