Revista Diario

Capítulo XIX: Antes del amanecer

Por Aletaubas
Sol, te extraño. ¿Justo ahora tenías que viajar? ¡La puta madre! Se que me estaba acercando y que, en un par de semanas más, algo hubiera pasado. Pero tres semanas lejos destruyen todo. Si estaba medio mal con su pareja es el mejor momento para reconstruirse. Lejos de todo, los viajes siempre unen. El cambio de aire, de hábitos, todas cosas copadas, imposible llevarte mal, aunque quieras… gran ficción. Si hay algo que te salva de las peores crisis es recordar los mejores momentos juntos. Y esos, en general, ocurren en los viajes…
No me la puedo sacar de la cabeza. Es muy inteligente, me lee como nadie. ¿Por qué siempre con minas en pareja? Hay tantas minas buscando un compañero y yo siempre caigo en el lugar del que seguro salgo lastimado. ¿Serán excusas para seguir solo? ¿Cuánto tiempo más vas a seguir acostado en esta cama, mirando siempre por la misma ventana desde hace 7 años, durmiéndote con el otro lado vacío, creyendo que estás esperando a alguien que nunca aparece? ¿De dónde carajo seguís sacando expectativas de encontrar a una persona que te retenga después de haber conocido tantas minas? No aflojás hijo de puta. No tenés idea de lo que querés. Esa es la verdad, y cuanto más tiempo pasa, más te acostumbras.
Tus amores son sólo sueños. No son reales. Las pocas veces que se volvieron reales, te diste cuenta que, al final, eran más especiales antes de conocerlas. Y tengo que dejar de comparar todo con ella. Ella fue cuando eras un pendejo. No puedo seguir comparando. Quiero destruir esta fortaleza a ver si dejo penetrarme por alguien cercano, especial y, principalmente, posible. Aunque con la pendeja estaba hasta las manos. Hacía tiempo que no estaba así. ¡Qué gaste me comí! ¡Y cómo lo disfrute! Lástima que duró tan poco. Estaba de novia, como todas. ¿Qué riesgo corría en decirle a alguien “te amo” si en definitiva todo estaba por terminar? No hay compromiso en amar a quien no te ama. Es mucho más fácil. Vivir siempre en una leve frustración tiene mucho menos riesgo que jugársela con alguien, emprender algo juntos y, tiempo después, darse cuenta que la cosa no funciona y tener que padecer un zarpado duelo. Y aunque hubiera dejado al novio, era una pendeja. ¿Cuál era la peor presión que podrías correr? ¿Presentarte a sus padres? ¿Hacer algún que otro programa juntos? Comparado con la convivencia, el matrimonio y los hijos, sentarme a comer con sus viejos o conocer a sus amigos era como ir a Disney. No arriesgás nada, ¡Sos un cagón! Capaz tiene razón y sólo me estoy protegiendo. Tengo que tener todo controlado siempre.
¿Pero de qué? ¿Justo ahora se tenía que ir de viaje esta forra? No quiero que le vaya mal, pero una vez más quiero ver de qué se trata esta curiosidad. ¿Tendrá algo distinto, o es otra conquista con alguien que me la complicó un poco más? Ya no se…

Lo que sí se, es que no me puedo dormir. Ya cambié de posición diez veces, me cansé. Fue, mejor enciendo la compu…
Capítulo XIX: Antes del amanecer

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