El caso de Carl Tanzler es de los más famosos que la historia de la necrofilia ha podido reportar. Tanzler llegó a desenterrar el cadáver de la que consideraba la mujer de su vida y hacer que éste luciera mejor – pegando los huesos de su cuerpo y cambiando la carne podrida por seda – para poder mantener relaciones sexuales con ella.
¿Quién fue Carl Tanzler?
Carl Tanzler fue un radiólogo de nacionalidad alemana, casado y con dos hijas, que emigró a Estados Unidos en el año 1926.
Se cuenta que en su juventud tuvo una visión de una mujer que llegaría a ser el amor de su vida. Se trataba de una chica de rasgos exóticos y cabello oscuro. Y dicha visión fue precisamente la que le hizo enamorarse locamente de María Elena Milagro de Hoyos (conocida como Helen), una mujer cubana de 21 años de edad – 30 años menos que él – quien se convertiría en víctima de sus futuras hazañas.
Conoció a María Elena en el año 1930, cuando se encontraba trabajando en el Hospital Marina de Key West, e inmediatamente la asoció a la mujer de sus visiones. Ella acudió al hospital porque padecía tuberculosis y necesitaba someterse a un tratamiento. Y Carl Tanzler decidió ocuparse del caso, aunque su experiencia en el tema fuese mínima.
No sólo la obsequiaba con regalos y joyas, sino que también la sometió al mejor tratamiento existente y contó con la colaboración del mejor equipo médico. Por aquella época también le declaró su amor, aunque se desconoce si llegaron a mantener algún tipo de relación afectiva. Lo que sí se sabe es que ella estaba casada con un Luis Mesa.
La muerte de Helen y la macabra obsesión de Tanzler
Dada su grave enfermedad, Helen falleció el 25 de octubre de 1931. Carl decidió pagar todos los gastos del funeral, e incluso llegó a adquirir un mausoleo para ella.
Visitó la tumba todas las noches, hasta que un año después decidió abrirla y desenterrar a Helen. Más tarde, contó que el espíritu de la fallecida cantaba su canción favorita y que fue ella la que le pidió que la sacara de allí y la llevara con él. Y él, haciendo caso a sus súplicas, exhumó su cuerpo y lo llevó a su casa en un carrito de juguete.
Con el cuerpo en su casa, ideó sorprendentes formas de preservarlo de su considerable deterioro y putrefacción. Para ello, unió todos los huesos de su cuerpo con la ayuda de perchas y cables, puso vidrio en las cuencas de sus ojos, y colocó tela de seda tratada con yeso blanco donde había carne podrida. Además, le colocó una peluca con pelo que la madre de María Elena había regalado a Carl poco después de su muerte, y rellenó sus cavidades abdominales y el pecho con trapos y paños. También adornó el cuerpo con joyas y un bonito traje, y lo roció con litros de perfume para enmascarar su olor a putrefacción.
Pasó muchos días con el cuerpo fallecido de Helen en su casa, al que daba un trato exquisito, como si aún estuviese viva. También se concluyó que mantuvo relaciones sexuales con ella. En concreto, fueron los médicos que realizaron la autopsia al cuerpo de Helen, una vez se destapó todo lo sucedido, quienes indicaron que Carl había colocado un tubo en el conducto vaginal de Helen que mantenía la cavidad abierta y permitía la penetración.
El caso ve la luz y Carl Tanzler es detenido
En el año 1940, llegaron rumores a la familia de Helen acerca de que el cadáver de ésta se encontraba en la casa de Carl Tanzler. Fue la hermana de Helen, Florinda, quien se presentó allí y pudo comprobar por sí misma que los rumores eran ciertos. Inmediatamente llamó a la policía y Carl fue detenido.
Carl fue acusado de profanar una tumba y trasladar un cuerpo sin autorización. Asimismo, fue declarado mentalmente apto para el juicio. Sin embargo, la sentencia consideró que el delito había prescrito y Carl fue absuelto.
Tiempo después, escribió una autobiografía que apareció publicada en la recista “Fantastic Adventures”.
Como anécdota, se cuenta que Carl no desistió en su obsesión y terminó creando una muñeca de Helen, a la que colocó su máscara mortuoria.
¿Qué se entiende por “necrofilia”?
La necrofilia es una de las parafilias más extrañas y fascinantes que se conocen. Consiste, básicamente, en la atracción hacia la muerte y, más en concreto, en sentir deseo sexual hacia un cadáver.
Mientras que en su definición más estricta sólo se considera necrófilo a aquel que mantiene relaciones sexuales con un cadáver, en su definición más amplia cabe admitir otras actividades como la contemplación, el contacto, la mutilación o la simple evocación mental de dicho cadáver.
En este sentido, resulta curiosa la reflexión del famoso psicólogo y psicoanalista Erich Fromm acerca de la misma. Y es que éste considerada que la necrofilia no estaba relacionada con el deseo sexual, sino con el sentimiento de vacío, es decir, con “sentirse poco vivo”. Este sentimiento, según el psicoanalista, implicaba la fascinación por la violencia y la atracción hacia el lado más oscuro del ser humano. Fromm anteponía la necrofilia a la biofilia, que suponía la atracción por la naturaleza y la armonía de todas las especies. De modo que, según él, era la falta de amor en la sociedad actual la que deriva irremediablemente en este tipo de parafilias.
Existen culturas que aprueban las relaciones sexuales con un cadáver
Sorprendentemente, y por muy aberrante que pueda parecernos, hay ciertas culturas africanas que aprueban esta práctica, si bien lo hacen en casos muy concretos. Es el caso de los Kimbamba, una tribu congolesa donde se permite que el novio practique el coito con la novia si ésta muere antes de la boda o durante o la misma, con el fin de consumar el matrimonio.