Revista Diario

Capítulo XXXVI: K

Por Seles
-No sabía que fumaras.Me sobresalté al oír una voz familiar. Por mi mente surcaron todos los rostros de mis conocidos y amigos, y sólo uno se quedó grabado en mi mente.El de Victoria.-Pero… -Me levanté, malhumorado. -¿Qué haces aquí?-Justo te iba a preguntar eso. –Por su tono de voz, no estaba precisamente contenta.Admito que hice mal en ocultarle que mi marcha iba a ser ésta noche, y admito también que debería haberme quedado un poco más quietecito a la hora de confesar mis sentimientos en un momento así, pero no quería verla sufrir en ese momento, y menos cuando fuimos sinceros con nuestros sentimientos. Hubiese sido demasiado duro.-Estaba… estaba descansando un rato, para luego ir a casa de mi primo. Ya guardé las maletas en su casa y… y mañana a primera hora… nos vamos de la ciudad.Se me contrajo el corazón cuando vi que por sus mejillas recorría una lágrima cristalina, brillante. No podía verla así, y precisamente por no poder hacerlo, me quería ir sin despedidas complicadas. Pensé que ella intentaría llamar a casa mañana, cuando ya estuviera lejos. No caí en la cuenta de que ella a veces es demasiado impulsiva.-Y te ibas sin decirme nada. –Cada palabra suya me pesaba como una losa de cinco kilos. –Bien… me parece lo mejor para que me sienta más traicionada y utilizada. Tu plan de hacerme sentir bien funciona con creces, sí señor.Sus palabras estaban a rebosar de ironía y doloroso sarcasmo. Balbuceé, sin saber cómo justificarme. Desde su punto de vista, era peor lo que estaba haciendo que la propia despedida, y no sólo eso, sino que era también egoísta por mi parte.Desvié la mirada, y me rasqué la cabeza. Algo tenía que decirle, eso estaba claro. Además, el silencio estaba empeorando las cosas.-Lo siento, Vic. Supuse que sería mejor para los dos que yo me fuera así, sin más. No quería hacerte daño…-¡¡Pues lo siento!! Ya me lo hiciste.Justo cuando se había dado la vuelta para marcharse corriendo, aferré su brazo, sin pensarlo dos veces. Ya que estaba aquí, iba a darle la despedida que tanto me pedía.-Victoria. –Susurré, y al parecer eso hizo que reaccionara. Se giró lentamente, mostrando su rostro entristecido, por el cual dos lágrimas recorrían sus mejillas -. Siento muchísimo lo que te he hecho, y ya que has venido, dame la oportunidad de enmendar mi error.Me acerqué a ella, con intención de besarla, pero se apartó de mí bruscamente.-No busco tu compasión, K –Sus palabras tenían un tono apagado, y eso me alarmó –. No quiero que me beses como despedida, lo que quería es que te despidieras, simplemente. –Enarqué una ceja, extrañado, y ella resopló -. Lo que quiero decir es que no hace falta que seas cariñoso conmigo. Sólo te pido que, para la próxima vez que te vayas de mi vida, si es que vuelves realmente, te despidas en serio, y no me dejes pensando como una idiota que hay alguna posibilidad de verte mañana.Asentí levemente, dándome cuenta de que iba a meter la pata de nuevo. Suspiré, y la miré directamente a los ojos, con el rostro neutral.-Pues entonces adiós, Vic. Nos volveremos a ver más pronto de lo que tú piensas.Ella sonrió, pero no estaba feliz por mi respuesta. Era una sonrisa triste, casi forzada. Sólo me felicitaba con los labios el haber aprendido a tratarla en caso de despedida larga.Me fijé en que se mordía el labio inferior, y jugueteaba con sus dedos nerviosamente, como si pensara en algo que no había caído antes.-¿Qué ocurre, Vic?-Son las once menos cuarto y… y me da miedo volver sola a casa. Me acabo de acordar de que hice una locura por ti.No pude evitar que mis labios se curvaran en una sonrisa algo socarrona al oír sus palabras. Su rostro estaba enrojecido, y el mío resuelto. Estaba claro que no podía dejarla sola en esos momentos.-Bueno, si me lo permites, cojo la moto de mi primo y te llevo en un momento a tu casa.Ella, sin embargo, no parecía muy convencida por mi idea.-¿No se enfadará tu primo? –Susurró, algo alarmada -. Es decir, sé que te permite hacer lo que quieras y demás, pero tanto como para dejarte su moto…-Tranquila, él no se enfada casi con nada. Cuando le diga que ha sido para dejarte en casa sana y salva, me lo perdonará.Vi que su cuerpo temblaba, pero pensé que no podía ser por mí, ya que debía de tenerle miedo a otras cosas, puesto que la noche esta vez era oscura, demasiado. Las estrellas estaban ahí, pero apenas se veían porque era luna nueva.Resoplé y cogí a mi amiga de la mano. Sentí su vacilación, su vergüenza. Intenté restarle importancia al principio, hasta que me senté en la moto y ella miró las ruedas, entristecida.