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Capítulo 17: Queenstown, una perfección casi celestial

Publicado el 30 septiembre 2016 por Packandclick

Desde el aire, mientras sobrevolaba la Isla Sur de Nueva Zelanda, ya intuía que me iba a gustar este lugar... lo que no esperaba es que llegara a gustarme tanto.

Tuve un despertar dulce. Abrí los ojos y desde el cielo pude ver toda la cordillera cubierta de un manto de nieve. Son los Alpes del Sur y al ver esta maravilla, no pude salvo suspirar y disfrutar de aquel regalo que tenía ante mí.

La Isla del Sur es un paraíso. Es un lugar perfecto.

A veces me reía sólo de pensar que Dios debió llegar enérgico a Nueva Zelanda, porque le puso bastante ímpetu a la hora de crear estas islas.

El lugar es tan bonito, que a lo largo de los días que pasé en la Isla Sur, no hice más detenerme en mitad del camino para sacar fotos.

El lugar es tan sumamente bonito que las fotos que he ido compartiendo están sin editar. No les hace falta ningún tipo de edición porque todo parece estar perfectamente en el lugar que le corresponde.

No hice planes a la hora de visitar la Isla Sur. Dejé que me guiase en el camino y así, sobre la marcha, decidí ir a ver entre los fiordos de Milford Sound, quizá, la única decepción del país.

Y del mismo modo, subí a Wanaka y de ahí hasta el Monte Cook.

Cada día que pasé en la Isla Sur hice un recorrido por sus montañas. Nunca antes había respirado un aire tan puro y sentía como si tuviera que resprirar más hondo para que ese aire calase bien en mis pulmones.

Qué vistas las que se ven desde lo alto de las montañas. Pero también desde la llanura de los lagos.

No me canso.

No me cansé entonces y ahora, cuando cierro los ojos y me teletransporto nuevamente a la Isla Sur, vuelvo a sentir que ese aire limpio entra en todo mi interior.

Y te voy a contar un secreto. Curiosamente, uno de los peores momentos de este viaje lo pasé en Queenstown. Me robaron la cartera con mis tarjetas de crédito e identificación. Fue de la forma más absurda, en el único momento de este viaje en que bajé la guardia porque... ¿quién iba a robarme una cartera en Nueva Zelanda? ¿En un pueblo de 13,000 habitantes? Pues sí, aunque sabía que algún momento del viaje esto iba a pasar, jamás pensé que sucediera en Queenstown. Y pasó.

Guarbaba un monedero con un par de tarjetas extra y mi DNI pero el susto inicial no te lo quita nadie.

Y ni así cambió mi percepción del lugar. Decidí que lo mejor que podía hacer era volver a respirar ese aire limpio. Así que, caminé nuevamente hacia el monte y dejé que mi frustración se quedara en las montañas.

Podría repetirme hasta la saciedad acerca del paisaje de este lugar, pero ya sabes el dicho... Una imagen vale más que mil palabras y por ello, en este post prefiero contarte la historia con fotografías.

Espero que te gusten.

Sydney es la última parada de este viaje. Me cuesta creer que esta aventura ha llegado a su fin.

Aunque, también me gustaría pensar que no es el final, sino el comienzo de algo mejor. Cierro una etapa de mi vida para empezar una nueva.

¿Qué opinas tú al respecto?


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