Revista Diario
Me sentía tan contenta, que no pude evitar saltar en la cama varias veces.¡Me había besado! Me había abrazado con ternura y había sido sincero conmigo, como siempre había soñado. Puede que no haya podido retenerle en su marcha, pero igualmente, me sentía la mar de feliz.Pero mi felicidad se congeló cuando caí en la cuenta de una cosa. No me había dicho cuándo se iba a ir. Tal vez se fuera en seguida, o tal vez se fuera mañana. Lo único que sabía era que quería en el fondo volver a verle, como última vez. Ésta vez me parecía más de reconciliación que de despedida.Me dispuse a salir, pero el teléfono fijo comenzó a sonar, y no tuve más remedio que cogerlo.-¿Sí?-Disculpe, ¿está Victoria?Era la voz de Uxia. Siempre ponía esa voz sumisa por el teléfono, y más cuando me llama, que siempre se confunde conmigo y con mi madre.-Sí, claro que está. Es más, está hablando usted con ella. –Dije en tono de burla.-Muy gracioso, Vic. –Se rió a pesar de todo- ¿Has hablad con K o algo? Nos tenías a todas preocupadas, y como soy la única que no está enfadada con los padres por las notas, pues te llamo para informarlas a ellas más tarde.Enarqué una ceja. Eso no tenía demasiado sentido.-Y… ¿cómo vas a contactar con ellas?-Sabes que Fefé no te llama porque ni siquiera tiene teléfono, así que me quedo con ella a dormir, y desde mi móvil enviamos sms. Tenemos juntas una hucha de ahorros y vamos a usar unos diez euros de recarga por si tenemos que enviar más de los necesarios. –Cuando terminó de explicar, respiró hondo, como si le hubiera costado la vida recapitular.Me quedé un rato mirando el suelo, pensativa, y luego asentí, aun a sabiendas de que ella no me estaba viendo.-Pues… verás, yo al final hice las paces con K, aunque al principio no me salió nada bien, puesto que empezamos a… a criticarnos de mala manera.Seguí hablando, intentando ser lo más detallista posible. Le dije también que había hecho un amago de besarlo, pero que al final fue él quien me besó, y que todo acabó bien.-Pero igualmente quiero volver a verlo. –Susurré. –Sé que ya no puedo, porque pronto llegarán mis padres, así que intentaré escaquearme por la noche.Uxia chasqueó sonoramente la lengua. Sentí el ruido como si lo hubiera hecho en mi propio oído. Arrugué el rostro con desaprobación.-A ver, guapa mía, no creo que él esté dispuesto a verte más. ¿No ves que eso le hace sufrir? Tu presencia hace que le recuerdes una y otra vez que no te va a volver a ver en años, y eso es duro, ¿sabes?-Sí, pero…Me quedé callada, fijando la vista en un punto indefinido, analizando bien la frase que acababa de pronunciar mi amiga. Estaba claro que algo no iba bien, y ese algo era que mi amiga sabía más de lo que yo pensaba.-Un momento… ¿eso lo has analizado tú sola?Creo que hice la pregunta correcta. Se quedó pensativa, pronunciando un largo “eh” para dejar que fluyera el tiempo mientras medía las palabras que me iba a decir.-Bueno, a ver… Hace unos días hablé con K, como todas. Nos despedimos las cinco porque sabíamos que no íbamos a verlo en mucho tiempo, y no teníamos gana alguna de quedar con él, porque… bueno –titubeó antes de seguir. -, la verdad es que nos sentíamos en parte como si te traicionáramos quedando con él.Contraje de nuevo el rostro, mostrando una huella de desaprobación.-¿Qué? Pero si eso es una tontería. –Mi voz sonó seca y apagada. –Bueno, dejando eso a un lado. ¿De qué habéis estado hablando?Escuché su risa ciertamente alegre tras el auricular.-¿Tanto te interesa?