Revista Opinión
Llegó el domingo y en contra de lo pueda parecer, no me gusta lo que observo.
Paseando por la calle, entro en mi parque favorito y solo veo en mi paseo caras tristes.
Me pregunto, según avanzo una y otra vez qué es lo que está pasando en este país tan querido y orgulloso de pertenecer a él.
Recorro en sentido contrario lo andado y sigo viendo tristeza reflejada en las caras que me topo en mi recorrido.
Algo no entiendo después de pasar casi 75 años de mi vida ¿qué hemos hecho para ver tantas caras tristes? ¿Hemos lanzado amargura?
No quiero verme reflejado como un espejo en esas caras. No quiero.
Entonces acudo a mi memoria para recordar otros paseos por el llamado "Valle de Tejadilla" de mi Segovia natal.
Comienzo a sentir que mis recuerdos me devuelven sonrisas.
Recordando los hallazgos de fósiles a flor de piel de mi querida tierra, rememorando que antaño hubo otros seres que amaban y se divertían con los suyos.
¿Tendrían las mismas caras que estoy encontrando ahora por la todavía capital de España?
Me gustaría pensar que vienen tiempos alegres e ilusionantes para las nuevas generaciones pero tengo mis dudas por algo que me están indicando esas caras tristes.