(Natalia Serna)
Jessica se quedó blanca al ver quien era la persona que le estaba apuntando con una pistola. Al ver que Noelia se acercaba lentamente hacia ella, sintió miedo por lo que pudiera ocurrir. Enseguida aquella rubia desquiciada encendió las luces del salón para poder ver su cara de terror con todo lujo de detalles. Al poder ver la habitación con claridad, Jessica vio que su padre estaba tirado en el suelo cerca del sofá. Estaba inconsciente debido al golpe que debió de recibir en la cabeza. Eso dedujo la joven al ver la sangre que le salía de allí. —¡Papá! —exclamó presa del pánico al ver el estado de Lucius. —¡No te muevas, zorra! —le grito Noelia, quien daba signos de nerviosismo mientras no dejaba de apuntarla—. No se te ocurra moverte o no me temblará el pulso a la hora de disparar. —¿Qué le has hecho? —le preguntó Jess con lágrimas en los ojos—. ¿Le has matado? —Al ver que la rubia no le respondía, centró toda su atención en su padre, y para su tranquilidad, comprobó que el hombre todavía respiraba— ¿Por qué haces todo esto? —probó suerte con otra pregunta. Necesitaba respuestas—. Está desangrándose, tengo que llamar a una ambulancia para que venga a buscarlo y lo lleve al hospital. —¡He dicho que no te muevas! —gritó Noelia mientras seguía apuntándola poniéndose más nerviosa por momentos—. Tú. Tú, tienes la culpa de todo. Jessica no entendía por qué Noelia había dicho aquello ni por qué la había tomado de aquella manera con ella ya que ni siquiera la conocía. Pero ahora no era momento de preocuparse por las razones que habían llevado a Noelia a actuar así, en aquellos momentos era más importante la salud de su padre. Aunque sentía miedo por lo que aquella loca desquiciada pudiera hacer, supo que tenía que actuar y pronto. Así que, para sus adentros, respiró hondo y reuniendo el valor suficiente para enfrentarse a Noelia, intentó hablar con ella para ver si le hacía entrar en razón: —Noelia —empezó a decir—, por favor, deja la pistola y hablemos. ¿Qué quieres que haga por ti? —¿Qué quiero que hagas por mí? —le contestó de forma agresiva y alterándose cada vez más—. Quiero que te alejes de Jack. Es mío —siguió diciendo mientras iba de un lado a otro sin apartarse de la puerta—. Él me quiere a mí —prosiguió diciendo mientras unas lágrimas empezaban a salir de sus ojos—. Estábamos muy feliz hasta que tú te cruzaste en su camino. —Creía que la última relación que tuvo Jack, antes de salir conmigo, fue con Diana —le interrumpió Jessica. —¡Eso no es verdad! ¡Él comenzó a salir conmigo cuando Diana enfermó! —espetó Noelia empezando a estar fuera de sí—. Gracias al accidente, tuve víalibre para seducirlo y hacerme con él. Y me alegro de que la guarra esa siga hoy en día en el hospital muriéndose porque así no volverá a ser un problema para mí. En cambio, ahora eres tú la que se interpone en mi camino. —Jack nunca me habló de ti. No debiste de ser algo importante en su vida si nunca te mencionó. Y estuvieras saliendo con él en alguna ocasión o no, lo cierto es que cuando me conoció, ya no estaba contigo; y debes de aceptarlo, dejarlo ir... —le pidió Jessica con voz calmada y omitiendo que Diana había salido del coma. —Eso jamás. Si hace falta, te quitaré a ti también de en medio. —¿Qué dices? —le peguntó Jessica acercándose a ella poco a poco—. ¿Tuviste algo que ver con el accidente de Jack y Diana? —Jess la miraba incrédula a la vez que iba atando cabos. —¿Acaso crees que iba a dejar que esa se apoderara del chico al que yo le había echado el ojo meses atrás, antes de que ella apareciera con su guitarra? No soy tan estúpida, sabía que a Jack esa chica le importaba bastante, y con ella en juego, yo no iba a tener nunca la oportunidad de acercarme a él. Solo tuve que manipular los frenos para hacer que se estrellaran y rezar para que mis expectativas se cumplieran... nada complicado. —¡Pero podrías haber matado a Jack en el intento de deshacerte de Diana! —exclamó Jessica, toda preocupada al comprobar que efectivamente estaba ante una loca que no tenía reparos de lastimar a los demás con tal de salirse con la suya. —Sí, era un riesgo con el que contaba. Me dije que si él moría en el acto, no tendría que preocuparme que otra se lo llevara. Prefiero que él muera, antes que esté con otra que no sea yo. Pero la suerte me acompañó y él salió prácticamente ileso. Y luego, no me costó mucho ser su paño de lágrimas, un apoyo donde consolar su pena y su culpa. —Te aprovechaste de su estado de vulnerabilidad creyéndose culpable del estado comatoso de su amada, para atraparlo entre tus garras... —Así es, y nos iba bien hasta que apareciste tú. —Él no estaba ya contigo cuando yo llegué a su vida —susurró Jessica no muy convencida. Que Jack jamás le hablara sobre Noelia e intentara un acercamiento con ella nada más conocerla, no significaba que no estuviera manteniendo entonces una relación con esa rubia desequilibrada. —Eso no es del todo cierto en realidad —espetó Noelia, sin dejar de apuntarla con el arma—. Nuestra relación siempre fue especial. Lo mismo estábamos juntos, que lo dejábamos por un tiempo. Pero siempre volvíamos a reconciliarnos y a estar bien. Y estuviéramos de buenas o no, nunca dejó de ser mío ni estuvo cien por cien libre. —Hasta que aparecí yo y eso dejó de ser así, ¿es eso lo que me ibas a decir? —Jessica no dejó que respondiera. Estaba viendo que el tiempo pasaba y que la demente no reculaba—. Mira, Noelia, si necesitas hablar puedes desahogarte conmigo pero deja que antes llame a la ambulancia, por favor —rogó estando ya al lado del cuerpo inerte de Lucius y a unos dos metros de donde se encontraba la rubia apuntándola con el arma; con destreza, durante la breve e intensa conversación, se había ido acercando a su progenitor, y por ende, a ella—. Mi padre... mi padre se está desangrando y puede morir si no lo atienden lo antes posible. Afuera de la casa, la gente paseaba tranquilamente ajenos a lo que estaba pasando dentro de la vivienda. Hacía una noche despejada y amena cuando el ruido de un disparo, que venía de la casa de Jessica, trastocó el apacible paseo de la gente que pasaba tranquilamente por allí. *** Aquella noche Richard, después de ver como Noelia le había clavado un cuchillo a Jack en el estómago, se quedó en el hospital con él porque no quería que nada de aquello volviese a ocurrir en el caso de que la loca decidiera regresar y rematar la faena. En el fondo empezaba a sentir cierto aprecio por el chico aunque seguía teniendo ciertas dudas al respecto.—Tenemos que hacer algo para proteger a Jessica de Noelia —dijo Richard mientras lo visitaba en la sala de cuidados intensivos—. Noelia es capaz de hacer cualquier cosa.
—¿Crees que no lo sé? —susurró Jack con voz pastosa; hacía poco que se había despertado tras haber sido anestesiado por completo—. No sabes lo que me duele estar aquí y no poder estar ahora mismo con ella —siguió diciendo—. Como le pase algo por culpa de Noelia, no me lo voy a poder perdonar en la vida...
Jack se quedó callado cuando en ese instante el teléfono móvil de Richard comenzó a sonar.
—Jessica —dijo nada más descolgar la llamada—. ¿Estás bien? —Según escuchaba lo que la joven le decía desde la otra línea, su rostro iba cambiando de expresión—. Tranquila, verás como lo de tu padre no es nada grave —siguió diciendo intentando calmarla— Tranquilízate... voy para allá ahora mismo —Tras una corta pausa, y ante la atenta mirada de Jack, dijo—: ¿Jack? No te preocupes por él, está bien.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Jack visiblemente muy preocupado, después de que Richard colgará el teléfono.
—Es Noelia —empezó a decir—, se ha presentado en casa de Jessica y la ha amenazado.
—¡¿Cómo...?! —le interrumpió Jack—. ¿Ella está bien?
—Está muy nerviosa, pero no le ha ocurrido nada —le dijo para tranquilizarlo—. Te llamo cuando llegue a su casa y vea todo lo que pasa.
Richard se marchó apresuradamente de allí ante la preocupada mirada de Jack quien se sentía impotente al no poder ir él también; a su vez, el herido se decía que si aquella loca le hubiese llegado a hacer algo a su amada, él nunca se lo hubiera perdonado.
***
Al llegar a casa de Jessica quince minutos después, Richard vio tres coches de policía en la puerta además de los típicos vecinos curiosos que se habían acercado al lugar alertados tras el sonido de un disparo. En aquel instante en el que él llegaba, una ambulancia cerraba sus puertas y se machaba de allí a toda prisa. Enseguida él se dispuso a buscar a su amiga deseando que no le hubiese pasado nada malo. Segundos después, la vio sentada en las escaleras de su casa con un policía al lado suyo quien no dejaba de vigilarla ni un solo segundo. Ambos al ver que el otro estaba allí, corrieron al lado del otro ante la atenta mirada de la gente de alrededor.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Richard.
—Noelia —alcanzó a decir Jessica entre lágrimas—. Se ha presentado esta noche en casa... con una pistola —Al hablar entre sollozos, apenas se le entendía—. Quería matarme — confesó— Y ahora anda herida de bala, por ahí suelta —concluyó.
—Tranquila —la consoló Richard sin dejar de abrazarla—. Estás a salvo. Te llevaré a mi casa para que descanses esta noche.
—Quiero ir al hospital —le dijo Jess negando con la cabeza, desestimando su propuesta—. Mi padre... Jack. Llévame allí, por favor.
