Os pongo en antecedentes. Los Friedman vivían apaciblemente en Great Neck (Nueva York), en el seno de una comunidad vecinal muy tranquila. El padre, Arnold Friedman, era profesor de informática. Todo el mundo hablaba maravillas de él. Era respetado y querido por todos cuantos le conocían. Junto a su mujer, Elaine, y sus tres hijos formaba lo que parecía ser un núcleo familiar de lo más consistente. Hasta que un día la policía interceptó un paquete enviado desde Holanda, a nombre del señor Friedman.
¿El contenido? Una revista de pornografía infantil. A raíz de este descubrimiento, se registró el domicilio familiar y se encontraron muchas otras publicaciones y fotografías de contenido pedófilo. Entonces se empezó a temer que Arnold Friedman, que daba clase particulares de informática a niños de Great Neck, pudiese estar abusando de ellos.
La policía entrevistó a los niños que asistían a las clases, pero encerró provisionalmente a Arnold y Jesse (el hijo menor), como sospechosos de haber llevado a cabo sangrientas orgías con menores. No pretendo hacer aquí un barrido consistente del proceso judicial, el documental lo refleja a la perfección. Sólo quiero que conste en acta que, tanto el padre como el hijo, fueron finalmente condenados a prisión, tras una serie de juicios deplorables, con testigos sugestionados y pruebas inexistentes.
Capturing the Friedmans nos ofrece una visión objetiva, imparcial, de la evolución familiar a lo largo del proceso judicial. Compendia gran variedad de declaraciones. Testigos, afectados, protagonistas. Todos dan su opinión acerca del caso. Al mostrar las voces contrapuestas, el cineasta incita al espectador a pensar por sí mismo. Tú decides a quién creer.
La trama avanza en torno a los vídeos caseros de los Friedman. Se usa este método para que la disgregación familiar quede patente con mayor crudeza. Las imágenes de felicidad conyugal en las que vemos el crecimiento de los niños, sus diversiones, fiestas, alegrías, risas, bromas, y un largo etcétera, acaban transformándose en gritos, insultos, rabia, incomprensión, ambiente enfermizo, mal rollo. Los hijos defienden al padre; la madre en permanente estado de shock. En situaciones parecidas, la familia tiende a unirse. Aquí no. Aquí se destruye el núcleo, el afecto y la confianza que los unía.
Si vas a visionar este documental, debes prepararte para reflexionar a fondo. Sobre los conceptos de bien y de mal. Sobre la hipocresía social. Sobre los sistemas judiciales (en general). Sobre los métodos policiales para interrogar niños. Sobre las paradojas condenatorias (“si te declaras culpable te ahorramos entre 10 y 70 años”). Sobre el linchamiento mediático. Arnold Friedman era pedófilo, sí. Pero, ¿se puede condenar a alguien por un crimen que casi con total probabilidad no ha cometido? ¿Destrozar una familia porque el padre tiene impulsos enfermizos?
Me encantaría que, si habéis conseguido leer la entrada al completo, aportéis vuestra opinión al debate. ¿Vosotros qué pensáis?