Revista Diario

Capítulo V: mi primera sesión

Por Aletaubas

- Ale, cortala con las interpretaciones. ¿Por qué no me contas cómo te sentiste esta semana?

 

- Ok. Me dejó una chica que me gustaba mucho.

 

- Ves, jamás imaginé que podía venir por ese lado. ¿Sabés por qué? Porque ni siquiera mencionaste que había alguien en tu vida. ¿No te parece un poco raro? ¿De qué te reís?

 

- Me causó gracia, puede ser.

 

- ¿Por qué te dejó?

 

- ¿Querés la versión con o sin subtítulo?

- Siempre tenés que estar presente en todo, hasta en aquellos contextos en los que capaz fuiste un mero observador. No digo que éste sea el caso, pero es un acto que nos acompaña en todas las sesiones.

 

- Sorry, te lo tenía que mencionar. Vamos con la versión sin subtítulo: está enamorada de otra persona.

 

- Demasiado concreto como para tener una segunda explicación.

 

Ahora que recuerdo, hay algo que mencionaste en tu blog que me parece que atenta contra vos mismo. Lo escribiste en un ensayo que creo que se llama algo de El crepúsculo del sentido común. Ahí afirmás muy seguro que, cuando estamos condicionados por efectos emotivos muy intensos, tendemos a manipular las palabras que recibimos para que se ajusten a nuestro propio deseo.

 

- Jaque. A ver si puedo salvar al Rey…. Sentí dolor, todavía lo siento.

- Bien, es la primera vez que me hablás de una mujer, siempre estás protegiendo tu imagen “vacante”. ¿El hecho de que te animes ahora a hablarme de alguien es una forma de terminar de sacar tus ojos de mí para concentrarlos plenamente en vos?

 

- Supongo que tiene que ver con que siempre que una persona oculta sus relaciones o emociones está buscando guardar una carta para ser elegido. Es fácil hacerse admirar mientras se permanece inaccesible.

 

- ¿Y qué más?

 

- El hecho de que seas mujer, atractiva e interesante, le da -o le daba- vacaciones a mi tristeza. Disfrutar de un diálogo con una mujer que te gusta es un recreo a la frustración.

 

- Pero Ale, ¿para eso no es mejor ir a un bar?

 

- No, Sol. No me podés negar que mucha gente usa la terapia sólo para ser escuchado, para cubrir roles de amigos, padres o parejas que no tiene. Vienen sólo a sentirse comprendidos. Y no siempre porque sus relaciones sean malas, sino porque no dan la chance de mostrarse tal cual son, y prefieren un tercero, ajeno, para blanquear sus vidas.

 

- Pero ese no es tu caso, ¿no?

 

- No, pero yo tampoco vine a terapia a tratarme: vine a levantarte. Y sos vos la que despertó mi interés por ser analizado. Me cuesta resignarte como mina, pero me entusiasma tu manera de llevarme. ¿Qué debería hacer?

 

- Creo que eso ya lo decidiste hoy. ¿No te parece? Me cuesta creer que mantengas esta postura en el tiempo, pero me desafía como analista que no quieras perder tu rol de paciente conmigo.

 

- Qué disfrutes mi tristeza, entonces…

 

- ¿Disfrutar? ¿Qué puedo disfrutar yo con tu tristeza? No estoy aquí para gozar de lo que te suceda sino para ayudarte a transitar aquello que te cueste, que en este caso tiene que ver con cómo te relacionás con las mujeres, con que puedas manifestarte desde tu vulnerabilidad, desde tus flaquezas, desde tu deseo, Ale, mi función es dejarte fluir, hacer que te escuches. Así que, contame, ¿cuánto hace que estás así?

 

- Algunas semanas.

 

- ¿Y cuánto hace que la conocés o que empezó tu historia?

 

- A la semana de nuestra primera sesión, por diciembre.

 

- …

 

- Y el hecho de que apareciera alguien que llamara mi atención permitió que le sacara foco al enamoramiento frustrado que estaba a punto de generar con vos. Es verdad que tengo un patrón a engancharme con mujeres imposibles, pero esta fue y es posible. Me enamoré compartiendo, en lugar de imaginando compartir.

 

- ¿Qué pasó, entonces? ¿Por qué no funcionó?

 

- Voy a necesitar más tiempo, así que mejor te lo cuento en la próxima sesión.


Volver a la Portada de Logo Paperblog