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Capítulo 5: Con el dios Krishna en la ciudad india de Vrindavan

Publicado el 17 agosto 2016 por Packandclick

Me despedí de Jordania sabiendo que algún día volveré a este país que me ha enamorado por completo. Era la primera vez que iba a Oriente Medio, la primera vez que pisaba tierra árabe y, a pesar de lo que se lee y escucha, mi sentí muy segura en este país y la gente no tuvo más que palabras y gestos de amabilidad hacia mí.

Y con ese buen sabor de boca aterricé en... Nueva Delhi, India. Sí, después de haber visitado Italia, Jordania e Israel, ahora me alejo de Oriente Medio y me meto en de lleno en Asia.

La India. ¿Qué te puedo decir acerca de este país? Llevaba una década queriendo conocer la que antiguamente se conocía como Hindustán o tierra de los hindúes. Fue precisamente hace diez años cuando conocí y estuve saliendo con un chico de etnia india, residente en Nueva York, y a raíz de conocerlo, me empezó a interesar la cultura, la gastronomía y las religiones de este país.

La India. ¿Cómo describirla? Es difícil, porque al llegar aquí me he dado cuenta de una cosa: por mucho que leas al respecto, por mucho que te mentalices, por mucho que te digas "va a ser difícil, prepárate...", hasta que aterrizas y pones pie en este país, no sabes a qué se refieren las demás personas que ya han estado antes que tú.

La India. Me recibió con un chaparrón habitual por estas fechas de monzón. Nada a lo que no esté acostumbrada siendo del País Vasco, pero déjame decirte que, cuando llueve en la India, llueve con ganas. Son trombas de agua que caen durante aproximadamente una hora, hasta escampar. Así varias veces al día.

A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que sigo un tema concreto en este viaje por el mundo. Empecé en Roma, para ir a la Ciudad de Vaticano; de ahí fui a Jerusalén, Tierra Santa para las tres principales religiones monoteistas; y ahora en la India me voy a centrar, sobre todo, en otras dos religiones: el Hinduismo y Sikhismo.

Visitando el lugar en que nació Krishna

El Hinduismo es una religión compleja y como no soy experta en ella, no me voy a meter muy de lleno en este tema. Pero sí pienso que para que entiendas este capítulo debería explicar un par de cosas previamente.

Es una religión politeista, llena de supersticiones, y muy diferente (pero, curiosamente, a veces muy similar) al cristianismo. Los hindúes creen en miles, me atrevería hasta a decir que millones, de dioses. Los hay de todas formas; humanos, con cabeza de elefante (Ganesh), con cabeza de mono (Hanuman), dioses adultos y dioses niños, dioses y diosas.

Pero, las cosas se simplifican. Hay tres dioses principales: Brahma (dios creador), Vishnu (dios preservador) y Shiva (dios destructor), y cada uno tiene sus consortes, también diosas muy importantes.. A la vez, estos dioses tienen avatares y se reencarnan a lo largo del tiempo y la historia.

Y aquí es donde quería llegar yo: Al dios Vishnu y su avatar Krishna, el más importante de todos.

Decidí comenzar mi viaje yendo a la raíz de las cosas; al lugar en que nació y creció el dios Krishna. Es uno de los dioses más venerados por los hindúes y conocidos mundialmente; y las ciudades the Mathura y Vrindavan, situadas a casi tres horas de Nueva Delhi, son destinos sagrados y de peregrinaje para los hindúes.

Lo que no sabía es que ese peregrinaje del que hablo tiene lugar precisamente ahora, durante la época de monzón. Millones de hindúes viajan a estas dos ciudades para hacer sus peticiones, a rezar y a llenar de ofrendas al dios Krishna.

Algo que debes saber es que las capitales de la India, como pueden ser Nueva Delhi o Mumbai, no tienen nada que ver con aquellas ciudades de menor tamaño, que aunque son grandes en población, no tanto en cuanto a infraestructura. Y así aterricé yo en Vrindavan, una ciudad de 90,000 habitantes y 10,000 templos.

Y tuve ese momento de shock inicial causado por varios motivos: No había dormido en más de 24 horas, no había comido en más de ocho horas, estaba sedienta, cansada... y poner pie en las calles de Vrindavan, en medio de época de peregrinaje, no fue la decisión más acertada. Pero de todo se aprende, ¿no?

Fue muy abrumador entrar en un templo tan pequeño como tu casa y ver cientos y cientos de personas agolpándose, tirándose al suelo y gritando, alabando a su dios. El hedor humano, debido al húmedo calor y la aglomeración de personas, era asfixiante. ¿Dónde me había metido?

Las calles de Vrindavan son estrechas y compartes vía con coches, motos, carros tirados por 1) personas 2) caballos o 3) camellos, rickshaws, tuk-tuks, bicis, vacas, cerdos, burros, perros, monos, cabras... y seguro que algo me he dejado por ahí. Así que se puede justificar esa sensación de agobio, ¿no? Sudando, hambrienta, somnolienta... No estaba preparada para ello.

Y en esas, mientras miraba a mi alrededor desorientada y veía cómo un mono le robaba las gafas a una señora, sentí cómo alguien me daba un golpecito en la espalda.

"Can I take a selfie with you?"

Tendría unos doce años. La miré y sonreí. Cómo iba a negarme. Su familia estuvo muy agradecida al respecto y hablamos un ratito mientras intentaban recuperar las gafas. Fue inútil. El mono encontró con qué entretenerse ese día.

Y de repente, 20 personas más querían sacarse una selfie conmigo... pero mi guía me dijo que mejor no hacerlo porque suelen usar Photoshop y... bueno, prefiero no imaginarlo. Y seguía mirando a mi alrededor hasta que un hombre, entrado ya en años, peinando canas tanto en su cabellera como poblada barba, me mira y me dice lo siguiente:

"Where are you from?"

"Spain"

Y se le iluminan los ojos.

Estoy hablando con un sacerdote hindú, un hombre sagrado, que sólo lleva un taparrabos. Y me dice lo siguiente:

"Barcelona or Real Madrid?"

Y yo ya ahí me quedo completamente descolocada. Y él lo ve en mi cara y se empieza a reír a carcajadas.

"Pero, ¿qué sabes tú del Barcelona o el Real Madrid?", le digo en inglés.

Sin moverse de su lugar, alza el brazo y me indica un punto en la plaza.

"¿Ves eso de ahí? Es un bar, tiene televisión, y nos reunimos ahí para ver los partidos y hasta peleamos en el Clásico."

Mi cara, un puzzle.

Estaba en medio de una ciudad en la otra punta de mundo, hablando con un sacerdote hindú, y éste me pregunta por fútbol. El mundo es tan pequeño a veces, y las diferencias tan insignificantes.

Fue así cómo se me quitó el shock inicial. A algunos les lleva días, creo que a mí me bastó con seis horas.

Nos alejamos de aquella claustrofóbica calle y de ahí fuimos a visitar otros templos importantes relacionados con el dios Krishna. Templos preciosos, grandes, espaciosos, y cuidados con mucho mimo. Templos más conocidos y templos no tan concurridos. Pasamos un rato frente al río Yamana, el segundo más sagrado para los hindúes tras el Ganges, observando cómo más monos se peleaban entre ellos y varios sacerdotes cantaban alabanzas al dios Krishna.

Supe entonces que a pesar de los contrastes de este país, de las diferencias visibles y palpables, todo iba a estar bien.

Y así fue y así te lo contaré en el próximo capítulo...

Hasta entonces.


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