Se ha debatido mucho acerca de si el empresario nace o se hace. Los partidarios de la primera postura argumentan una serie de características que consideran innatas, mientras que los de la segunda explican cómo los conocimientos y habilidades adquiridos pueden ser el factor diferencial. Unos y otros buscan ejemplos que corroboran su teoría, lo cual puede ser relativamente sencillo. Hay exitosos empresarios que no han tenido una extensa formación ni parecen contar con una serie de habilidades, de la misma manera que hay otros que, sin tener esas cualidades «de nacimiento», han ido creando y mejorando con el tiempo sus características.
Podemos definir una serie de características que suelen poseer los que triunfan en los negocios, en mayor o menor medida:
Necesidad de logro: Están orientados a resultados y buscan continuamente maneras de mejorar.
Control interno: Confían en sí mismos y creen que con sus acciones pueden controlar su destino.
Riesgo calculado: Asumen riesgos, en entornos de incertidumbre. No esperan a tener «toda la información» para tomar decisiones, aunque éstas se basan en cuestiones que se controlan; el empresario de éxito asume menos riesgo del que parece.
Compromiso: Tienen una dedicación total hacia el proyecto, se implican totalmente, el trabajo es su vida y disfrutan con él.
Perseverancia: Tienen la constancia y el empeño suficiente para vencer los obstáculos que pueden surgir.
Confianza: Tienen seguridad tanto en sí mismos como en el negocio que ponen en marcha, a pesar de los problemas.
Iniciativa: Disposición para actuar, no sufren la «parálisis por análisis». Están buscando continuamente nuevas oportunidades.
Creatividad: Exploran nuevas soluciones, mejoras, o maneras de explotar el conocimiento existente y/o la situación actual.
Orientación hacia oportunidades: Buscan oportunidades en un entorno incierto, y reúnen los recursos necesarios. Éstos, en muchos casos, son externos, como por ejemplo, la financiación.
Flexibilidad: Tienen la capacidad de adaptar su estrategia a los cambios que se producen en el entorno, por múltiples motivos: tecnológicos, legales, por la acción de la competencia…
Formador de equipos: Los grandes empresarios tienen claro que una de las claves del éxito es saber rodearse de un gran equipo de colaboradores. O tal y como decía David Ogilvy, uno de los grandes gurús de la publicidad: «Si todos contratamos a personas más pequeñas que nosotros nos convertiremos en una compañía de enanos. Pero si contratamos a personas más grandes que nosotros nos convertiremos en una compañía de gigantes».
¿Y TÚ, QUÉ OPINAS?