Carlos de Viana nace en Peñafiel el 29 de mayo de 1421. Hijo del infante Juan de Navarra (más tarde Juan II de Aragón) y de Blanca de Navarra (futura Blanca I de Navarra).
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En 1423 se convierte en el heredero de la corona de Navarra en vida de su abuelo Carlos III el Noble, quien crea el título de príncipe de Viana para su nieto. Fue educado en el palacio real de Olite durante su infancia.
Carlos de Viana
El 15 de mayo de 1428, cuando tenía 7 años de edad, fue jurado heredero por las Cortes con el título de príncipe de Viana al morir su abuelo. En 1439 se casó con Ana o Inés de Cléve, una noble borgoñona, sobrina materna del duque Felipe de Borgoña. El matrimonio no fue bien aceptado por los navarros porque Ana pertenecía a un linaje secundario dentro de la casa de Borgoña. Hasta la muerte de su madre en 1441 la vida de Carlos transcurrió tranquila, pero después el destino se tuerce en su contra ya que el testamento que dejó su madre le perjudicó, aunque ella no tenía esa intención.
Carlos era claramente el heredero de la corona, jurado y confirmado por las Cortes y no existía duda sobre su legitimidad para ser coronado rey de Navarra, pero la recomendación escrita de su madre crea y abre el conflicto con su padre, ya que era condición indispensable para ser nombrado rey obtener el consentimiento de su padre Juan. Blanca no imaginó que esa frase iba a causar tanto daño a su hijo, pero en realidad fue que por culpa de su testamento estalló la guerra civil entre los partidarios del príncipe y los de su padre hasta la muerte de Carlos. Como es lógico, Carlos respetó la decisión de su padre y se encargó de la lugartenencia del gobierno de Navarra en lugar de ser proclamado rey.
Los años de 1441 a 1450 suponen el primer estadillo de la guerra civil por la corona de Navarra. Aunque Carlos era débil de salud y de carácter y más aficionado a letras y artes que a las armas, los partidarios del príncipe no estaban de acuerdo con la situación impuesta por su padre. Así comienzan los conflictos entre agramonteses (partidarios de Juan) y beaumonteses (seguidores de Carlos).
En 1445 Juan de Navarra se casa en segundas nupcias con Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla, lo que agrava aún más el conflicto entre los dos bandos. Para colmo, Juan II envía a su mujer Juana Enríquez a Navarra para que comparta la lugartenencia con su hijastro Carlos. En 1451 el ejército castellano de Álvaro de Luna entra en Navarra en apoyo del príncipe ya que Blanca, hermana de Carlos, estaba casada con el príncipe Enrique (futuro Enrique IV de Castilla) y Castilla estaba en conflicto con los infantes de Aragón, principalmente con Juan de Navarra, que intentaba desestabilizar el gobierno de Castilla. Carlos y sus partidarios (beaumonteses) pidieron la ayuda de Castilla para la lucha contra los agramonteses, que apoyaban a Juan I de Navarra (futuro Juan II de Aragón). En 1452 Juan gana la batalla y Carlos fue vencido y hecho prisionero. En 1453 Álvaro de Luna fue ejecutado en Valladolid. El príncipe Enrique obtiene la nulidad del matrimonio con Blanca, hermana del príncipe Carlos de Viana. El 7 de diciembre de 1453, tras la mediación de la reina María, esposa de Alfonso V de Aragón, Carlos fue puesto en libertad después de pasar por varias prisiones. Se firma una concordia con su padre en Valladolid. Una vez en libertad vuelve a luchar contra su padre, quizá presionado por sus partidarios beaumonteses.
