Portada del popular cuento japonés:
"El mono y el cangrejo"
Steve Jobs fue víctima de sus particulares creencias en cuanto al manejo de la importante enfermedad que padeció: un tumor neuroendocrino (insulinoma) en páncreas. Él decidió apostar manejar su proceso mediante terapias como la acupuntura y el consumo de zumos y suplementos dietéticos, los cuales no venían avalados por evidencia científica. Sé que especular sobre la progresión del cáncer que afectó a este personaje puede resultar tan arriesgado como controvertido. Pero con su decisión, puedo intuir que pudo retrasar pruebas diagnósticas y un tratamiento convencional que aunque sin asegurar que con ello hubiera podido sanarse, considero que no fue una opción ni racional ni siquiera una buena apuesta.
Y todo esto lo traigo al blog por dos motivos. El primero quiero referirlo a las enormes expectativas que muchos individuos tienen, en momentos tan delicados de su vida, para encontrar entre todas las opciones científicas aquella que se acopla mejor a cada persona. Pero también, y lo digo con cierto horror, de tanta ingenuidad, desconocimiento o inconsciencia que es lo que supone ponerse en manos de charlatanes de algunas “pseudoterapias”, que tan flaco favor pueden hacer a personas con problemas tan importantes de salud como este.
El segundo motivo que me empuja a hablar de ello es la lectura de un artículo de un equipo de investigación de la Universidad de Yale en el que se ha calculado el daño que puede producir la confianza en ciertas pseudoterapias (plantas, vitaminas, minerales, probióticos, medicina ayurvédica, medicina tradicional china, homeopatía, naturopatía, respiración profunda, yoga, taichí, chi kung, acupuntura, quiropráctica, osteopatía, meditación, masajes, oraciones, dietas especiales, relajación progresiva, imagen guiada) para el manejo de cuatro localizaciones de cáncer habituales en EE UU como son en mama, próstata, pulmón y colorrectal.
Las conclusiones son demoledoras. En tumores que son curables con terapias convencionales (quimioterapia, radioterapia, cirugía y terapia hormonal) como por ejemplo el cáncer colorrectal y el de mama, el riesgo de muerte por el uso de estas terapias “singulares”, se multiplica por casi cinco o seis. Así las mujeres con cáncer de mama que confiaron su salud a las “prácticas pseudomédicas” aumentaron su riesgo de muerte en un 470%, los pacientes con cáncer colorrectal en un 360% y los de cáncer de pulmón en un 150%. Sólo en el caso del tumor de próstata, las diferencias no fueron significativas.
Dicho esto cabe destacar aquellas acciones que podemos hacer y que ¡están a nuestro alcance! para disminuir el riesgo de cáncer en diferentes localizaciones como nos alerta la World Cancer Research Fund International a través de su informe Cancer, prevención and survival 2017.
Existen evidencias robustas sobre qué factores alimentarios modifican el riesgo de cáncer:
1. Los vegetales sin almidón (brécol, repollo, espinacas, kale, coliflor, zanahorias, lechuga, pepino, tomates, puerros) disminuyen el riesgo de cáncer de boca, faringe y laringe (boca y garganta).
2. El consumo de fruta disminuye el riesgo de cáncer de pulmón, de boca, faringe y laringe (boca y garganta).
3. La práctica d actividad física (moderada y vigorosa), como andar, disminuye el riesgo de cáncer de colon, mama post-menopausico y de endometrio.
4. La práctica de actividad física vigorosa (nadar, correr, ir en bicicleta) disminuye el riesgo de cáncer de mama pre-menopausico.
5. Los alimentos ricos en fibra (vegetales, frutas y frutos secos, semillas, legumbres, cereales integrales) y disminuyen el riesgo de càncer colon-rectal.
6. El consumo de cereales integrales disminuyen el riesgo de càncer colorectal.
7. La práctica de lactancia materna disminuye el riesgo de cáncer de mama.
8. El consumo de café disminuye el riesgo de cáncer de hígado y de endometrio, si bien no se conoce aún las dosis óptimas para poder hacer recomendaciones.
9. La presencia de gran cantidad de masa grasa antes de la menopausia reduce el riesgo de padecer cáncer de mama (pre-menopáusico)
10 La presencia de gran cantidad de masa grasa entre los 18 y los 30 años reduce el riesgo de padecer cáncer de mama (post-menopáusico)
11. Los productos lácteos y calcio disminuyen el riesgo de cáncer de hígado, si bien no se conoce aún las dosis óptimas para poder hacer recomendaciones.
12. El consumo de alcohol (sólo establecido para dos bebidas/día) disminuye el riesgo de cáncer de riñón, pero atención porque existe una fuerte evidencia de la relación del alcohol con múltiples localizaciones del cancer: colorectal, mama, hígado, boca, faringe y laringe, esófago y estómago.
Así que como veis podemos hacer mucho por mejorar nuestra alimentación y por la tanto por disminuir el riesgo de diferentes localizaciones del cáncer. en el informe podréis consultar también otras recomendaciones que de seguro son buenas aliadas.