Si hay tres poetas, no españolas, que me han impresionado en los últimos tiempos esas son Gladys González, poeta chilena, Andrea Gibson, poeta norteamericana, y Carina Sedevich, poeta argentina. A Carina Sedevich le acaban de editar su nuevo poemario, este genial Escribió Dickinson. Que mantiene a lo largo de todas sus páginas un altísimo nivel poético. Con poemas realmente escalofriantes, como, por ejemplo, Antonia era mi abuela, Elegía para Bernardo o el que voy a postear hoy. Siempre he mantenido que los poemas son la mejor carta de presentación de un poeta. Así pues no me demoro más y te dejo con este pedazo de poema y también con un enlace en el que se entrevista a esta magnífica poeta:
POETAS INMENSOS DE LA VILLA
La verdad de las enaguas de mi madrees que tenía piernas
delgadas y largasy que algunas faldas
traslúcidas
por sobre sus rodillasle dejaban su colorde otoño.
*
La verdad de las manos de mi madrees que estuvieron siempresecas
y que olían siempre a cosas:
la comidala ropalos cuadernos.
*
La verdad de los huesos de mi madrees que eran densosantes
como ahora resultan sersus ojos.
*
Acaso la verdad sobre mi madreno sea otra cosa que la sombra
que sus enaguas dejaron entrever.
Carina Sedevich. Escribió Dickinson. Alción Editora, 2014.