Revista Diario

Cargamos con el dolor del mundo en el corazón

Por Emmaamme

Hace pocos días, estaba sentada en un banco de mi barrio, leyendo un libro, disfrutando de los rayos de sol calentando mi piel, compartiendo mi silencio con las palabras de tres abuelitas que me llenaban de ternura, viendo al Tiempo pasar y a la Vida Estar, cuando de pronto, un perro muy lindo se acercó a nosotras y empezó a jugar con su pelota.

Su Familia (lo de ‘dueños o amos’ no me gusta…) estaba tomando un aperitivo en una terraza cercana. Así que decidió alejarse unos metros para divertirse ‘él con él’. El juego consistía en soltar su pequeña pelota y hacer como que la había perdido. Entonces, empezaba a buscarla con el olfato hasta que la encontraba, la cogía con la boca y vuelta a empezar. Todo esto, en dos metros cuadrados, a nuestra vera. Estuvo unos 5 minutos así y luego fue a sentarse a los pies de sus ‘hermanos’.

Me encantó la escena. Fue espectacularmente instructiva. Él se lo guisaba y se lo comía todo. Por un lado, no necesitaba a nadie para entretenerse, cual NIÑO en su máxima expresión. Siendo su propio Creador. Y por otro, era un reflejo total de lo que hacemos los seres humanos con nuestra felicidad, con nuestra Esencia, con nuestra Paz. Esconderla, perderla, para luego pasarnos la Vida buscándola, sabiendo de antemano dónde está. Curioso, ¿no?

Es un teatrillo en el que el mejor actor es el que se Cree más su papel, olvidándose de quién es en Realidad y de que todo es un juego que él mismo se ha inventado.

Hasta que un día, sin saber cómo, despiertas de tu sueño y te das cuenta de que has estado dando vueltas sobre ti mismo una y otra vez, intentando morder tu propia cola, sin poder alcanzarla nunca y creyendo que era porque ‘no valías’, porque ‘no sabías’ o porque ‘no era para ti’. Sólo cuando PARAMOS nos podemos ‘tocar’. Sólo al observarnos (vernos sin juzgar) podemos sentir quienes somos de verdad. Con qué trajes nos hemos cubierto para protegernos del sufrimiento. Y desde ahí, decidir de lo que nos queremos deshacer libremente (liberar), CONSCIENTEMENTE, para poder Volar sin mochilas cargadas de historias caducadas hacia ningún lugar. Porque el lugar (destino) es DONDE YA ESTÁS. Cada aliento, cada momento, cada instante, cada suspiro, cada lágrima, cada sonrisa, cada latido, cada desgarro, cada respirar que respiramos es donde queremos llegar. Y corremos y corremos y corremos. Y cuanto más corremos más nos alejamos de nuestro Hogar. 

No es cuestión de parar la mente (que es imposible), de pensar de este modo o de aquel otro, de no tener esperanzas o sueños o ilusiones. Lo importante, según mi experiencia, es DARTE CUENTA de lo que estás pensando, sintiendo y haciendo. Eso es para mí MEDITAR. Ser ‘consciente de’. Ya está. Porque únicamente ‘sabiéndote’ puedes ELEGIR. No hay decisiones correctas o incorrectas. Mejores o peores. Hay formas de vida conscientes o inconscientes. A eso lo llaman (o lo llamo) Presencia. Y en Presencia puedes estar recordando el pasado o planeando el futuro pero con la diferencia de que eres consciente de que lo estás haciendo y de que nada de ello es Real. Por lo que no te aferras, no lo necesitas y lo puedes SOLTAR cuando quieras. SABES que SIEMPRE estás Aquí y Ahora aunque lo disfraces de Ayer o de Mañana.

Cargamos con el dolor del Mundo en el Corazón. Tu dolor es mi dolor. Yo te lloro cuando sufres porque tú eres yo y yo soy tú. Si eres feliz yo soy feliz. Tenemos cuerpos diferentes pero nuestra raíz es la misma. Lo que tú sientes, yo lo siento. No puedo separarme de ti. Por muy lejos que me vaya, seguirás estando en mí. Todas las guerras, las luchas, los conflictos, me acompañarán allá donde vaya. No puedo huir de ti. Y tampoco de mí.

Pero puedo aprender a con-vivir con todo lo que he sido, lo que soy y lo que seré. Puedo ACEPTARME tal y como la Vida se está expresando a través de mí. Puedo acariciar con delicadeza mis heridas en lugar de pretender eliminarlas, en lugar de rechazarlas, en lugar de abandonarlas. También me pertenecen. También son YO. Puedo mirarme y aún sin gustarme, puedo Amarme. Amar lo que no quiero ser es el principio de una verdadera amistad. Puedo RESPETAR a mi tristeza, a mis miedos, que me rompa en mil pedazos, que me caiga y no tenga fuerzas para levantarme, que no quiera perdonar, que me sea imposible perdonarme. Puedo PERMITIRME no ser lo perfecta que me gustaría ser. Darme una tregua con mis exigencias. Descansar de mis durezas. Dormirle una siesta a la evolución, al recordarme, a la mejor versión de mí misma, al descubrirme, al sanarme, al aprenderme, al conocerme, al purificarme y al Iluminarme. 

Puedo ser lo que estoy siendo sin tener que ser nada más.

<< Un joven preguntó al Maestro:

¿Cómo puedo conseguir la emancipación?

El Maestro respondió:

¿Quién te ha esclavizado nunca? >>

(Enseñanza Advaita)

Yo me esclavizo. Tú te esclavizas. Nosotros nos esclavizamos. El Mundo se esclaviza.

Libérate de las cadenas. Libérate de ‘ti’.


Archivado en: DIARIO EM: DONDE EL CORAZÓN ME LLEVE Tagged: amor, dolor

CARGAMOS CON EL DOLOR DEL MUNDO EN EL CORAZÓN
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