Revista Literatura

Carlos Battilana, Unos días

Por Griseldagarcia
Carlos Battilana, Unos días

Carlos Battilana, Unos días


Imagen
Haces sombra, dolor. ¿Es posible

que pueda, sin mediaciones, tocarte?

Nombro con palabras precisas

a los seres queridos
pero
sin respiración.

En el lago ácido

de la memoria
una niña enferma
se ahoga
perpetuamente
en aguas brumosas y negras.
Esa imagen tenaz
me acompaña
convive
con las palabras
nuevas
que un antiguo lenguaje
me concede. Entonces
mediante un esfuerzo
físico
apelo a mi parte más religiosa
y elaboro un estado material,
como si se tratara
de una sólida
piedra que se acumula
a pesar de mí.

Aire invernal, ramas

del viento, hojas verdes y amarillas
en la
quietud
y en el movimiento
lo que acontece
es un cúmulo silencioso
de bondad, como una
espuma delgada.

En esa larga acumulación

de energía
miro mi cara en el agua,
remojo los ojos
las regiones más
crueles, y sin mayor optimismo
sin miedo

que estuve en lugares
oscuros: mesas gentes casas.
El deseo ¿qué fue de mi deseo?
Mi culpa ¿qué
fue de la culpa? ¿De qué modo
constato una ideología?
¿Es posible
la bondad?

- En el tiempo.


El pasto que hace poco me acompaña
Mi madre me pone el delantal

blanco. Nos sacan
a los dos hermanos
la foto
del comienzo de clases. Sonreímos.
Al fondo
la pared gris
es lisa,
hace de nuestra vida
un panorama lleno de color
monótono. Sin embargo
la luz del sol
el aire liviano del verano
acompañan
nuestros primeros días de marzo.
De algún modo
somos felices
estamos habilitados
para querer
a nuestro Padre.

Hoy,

mi hijo Marcos
nombra a Andrés
a Ricardo. Le pongo
el delantal, lo acaricio,
sus palabras no me reclaman
nada, y hago un esfuerzo
sobrehumano
por comprender, por devolverle
parte de mi vida.
En la comparación
siempre me vuelvo menor. Los días
pasan. ¿Qué hacer?
Acumulo poco a poco
todas las horas vividas,
no podré leer muchos más libros,
mi comunicación
resulta insuficiente, ¿qué hacer?

Con el oxígeno que queda

haré un círculo perfecto
y no alabaré
el desgaste de la materia, lo que pronto
se acaba. Furioso, impasible,
pediré
besar todas las noches a mi hijo
mirar por TV todos los partidos del Campeonato
caminar sobre el pasto verde
que hace poco
me acompaña.


Una pieza
Toco a mi mujer. Nos besamos, rastreamos en la piel el punto ignorado de la felicidad. Hallamos tramos de la infancia en la saliva, en la oscura ternura de nuestro abrazo, y el deseo se circunscribe a tomarnos de la mano como dos personas que se acarician amorosamente, que comprenden el lapso pequeño que los días les han asignado. Como una guerra perdida, miramos el sol del sur, vamos en busca de un pozo al que llamamos nuestra intimidad.

Carlos Battilana (Paso de los Libres, Corrientes, 1964). Velocidad Crucero y otros libros. Editorial Conejos. Buenos Aires. 2014.

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