-¡Pues claro! Todo lo que tenga que ver con él me… -Me tapé la boca, incrédula. Lo que acababa de pronunciar era cierto. Había salido de mi corazón más que de mis cuerdas vocales.Nos quedamos unos segundos en silencio, que a mí se me antojaron largos y eternos. Finalmente, ella habló.-Le vas a echar muchísimo de menos, lo sé. Lo sabemos todos, pero tienes que empezar a madurar ya, Vic. Tienes que comenzar a aceptar que no va a estar él toda la vida junto a ti. No eres ya una niña.Aquellas palabras me afectaron más de lo que yo quería reconocerle. Me puse la mano en el pecho, e intenté controlar las lágrimas que se iban acercando como torrentes a mis ojos. Suspiré, y eso fue lo que me delató, porque al final acabó como un sollozo.-Sé que… sé que mi vida es en realidad más fácil de lo que la pinto. Sé que realmente debería madurar, ser una persona adulta más que una adolescente, que debería pensar de un modo más objetivo, y te juro por lo que más quieras que así es como son las cosas actualmente. Yo pienso de un modo maduro y responsable, pero… -Me mordí el labio inferior, y suspiré. –Pero no actúo en consecuencia.-Claro Vic, porque aún no eres madura. –Me ofendió ya del todo que, después de lo que había dicho, siguiera pensando así, pero me callé. –La madurez no se basa en pensar de una forma u otra, sino de actuar de un modo u otro. –Le puso mucho énfasis a la palabra “actuar”.Desvié la mirada, confusa. La verdad es que eso en parte lo sabía, y el haberme ofendido era signos de que yo seguía en mi pequeño mundo infantil de cristal. No había aceptado mi mente que ya no debía de andarme con tonterías y mentiras.-Lo sé, tienes razón, y sabes perfectamente que lo entiendo, pero… ya sabes como soy. Soy una chica… rara. –Sonreí sin ganas.-No, no eres rara. Muchas chicas tienen tus problemas, y lo sabes. Lo único que ocurre es que la historia es diferente.-Supongo… -Susurré.Seguimos hablando durante largo rato, hasta que al final llegaron mis padres. Miré la hora en el reloj que había en mi mesita, y vi que debía escaquearme por lo menos por la noche.-Creo que voy a hacer una locura…. –Musité, algo divertida.-No hagas tonterías. –La voz de mi amiga era amenazante. No me lo tomé a mal.Desvié la mirada, y me quedé unos segundos pensativa. Tenía que volver a verlo aunque fuera por última vez. Sonaba a obsesión, pero no podía evitarlo. Sus ojos, su rostro, su mero contacto… necesitaba sentir que lo tenía cerca, que lo que había pasado hace un rato no había sido producto de mi imaginación… que me amaba de verdad, tanto como yo a él.Pero… ¿En qué estoy pensando? Sacudí la cabeza, y Uxia me llamó por mi nombre al ver que me había quedado callada. Era la primera vez que a mí misma me decía tan directamente que le amaba. Jamás se me había pasado por la cabeza aquellas palabras.Sonreí ampliamente.-Oye Uxia.-Ah, al fin te dignas a hablarme. ¿Qué pasa?-Sé que me vas a tomar por loca, pero… creo que he madurado un poco a lo largo de ésta conversación.Escuché su carcajada con suma paciencia. Estaba acostumbrada a que se tomara las cosas que a mí me afectaban seriamente con guasa y cierta burla, aunque no iban cargadas de malicia. Tal vez, y solo tal vez, se riera de aquella manera porque su madurez estaba a años luz de la mía.-¿Sabes qué? Que me alegro mucho de haberte oído decir eso. –Aquellas palabras me sonaron extrañas, como si las hubiera formulado algún fantasma. –Me alegro de corazón que ésta conversación haya merecido tanto la pena.Y, al final, ambas acabamos compartiendo la risa. Una risa que sonaba infantil, sí, pero cargada de comprensión y entendimiento.Tal vez, y sólo tal vez, no estuviera mi momento de madurez a años luz de la suya.