Revista En Femenino

Caprichos

Por Mamikanguro @MamiKanguro
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Caprichos

Hay caprichos y caprichos. Hay algunos que son hasta tiernos, hay otros que son insoportables. Me parece que la mejor manera de lidiar con ellos  es encontrar la causa de los mismos y no enojarse con el niño.

Me ha tocado más de una vez lidiar con caprichos de mis hijas… por lo general se les pasa rápidamente. Cada vez que aparece uno, cuento hasta veinte y luego me agacho y me pongo a la altura (física) de mi princesa encaprichada y hablo con ella en tono suave… ¡más suave que lo normal!

Tengo la tendencia natural de que estas cosas me sacan de quicio, pero si yo me pongo nerviosa o me ataco, lejos de ayudar, estoy alimentando al capricho.

Nunca me pasó enfrentar un capricho de  la nena tirada en el piso berreando y pateando como posesa. Los he visto y son de lo más comunes. Una vez ví como una madre iba arrastrando a su hijito tironeándolo de un bracito mientras él lloraba a moco tendido. Una locura. También vi tirones de oreja, de pelo o cachetadas en la nuca. Esa gente no oyó hablar jamás del maltrato infantil.

Y por casa, ¿Cómo andamos?

Mis hijas no son muy caprichosas y nunca llegaron al límite de la escena que contaba más arriba. Rosario, la mayor, es la más caprichosa de las tres: le molesta esperar y ahí comienza a gestarse su mal humor que puede terminar en el capricho. Como ya es grande, basta una mirada y un “Tario, cortala“. Capricho superado.

Pía (la nena de la foto) es muy brava . Tiene el llanto fácil y podría tomarse muy facilmente como una nena caprichosa. Pero no lo es: llora por celos o lo que ella considera una injusticia. Con ella basta el “Pipi, domá al león“.

Bernarda es muy buena y tiene un carácter muy divertido. No se enoja casi nunca y como es la menor de tres hermanas sabe cómo degenderse. Todavía no ha tenido un episodio de capricho. No le interesan mucho las cosas que ve en las jugueterías… cuando le gusta algo pregunta si se lo podemos comprar, cuando es no, lo deja tranquila, sin rodeos, y pasa a otra cosa. Imagino que pronto comenzará a encapricharse, porque en definitiva es lo normal.

Creo, sinceramente, que todo se soluciona hablando. Sin gritos, sin amenazas… dándoles el tiempo de calmarse y la oportunidad de que reflexionen… no enojarse cuando nuestros peques se encaprichan y sobre todo, no darles con el gusto para conformarlos, porque les estaríamos dando la lección equivocada.

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