Edición: Periférica, 2018 (trad. Richard Gross)Páginas: 256ISBN: 9788416291731Precio: 18,00 €
Dar voz a los que no tienen voz. Como esas mujeres recluidas en el hogar, inmigrantes, humildes, maltratadas, solas. Víctimas, en una palabra. Ese es uno de los caminos que puede elegir un escritor: ponerse en el lugar del otro, convertir la violencia silenciada en literatura, tal como hace Katharina Winkler (Viena, 1979) en su ópera prima, Cárdeno adorno (2016), que ha sido traducida a diversas lenguas y por su edición en francés recibió el Prix du Premier Roman Étranger 2017. La novela se inspira en una historia real, existe una mujer con una peripecia similar a la de la protagonista; no obstante, la autora le da una vuelta de tuerca, en estas páginas narra algo así como el otro rumbo que podría haber tomado su vida. El rumbo que toma, de hecho, para otras mujeres.Nos habla Filiz, una muchacha que vive en una aldea kurda de Turquía. Al principio no es más que una niña que nos acerca a su familia, numerosa, con pocos recursos, en la que el padre ocupa el papel central; una existencia arraigada al campo, a lo primordial, sencilla y sin pretensiones, en una sociedad en la que las mujeres se encuentran particularmente desprotegidas y los jóvenes carecen de perspectivas de futuro. Filiz crece, se convierte en joven a su vez, y entonces su mundo gira en torno a Yunus, su enamorado, un chico que le promete un nuevo comienzo en Alemania. Cuando apenas tiene quince años, se escapa de casa para casarse con él. Sin embargo, el matrimonio no funciona como ella esperaba y el viaje a Occidente se hace esperar. Filiz, lejos de sus seres queridos, se ve atrapada en una rutina doméstica asfixiante, con un marido que ya no es aquel hombre encantador y una suegra que invade su espacio.Katharina Winkler da forma a un texto literario con trasfondo crítico sobre la violencia (no solo física) que sufren las mujeres no occidentales en la sociedad contemporánea, tanto en su país de origen como a su llegada a Europa, donde se añade la dificultad de desconocer el idioma y la cultura. No es una novela de trama, sino que pone toda su fuerza en el estilo, poético y al mismo tiempo árido, crudo, preciso, con frases breves que suenan como golpes, un tipo de escritura que parece surgir de la piel, del cuerpo, de la tierra; «sensitiva», podría decirse, puesto que el relato se construye a través de las percepciones de la protagonista, de sus observaciones, que solo son inocentes en apariencia. Utiliza metáforas bien encontradas: el cárdeno adorno, los moratones que «lucen» las mujeres; los pantalones vaqueros que llevan tanto ellos como ellas en los países occidentales, emblema de su imagen de la igualdad, del lugar donde cree que podrá ser libre; o la araña, la suegra, oprimida a su vez, que teje su red de control.
Katharina Winkler
Cárdeno adorno se sitúa en la línea de Del color de la leche (2012), de Nell Leyshon, una novela que da voz a otra chica sin voz, en su caso una campesina: textos en primera persona, en presente, escritos con un estilo experimental –son autoras a las que les gusta jugar con el idioma, hacer piruetas con el lenguaje, adherirlo a las entrañas–, que narran la progresiva degradación de la protagonista, una joven que pierde la inocencia, que sin darse cuenta queda atrapada en manos de un hombre. Este proceso, esta devastación, se desarrolla con un ritmo de tensión creciente. Sería fácil caer en el dramatismo, pero no lo hace. El libro tiene la emoción, la belleza y la contención justas para conmover al lector.