La relectura de la fantástica edición que Glénat ha realizado de “Los Desesperados”, de Mezzo y Pirus, me viene al pelo para poner un ejemplo práctico de lo que yo entiendo por un cómic negro que reúne tanto en fondo como en forma todas las características inequívocas del género.
“Los Desesperados” es un thriller fronterizo que, a grades rasgos, nos cuenta una historia prototípica del género de un grupo de malhechores reunidos para robar bancos en una ciudad cercana a la frontera mexicana ven como su estudiada planificación se ve de pronto en peligro cuando vuelve a la ciudad el hijo de una de ellos dispuesto a recuperar el tiempo perdido con su madre, una manipuladora y despótica arpía con la que mantiene una incestuosa relación. Cuando todo el atraco se va al traste, la madre y sus dos hijos inician una desesperada huida hacia la frontera.
Los Desesperados” es un cómic que reúne la quintaesencia del género negro. Una historia de criminales y de esperanzas frustradas llena de los personajes y temas arquetípicos de este tipo de historias que los autores caracterizan hasta el punto de destilar su esencia de tal modo que infunden el lector la conciencia fatalista de ser capaz de conocer el destino de cada uno de ellos simplemente porque sus rasgos le resultarán familiares del bagaje –inconsciente- colectivo de tantas y tantas películas y novelas consumidas previamente. Y, precisamente, lo que hace de “Los Desesperados” un tebeo superior a la media no es por su innovación del género ni la subversión de sus convenciones para conseguir algo nuevo sino por su capacidad de aglutinar todas sus características en poco más de 100 páginas, convirtiéndose en una especie de piedra rosetta del género negro en los cómics.Pero, además, de ser una magnífica muestra de hard boiled puro y primigenio, conceptualmente se trata de un cómic redondo, diseñado y medido para que guión y dibujo vayan a la par en una armonía perfecta, más complicada aún si tenemos en cuenta de que estamos hablando de una pareja de artistas y no de un autor único.
Pirus construye la historia de un modo ejemplar para ir dosificándola para que poco a poco el lector vaya introduciéndose en el angustioso y tenso universo criminal de personajes corruptos que pueblan las páginas de este cómic a través de un elaborado juego de flashbacks vertebrado en torno a la simbología de la huida por carretera en el tiempo presente sobre el que acaban confluyendo las dos subtramas, la de la madre y los hijos y su incestuosa relación (la del complejo de Edipo es una constante en el género sobre todo en el cine con grandes ejemplos como “Al rojo vivo” y “Los timadores”) y la de la banda de ladrones en torno al discutido líder, en el fiasco de atraco y la posterior fuga.Pero, para lograr todos esos efectos, cuenta con el fantástico despliegue básico de Mezzo quién logra crear la atmósfera fatalista necesaria a través de sus corruptos y feos personajes marcados por su maldad y que inevitablemente recuerdan a un maestro clásico del género negro en el cómic como es Chester Gould y su “Dick Tracy” o un autor tan moderno y visualmente transgresor del mismo como Charles Burns. Pero más allá de la galería de freaks que Mezzo nos muestra, es un dibujante pulcro y limpio en su narrativa, en la que estudia cada viñeta para que resulte tan perfecta e hipnótica que obligue al lector a demorar la lectura en su contemplación hipnótica haciendo que el ritmo de la lectura se ralentice y la obra adquiera una densidad negra y enfermiza claustrofóbica y agobiante (aun cuando buena parte de la historia se desarrolle en un desierto).
¿Es “Los Desesperados” una obra maestra del género negro en cómic? En mi opinión, sí. Es una obra fantástica que resume toda la esencia del género y la pone al servicio de una historia a partir de la cuál otros podrán indagar y desarrollar. Imprescindible.