Revista Cultura y Ocio

Cargando con el peso del mundo – @JokersMayCry

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Si pudiera sostener el mundo con su cielo y su infierno en mi mano. Aunque pudiera mecerlo únicamente con un dedo. Maldita sea, si pudiera levitar sobre mi meñique toda esa realidad conteniendo las estrellas del Firmamento y las llamas del Averno, lo hubiera soltado al verte. Y no me hubiera detenido a preocuparme por cómo las constelaciones chocan contra la cúpula celestial en la caída, cómo las llamas del tártaro lo devoran todo hasta reducirlo a cenizas, cómo las ciudades caen, los añicos se esparcen, el polvo envuelve con su oscuridad  cada rincón y el mar se asusta saltando a tierra para correr desbocadamente a galope sin mirar atrás. Sólo hubiera sido una bola de cristal rota a mis pies, no más importante que una mosca aplastada contra el cristal de una ventana en la que se da cabezazos.

Por eso no soy un dios, lo hubiera soltado todo por tomarte a ti, por sostener tu mirada entre las caricias de mis dedos, por bailar sobre el cadáver de un mundo que ya se estaba suicidando antes de que yo acabara con él. Nos hubiéramos inventado el compás del vals con su crujido bajo nuestros pies. Pero, ¿y tú, amor? ¿Acaso te hubieras espantado ante algo tan ínfimo? El mundo nos hubiera parecido tan frágil como un copo de nieve que se derrite al rozar con el aire.

Por eso tú tampoco eres una diosa y, tal vez como castigo, como lección de humildad, nos pusieron dentro de este mundo, inmenso, incomprensible, harto inabarcable. Y nos come, nos vomita y nos vuelve a devorar. Hemos estado entre sus dientes, hemos caído por el infierno de su esófago hecho sarcófago de nuestros sueños rotos, nos hemos quemado en las llamas de sus jugos gástricos y nos ha cagado sin apenas empujar. Y nosotros, al ver su luz, habíamos creído resucitar al salir de su culo. Sólo éramos mierda, mi amor. Yo era mierda, tú eras mierda, todo era mierda.

Eras una flor de invierno, una rosa sangrando pétalos sobre la nieve, congelada, tiritando de frío, de miedo, mientras se helaban tus lágrimas en el estambre de tus iris y se derretían con el calor de tus mejillas violadas por la tristeza. Yo no sé qué era, así que, probablemente, sólo fuera un fantasma vagando por este vasto mundo cruel. Ni siquiera buscaba nada hasta que te encontré. El mundo me pareció entonces demasiado grande para no haberte hallado antes. No sé si fue casualidad, destino, karma, suerte, pero en algo tan amplio que se extiende bajo nuestros pies era estadísticamente improbable haber dado contigo.

Y te quise… Y tú me quisiste, bajo el cielo que castigaba con sus tormentas de nieve y de agua, sobre una tierra que temblaba, donde el tiempo no se detiene y el planeta sigue girando sin volverse a mirar por si alguien no le sigue el ritmo. Me quisiste en el Infierno. Me quisiste en la vida, en la agonía de los días que se mueren, en las noches acuchilladas por la luz. Me quisiste donde la gente muere, se asesina, se somete, se venga, no olvida, se pudre. Me quisiste a tiempo. Si podemos querernos en este mundo de mierda, cómo lo hubiéramos hecho en uno que fuera medianamente bien o perfecto. Ahora todo es infinito, las distancias me apuñalan, los días grises me gritan que te necesito, los soleados me recuerdan a ti, el silencio me hace echarte de menos y el mundanal ruido me grita que me aleje contigo.

Aun así, es todo más frágil desde que te conozco. El mundo, a su vez, parece algo moldeable y parece que sí, que podría levitar sobre uno de mis dedos que se entrelaza con uno de los tuyos. El mundo no pesa tanto desde que somos dos para sostenerlo y, si a alguno de los dos se le viene el cielo encima, sé que el otro estará sosteniendo el Firmamento. Y, si alguno de los dos se hunde, el otro ya estará en el Infierno desplegando sus alas. Pero no seremos dioses asesinos porque no podremos soltarlo y dejarlo caer como si fuera una simple bola de cristal. Únicamente somos mortales con la conciencia de un dios genocida que lo mataría todo por el otro. Sé que eres capaz de hacerme olvidar algo que podría aplastarme en cualquier momento.

Gracias por aguantar conmigo este mundo, mi amor, otro año más.

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