Revista Infancia
Tengo la suerte de tener muy buena memoria, suerte cuando los recuerdos son buenos, pero muy mala suerte cuando son malos, ya que la memoria no es selectiva y lo recuerda todo.Mi memoria además es fotográfica como yo la llamo, o más bien cinematográfica, guarda escenas de mi vida que puedo rebobinar y ver una y otra vez en mi cerebro.Una de ellas es el primer día que me llevaron al circo, debía ser el antiguo circo Price de Madrid en sus últimos años de existencia que coincidieron con los primeros de la mía.Debía ir con mis padres y mis dos abuelas, y el recuerdo empieza en el pasillo de acceso a las gradas del patio de butacas.Andábamos por ese pasillo, de repente entramos por una puerta que daba a las gradas, abajo en el centro de la pista estaba preparada la jaula de los leones para la primera actuación, nuestras butacas no debían estar por allí, así que salimos y nos dirigimos a otra puerta.Mi mente infantil sabía que en mi casa cada habitación tenia una única puerta al pasillo, por lo cual, cuando entramos por otra puerta yo entendí que en esa nueva “habitación" había otra jaula de leones y volvimos a salir y a entrar por otra puerta y siempre en cada habitación había una nueva jaula de leones, y con tanto ir y venir me produjo tal desorientación que creí que había puertas a los dos lados del pasillo.Desde ese día y hasta que fueron pasando los años, y mi mente deshizo aquella imagen, que yo me había hecho, la definición de circo para mi era, un pasillo muy largo con puertas a los dos lados, y cada puerta dando a una habitación con una jaula de leones.Pero además recuerdo que me produjo una de las primeras sensaciones de frustración de mi vida, porque cuando mis padres ya decidieron donde sentarse yo me quede muy preocupado y disgustado porque no iba a ver los leones de las jaulas de las otras habitaciones.Después, de la actuación solo recuerdo el miedo que me daban los leones y la actuación de los chimpancés que tenían pañales y orinal como yo y lo usaban antes de irse a la cama.
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