Revista Música
Caracartón arroja a sus niños a los leones. Españolito medio cobarde mediocre pendenciero falso cínico mequetrefe entrañable personaje vecinal. Lo típico. Al mundo se le fue la olla, vengo buscando pelea. Caracartón se escuda tras sus gafas ahumadas, por la mañana se arrodilla, por la tarde se somete, por la noche cae por su propio peso. Todos tenemos algo de caracartón, españolito medio que dispara antes de hablar, que sólo sabe gritar, que huye hacia adelante como un caracol turulato medio mareao tras ingerir dosis industriales de vergüenza ajena. Con cierta gente hay que perder los papeles, los estribos, la razón y cuarto y mitad de humildad y paciencia. Caracartón, ríndete. El ladrón cree que todos son de su condición. Dos o tres refranes, una musiquita atronadora, dos rodajas de limón, un mecagontumuerto a tiempo y caracartón al bañomaría. Rocanrol de las miserias humanas. Lo peor de Caracartón es cómo utiliza a sus hijos en defensa propia, pobrecitos, están aprendiendo lo más chungo de la vida, la mezquindad de sus padres al cuadrado, el miedo a la libertad, el odio y el rencor, la ley del más gilipollas, analfabetismo emocional la mar de grave si no se ataja a tiempo. Caracartón el provocador de violencia gratuita necesita ayuda.