AUTOR: Sara Mesa
EDITORIAL: Anagrama
Sinopsis Editorial:
«La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo.» El encuentro se produce en un parque. Ella es Casi, una adolescente de «casi» catorce años; él, el Viejo, tiene muchos más.
El primer contacto es casual, pero volverán a verse en más ocasiones. Ella huye de las imposiciones de la escuela y tiene dificultades para relacionarse. A él le gusta contemplar los pájaros y escuchar a Nina Simone, no trabaja y arrastra un pasado problemático.
Estos dos personajes escurridizos y heridos establecerán una relación impropia, intolerable, sospechosa, que provocará incomprensión y rechazo y en la que no necesariamente coincide lo que sucede, lo que se cuenta que sucede y lo que se interpreta que sucede.
Una historia elusiva, obsesiva, inquietante y hasta incómoda, pero al mismo tiempo extrañamente magnética, en la que palpitan el tabú, el miedo al salto al vacío de la vida adulta y la dificultad de ajustarse a las convenciones sociales... La ambiciosa carrera literaria de Sara Mesa da un nuevo paso adelante con esta novela sobre dos seres desarraigados cuyos destinos se entrecruzan en un parque, una defensa de la inadaptación y la diferencia.
"Cara de pan" de Sara Mesa fue el libro elegido por el "Club de Lectura de la Sala de Espera" para el mes de Noviembre. Si soy sincera, la sinopsis no me llamaba demasiado la atención y tampoco había leído ninguna reseña sobre el libro, pero me animé a leerlo porque vi que era una lectura muy breve y bueno... porque de vez en cuando está bien salir de la zona de confort.
Tengo que confesar que al final el libro me ha gustado más de lo que esperaba, y reconozco que me ha removido y me ha hecho pensar en cómo somos y cómo juzgamos a los demás.
La novela está protagonizada por Casi y por Viejo, así se llaman el uno al otro. Ella tiene "casi" catorce y él cuarenta años más, de ahí que decida llamarlo Viejo. Ambos se encuentran en un parque de su ciudad por casualidad, (tras unos setos fuera de la vista de todo el mundo) pero esa primera casualidad da lugar a encuentros diarios (de lunes a viernes), cuando Casi lo que debería estar haciendo es ir a clase.
A lo largo de la primera parte de la novela (unas tres cuartas partes del libro), el lector irá conociendo un poco más de la vida de los dos a través de sus conversaciones. Casi le contará por qué no le gusta ir a clase, por qué hay una compañera que la llama "Cara de pan", por qué no le gusta trabajar en equipo, por qué sale cada mañana de su casa y en lugar de ir a clase se esconde tras los setos del parque. Viejo por su parte, además de hablarle sobre él mismo, le enseñará todo lo que sabe sobre su dos pasiones: los pájaros y Nina Simone y entre ambos se irá construyendo una relación que de repente me di cuenta de que me parecía bonita, y confieso que al principio no me estaba interesando demasiado, no sabía cómo iba a sostener la autora esta historia y además yo había comenzado a leer dando por hecho que directamente esto iba a ser una relación mucho más física entre una menor y un hombre adulto. ¿Veis lo que decía sobre juzgar?
Mientras leía, pensaba continuamente cuánto tiempo podría durar el engaño de Casi a su familia, cómo podía ausentarse de clase tanto tiempo sin que en su casa se enteraran. Lo que estaba claro es que esos encuentros tenían fecha de caducidad, pero mientras eso no es un problema, poco a poco se van "soltando" y contando más cosas. Ambos son muy diferentes, tanto en edad como en aficiones, pero tienen en común ese deseo de apartarse de los demás, esa sensación de no encajar en las normas establecidas y en compañía van esquivando lo que no les gusta del día a día.