-No sé si… si quiero…-Hey, vamos, ¿qué prefieres? ¿Arriesgarte a que nos pase algo sin ni siquiera un vehículo, o ir rápido y que así no te regañen? Porque dudo muchísimo que te hayan dejado tus padres venir a buscarme, ¿verdad?Por su rostro había dado en el clavo. Sus ojos se clavaron en los míos como dagas afiladas, y su semblante se endureció de tal manera que casi me asustó. Pensé que ya había vuelto a cagarla con mi estúpida bocaza, así que me dispuse rápidamente a pedirle disculpas.-¡Lo siento! ¿He… he dicho algo malo?Pero ella negó con la cabeza, y me enseñó una sonrisa forzada, que no engañaría ni al hombre más incrédulo.-Tranquilo K, es sólo que… me ha extrañado que te hayas dado cuenta. Pensé que… no sé, que te iba a dar igual y que no lo ibas a mencionar.No pude reprimir una sonrisa larga y atenuada. No pude porque verla así, tan natural conmigo, me recordaba a aquellos tiempos en los que nuestra amistad era inquebrantable.Le tendí un casco para que se lo pusiera, y yo me puse el de mi primo. Era un modelo simple, de color verde oscuro. El que tenía ella era el mío, y la contemplé con él, sonriente. Tenía el dibujo de un dragón plateado que lo cubría casi todo, y de fondo tenía de color el negro. Se subió a duras penas y me abrazó, temblando.-Vic, ¿confías en mí?Por su cara, la pregunta se la hice demasiado de sopetón, pero finalmente asintió.-Pues entonces no tiembles tanto hija, que ya verás que al final nos estrellamos. –Le dije sonriendo, mirándola por última vez antes de arrancar.Es cierto que en el fondo me preocupaba una cosa que anteriormente no reconocí: Mi primo. Fer me había ayudado a recoger y demás, pero se había ido apresuradamente.Lo más sospechoso fue que se puso nervioso y se fue cuando recibió una llamada a su móvil.Sacudí levemente la cabeza, intentando borrar la preocupación de mi mente. Seguro que sería su novio, que le habrá pasado algo. Tiene como pareja un chico algo problemático.Pillamos un semáforo en rojo, y aproveché para girar mi cabeza y mirarla de reojo.-¿Estás cómoda o qué? –Le comenté con sarcasmo.En todo el trayecto me había agarrado con fuerza. En un par de momentos estuvimos a punto de comernos el bordillo de la acera, y yo estaba ciertamente asustado por ello.-Lo siento…-No pidas perdón, anda. Simplemente confía en mí, y en mi forma de conducir la moto, ¿vale? No voy a dejar que muertas en un accidente, ¿entendido?El semáforo se puso en verde, así que tuve que continuar con el trayecto a duras penas.Mientras conducía, se me ocurrieron un montón de ideas locas. Una de ellas era estar con Vic toda la noche, llevármela lejos y estar con ella, y si intimábamos mejor todavía, aunque eso estaba muy lejos de mis posibilidades, además de que ella no es como Lorena. No se dejaría tocar por mí ni aunque se lo pidiera.Dejé por unos segundos de concentrarme totalmente en la carretera y me di cuenta de que cada vez Vic me abrazaba con más fuerza. Eso hizo que sonriera sin poder evitarlo, ya que su contacto era cálido y firme. Si no fuera porque quiero viajar y centrarme en los estudios, seguramente con ese abrazo me quedaría a su lado…Pero no puedo, he de ser firme. Ante todo, debo de estar yo. Aparte, me queda toda una vida para volver a estar con ella, a ser algo más que amigos. Pero ahora no es el momento.Llegamos a su casa. Se quedó un rato abrazada a mí, hasta que, lentamente, se alejó y se bajó de la moto. Me tendió el casco, pero yo negué con la cabeza, y me quité el mío.-Quédatelo, te sienta muy bien. –Sonreí. Al ver que ella se iba a negar, alcé levemente la mano –. Yo no creo que use la moto demasiado. Viajaremos en coche y donde me voy a instalar se puede ir a comprar lo imprescindible a pie.Ella asintió. Estaba demasiado silenciosa, y su rostro estaba apagado. Verla así me hacía sentir culpable, y me entraban ganas de agarrarla por los hombros y luego abrazarla, y nunca soltarla.Sacudí levemente la cabeza. ¿¡En qué estaba pensando!? No debía ser tan ñoño, que si no yo mismo iba a acabar por asquearme.-K… gracias por traerme, y… y quisiera que, por favor, si nos volvemos a ver, la próxima vez que te vayas, avísame. Yo – alzó la mirada, y por lo que pude ver, estaban sus ojos cargados de decisión – voy a ir a buscarte. Siempre me que dejes con la duda de que pueda volver a verte o no, siempre optaré por esperanzarme. Así que, si… -desvió la mirada, y pude ver que se ponía algo colorada – si realmente me quieres, aunque sea un poco, por favor, avísame.No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa. Dejé la moto ahí, mal aparcada, y di unos pasos hacia ella.