—Está bien —le respondió Richard—. Pero no me separaré de ti en toda la noche. Al menos hasta que la policía no encuentre a Noelia. Quién sabe que más puede hacer la loca esa. ..
Después de que la policía le tomara declaración a Jessica, y por supuesto, la dejarán irse, ambos se marcharon al hospital en la moto del muchacho. Al llegar al hospital, enseguida preguntaron por el estado de Lucius. Les informaron que aún estaba siendo atendido por los médicos, pero todo apuntaba a que se recuperaría pronto.
Al ver que no podían hacer nada más ahí, en esa ala del hospital, decidieron ir a ver Jack mientras esperaban a que los médicos dijeran cual era el pronóstico de Lucius tras ser atendido en urgencias.
Como Jessica seguía temblando presa de los nervios por todo lo acontecido, Richard la llevó ante Jack sujetándola de la cintura. Al entrar en la habitación, Jessica se soltó del agarre de su amigo y corrió a los brazos de Jack, quien nada más verla sana y salva, se alegró sobremanera.
Nada más entrar ambos en contacto, y sin pensárselo, Jessica le besó como si hiciera mil años que no le besaba ajena a la mirada Richard; él, después de presenciar aquel momento, optó por salir al pasillo y dejarlos solos.
***
A la mañana siguiente, enviaron de vuelta a Jack a su habitación. Jessica, que había pasado parte de la noche en la sala de observación con su padre, quien resultó tener nada más que una contusión, y la otra parte acompañando a Jack, se encontraba en ese momento con este último, ayudándole a acomodarse en la cama.
Mientras, Richard, que en todo momento estuvo cerca de Jessica y tampoco había pegado ojo, se encontraba en esos momento apoyado en la pared blanca del pasillo inmerso en sus pensamientos, cuando la puerta de la habitación de al lado se abrió de repente. De aquella habitación estaba saliendo un trabajador del hospital empujando una silla con una muchacha. "Es hermosa" pensó Richard para sí mismo sin poder dejar de mirarla. Sus ojos ojerosos se toparon con la mirada decaída de aquella chica. Un escalofrío recorrió el cuerpo de ambos sin poder dejar de mirarse directamente a los ojos. Él no podía dejar de mirar cómo aquella muchacha se perdía en el pasillo de aquel hospital junto al celador que empujaba la silla de ruedas que la transportaba.
—Disculpe —le interrumpió la voz de un apuesto joven, cercano a los treinta años que estaba a su lado—. Siento interrumpirle, ¿la habitación 302 está por aquí?
—Sí, es esta —le respondió señalando a la puerta de Jack que quedaba a sus espaldas—. Pero el chico está descansando ahora mismo como para recibir visitas. ¿Quién pregunta por él?
—¿Eres amigo suyo? —preguntó el desconocido—. Mi nombre es Esteban, soy el hermano mayor de Noelia y necesito hablar con él. Es importante.
Richard no se fió de estas últimas palabras de Esteban, ¿y si Noelia había enviado a su hermano para rematar lo que había empezado?
Sin embargo, después de que Estaban le convenciese de que no tenía nada que temer, Richard lo invitó a entrar seguido de él.
Nada más entrar los dos, la mirada de Jack reveló que lo había reconocido.
—Siento lo que os ha hecho mi hermana a los dos —empezó a decir Esteban—. En casa estamos muy preocupados por ella y entendemos que queráis presentar cargos en su contra —les dijo mientras se sentaba en la única silla que había en la habitación—. Mis padres no saben qué hacer con ella. Acabamos de descubrir que hace semanas que no se está tomando la medicación que le recetaron en el centro psiquiátrico —prosiguió contándoles, llevándose a su vez las manos a la cabeza en señal de derrota y cansancio.
—¿Está enferma? —preguntó Richard, aunque era algo obvio.
—Mi hermana tiene una enfermedad psicológica por la que tiene que tomar Fluoretina y Clomipramina todos los días —explicó Esteban—. Nuestros padres tuvieron que encerrarla en un centro porque, debido a su avanzada edad, no podían hacerse cargo de ella —les contaba antes la mirada de los tres adolescentes—. Creíamos que estaba bien y que cumplía con su medicación, pero ya hemos visto que nos engañó y que... —se echó a llorar sin poder terminar la frase.
Jessica no dudó en acercarse al hermano de Noelia y darle un abrazo intentando consolarle aunque en el fondo, y al igual que Jack y Richard, tenía ciertas dudas de si aquello que les había contado era verdad o se lo había inventado para que no denunciaran a su hermana.
—Antes —empezó a decir Jessica—, tu hermana confesó que fue la causante del accidente que tuvieron Jack y Diana. ¿Sabías algo al respecto?
Por la expresión de horror del desconocido, la joven supo que no. Y por las caras de espanto que pusieron Jack y Richard, Jessica supo que ahora le tocaba dar explicaciones al respecto.