Sara Mesa. Fotografía de elperiodico.com
La segunda parte de la novela (el último cuarto de libro más o menos) el tono de la historia cambia. Ya no estarán solos Casi y Viejo y debo decir que la presencia de los nuevos personajes que toman protagonismo y sus reacciones, llegó a molestarme muchísimo, pero lo peor ha sido darme cuenta de que probablemente en su lugar yo hubiera reaccionado de forma muy parecida. Desde la cómoda posición del lector y con toda la información en nuestro poder es muy fácil empatizar con unos personajes u otros, pero si trasladas los hechos a la realidad (y tampoco es tan difícil de imaginar) te das cuenta de, al menos la primera reacción al enterarte de esos "encuentros" no hubiera sido muy amable.Sinceramente me han gustado mucho los dos personajes protagonistas de la novela. Casi es una niña con muchos complejos, se siente rechazada por los compañeros y ella tampoco parece hacer demasiado por integrarse, también tiene muchas dudas sobre el sexo y todo parece pesarle demasiado. Tengo que reconocer que para tener "casi" catorce años en varios momentos de la lectura me ha resultado demasiado "inocente". Me parece una pasada que una niña/chica de esa edad no sepa que es una violación por ejemplo...
Aquella expresión, antes y después de su muerte, le impactó más aún que el asunto de la violación en sí, pues ella no tenía muy claro en qué consiste ser violado, y sus conocimientos eran tan borrosos que podía permitirse echarlos a un lado.En cuanto a Viejo, tampoco lo ha tenido fácil desde el mismo momento de su nacimiento y ha sentido también en sus carnes el rechazo de los demás, así que se vuelca en sus pasiones, los pájaros y Nina Simone.
Vistos ambos por separado, no parecen ser más que dos personajes (personas) como tantas otras y si ambos tuvieran 14 años o ambos tuvieran 54 no pasaría nada, pero esa "amistad" entre un señor y una niña... ¿cómo creéis que lo ven los demás? ¿CÓMO LO VERÍAMOS los demás? Pues con eso juega la autora, con la ambigüedad y la verdad es que para mí ha hecho un gran trabajo. No solo me ha gustado cómo está escrito el libro, sino todo lo que ha removido dentro de mí.
Empecé la novela con el gesto torcido (señor mayor+jovencita menor) y la he terminado con ganas de darle un abrazo a ese Viejo y a Casi... bueno, lo de Casi no os lo digo.
Así comienza "Cara de Pan"...
La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo. La niña está apoyada en el tronco del árbol, leyendo una revista, cuando oye sus pasos acercándose, el chasquido de las hojas secas al quebrarse, y después lo ve, de pie delante de ella, quizá un poco turbado pero no sorprendido por encontrarla allí, oculta tras los setos. El viejo pide perdón -¡no quise asustarte!, dice- y después le pregunta qué está leyendo, pero entre una cosa y otra -entre la disculpa y la pregunta- a la niña le da tiempo a reaccionar. Esto, responde mostrándole la revista, una revista para chicas. Quizá así -piensa ella-, al ver esa revista que obviamente no es para niñas, creerá que es mayor de lo que es y evitará la temida pregunta -qué haces aquí, a estas horas-, aunque lo cierto es que el viejo se limita a sonreír y a mirar la revista, vacilante. Al principio parece que va a cogerla -sus dedos dudan, se estiran en su dirección-, pero el gesto se deshace y la mano cae a un lado, como muerta. El viejo mira ahora a la niña, otra vez la revista, la niña, el árbol, el pequeño refugio entre los setos, y finalmente habla, y dice: qué cuenta la revista, de qué va. La niña despega la espalda del tronco, se echa hacia delante, hacia sus piernas cruzadas y desnudas. Tiene la piel marcada por el césped seco, pequeñas manchas rojas después de tantas horas sentada en el suelo. Son rollos de chicas, dice. Rollos de música y de videojuegos, y también de películas y de ropa, cotilleos y música, cotilleos sobre cantantes y actores, quiero decir, sus vidas y esos rollos. Yo de eso no entiendo, dice él, pero en sus palabras no se desliza reproche ni desprecio. Yo también leo revistas, dice, ¡pero las mías tratan sobre pájaros!