-Ya he visto lo que vas a hacer, tranquila. No me queda más remedio que avisarte, ¿no?Todo fue extraño y repentino en los segundos siguientes. Vic se acercó a mí velozmente, y me rodeó con fuerza con sus brazos. Parecía que no me iba a dejarme ir sin sufrir su ausencia. En circunstancias normales, la hubiera empujado para que no siguiera con aquello, pero sentir su calidez hizo que se me ablandara el corazón, y que éste se llenara de lo que sentía por ella. Amor.Un amor tan complicado que ahora mismo veía como solución huir y estar centrado en mis asuntos, en mi vida estudiantil.Pero, ¿qué demonios? Debía disfrutar de su presencia por última vez. Dejar de ser tan negativo por una vez, y pensar realmente en mí, en ella. En ambos.Correspondí a su abrazo, y nos quedamos así unos segundos. Ninguno quería romper el silencio. No queríamos destrozar el momento con palabras, aunque al final ella lo hizo, seguramente sintiendo que lo mejor era dejar las cosas claras.Así que, sin separarse de mí, dijo algo de lo cual no había caído hasta ahora:-Alex está de camino. No sé cuándo llegará… pero va a venir, y no sé si eso es bueno o es malo, K – se separó un poco de mí, y me miró directamente a los ojos. Los tenía entristecidos, y pude ver que mi rostro estaba totalmente neutro, porque se reflejaba en su mirada -, no sé si quiero que venga. No sé si quiero encariñarme con él… tengo miedo de que… de que pueda olvidarme de ti.Me mordí el labio inferior, pero esperé a que ella siguiera hablando.-Soy una chica joven, y me han enseñado a no esperar a alguien que ha decidido tomar su propio camino. Yo quiero esperarte, pero… ya sabes cómo es el ser humano. Puede llegar a olvidar tan rápido…Reí sin poder evitarlo, y acaricié su mejilla con la yema de mi dedo pulgar, mientras el resto se posaban un poco por debajo de la barbilla.-Victoria, quiero que tengas algo muy claro: Si por algún casual empiezas a querer a Alex, si te pide que salgáis y tú sientes que él puede darte todo lo que quieres, no quiero que pienses en mí. Yo he tomado mi decisión, y no niego que si decidieras esperarme me harías muy feliz, pero… es tu vida, eres joven, y no quiero que la desperdicies esperándome, como si ya estuviéramos casados, o como si estuviéramos saliendo.Ella desvió la mirada, algo molesta. Sabía que no le iba a hacer gracia eso, pero era la verdad.-Lo sé, pero yo… -se calló, y comenzó a ponerse nerviosa -. Yo querría estar contigo y no tener a otra persona en la cabeza, y…-Hey, hey –Alcé una mano, en señal de que parara de hablar-. Victoria, ninguno de los dos estamos preparados para salir con el otro. Y si prefieres más adelante a Alex, ¡vete con él! –Forcé una sonrisa, aunque no me salió del todo bien la jugada- Sólo quiero que sepas que, en el fondo, siempre serás mi mejor amiga.Volvió a abrazarme con fuerza, y oí un par de sollozos que brotaron de sus labios, seguramente sin que ella lo quisiera. Intenté consolarla un rato, hasta que al final lo conseguí. Nos miramos intensamente, y al verla así, tan frágil, no pude evitar el impulso de besarla.Al principio fue una simple caricia de labios, pero luego ella se acercó, colocó cuidadosamente sus brazos por mi cuello, rodeándolo, y respondió al beso anterior con otro más pasional, más profundo. Nos abrazamos y estuvimos así unos minutos, acercándonos más a la oscuridad, hasta que ambos decidimos parar, casi a la vez.Vic estaba jadeando un poco, y no pude evitar que en mi fuero interno me riera por ello. Apenas la había dejado respirar, ya que sabía que ésta iba a ser la última vez en, como mínimo, dos años.-Creo… que será mejor que me vaya, K. Tengo que llamar a… a… a Helena –sentí que era mentira, pero no insistí -. Me dijo que no la llamara muy tarde.Asentí levemente y me subí a la moto. Me puse el casco y volví a mirarla por última vez.-Que te vaya bien, Vic.-Igualmente, K –sonrió-. Te quiero.Me limité a guiñarle el ojo, y a responderle con un “y yo, pequeña”. Finalmente me alejé de allí, sin mirar atrás.Iba a rehacer una nueva vida, con nuevos lugares y nuevas personas. Iba a echar de menos a mi vida actual, pero sabía que iba a ser sólo unos años.Volvería, y estaría con ella… para siempre.

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