El 3 de diciembre de 1455 Juan de Navarra firma un convenio con el conde Gastón de Foix, su yerno, desheredando a sus hijos Carlos y Blanca. En 1456 el conde de Foix, casado con Leonor (la hermana de Carlos que no había sido desheredada), interviene en Navarra con el consentimiento del rey de Francia, que apoyaba a Juan de Navarra por su relación familiar. Carlos tuvo que huir de Navarra dejando el gobierno a Juan de Beaumont. En primer lugar se dirigió a Francia, donde no recibió ningún apoyo. Después va a Roma, donde solo recibe buenas palabras del papa, pero nada concreto. Llega a Nápoles, donde por fin encuentra apoyo en su tío Alfonso V, el rey de Aragón y Nápoles. Alfonso V apoya a Carlos, su sobrino, porque no veía con buenos ojos lo que sucedía en Navarra. No estaba conforme con la decisión de su hermano Juan en cuanto que dejaba en manos del conde de Foix la herencia navarra que le correspondía a Carlos. Alfonso V de Aragón envía a Navarra a fray Luis Despuig para disponer un acuerdo entre su hermano Juan y el príncipe. El lugarteniente del príncipe, Juan de Beaumont, en ausencia de Carlos había proclamado a Carlos como rey en las Cortes de Pamplona en marzo de 1457. Alfonso V aconseja a Carlos que revoque su propia proclamación real ya que él iba a resolver la cuestión a través de un arbitraje, pero antes de producirse tal mediación Alfonso V moría en junio de 1458. Carlos de Viana, tras la muerte de su tío Alfonso V, pasa a Sicilia donde fue acogido con simpatía porque su madre Blanca había sido reina y regente de la isla. Pasó una temporada en un monasterio benedictino próximo a Mesina, dedicándose a trabajos filosóficos, literarios e históricos de su afición. Mientras tanto Juan de Navarra se convierte en rey de Aragón con el nombre de Juan II al suceder a su hermano Alfonso V y ordena a Carlos abandonar Sicilia tras observar la gran popularidad del príncipe entre los sicilianos, ya que temía que Carlos fuera proclamado rey de Sicilia con el apoyo del pueblo.
En julio de 1459 Carlos embarca en Palermo, pasa por Cerdeña y en agosto llega a Salou. El 19 de agosto sale de Tarragona para Mallorca y desde allí se comunica con su padre mediante una carta de reconciliación. En enero de 1460 llega a un pacto en la Concordia de Barcelona que significa el fin del príncipe como heredero, ya que su padre perdonaba a Carlos a cambio de que este le reconociera la plena potestad real sobre Navarra y sobre Sicilia, donde Carlos ya no podría tener residencia. Juan II de Aragón garantizaba a su hijo las rentas del principado de Viana y demás posesiones para poder vivir tranquilamente con su familia, aunque le prohibía pisar el reino de sus antepasados. El 28 de marzo de 1460 Carlos vuelve a Barcelona, donde fue recibido con entusiasmo. Durante varias noches hubo iluminaciones en la ciudad y se organizó una magnífica fiesta en el Salón de Ciento ofrecida por los consellers. Carlos buscaba la conexión con los sectores catalanes opuestos a la política de Juan II. Parecía que conseguía lo que buscaba, pero todo esto molestaba a su padre y la relación con su hijo empeora. A pesar de las instancias de sus súbditos, Carlos no fue jurado como primogénito en las Cortes de Fraga ni en las de Lérida.
Su padre no se determinaba sobre los derechos de Carlos a la sucesión al trono, sino que solo le garantizaba las rentas suficientes para vivir dignamente. Ante esta situación de incertidumbre Carlos deseaba el matrimonio con la princesa Isabel de Castilla, hermanastra de Enrique IV el Impotente, en contra de los planes de su padre, que pretendía ese enlace para su hijo Fernando. Juan II de Aragón descubre la intención de su hijo, que estaba buscando el apoyo castellano para lograr este matrimonio y derrocar a su padre. La mala suerte fue que la liga nobiliaria castellana, aliada de Juan II, encendió las luces de alarma. El suegro de Juan II, el almirante de Castilla Fadrique Enríquez, en interés de su hija Juana informa que se estaba preparando un complot para derrocar al rey y Juan II actúa rápidamente deteniendo a Carlos en Lérida en los primeros días de diciembre de 1460. Rompe el pacto de concordia ante la situación creada, cita a su hijo acusándole de tratos secretos con el rey de Castilla y lo encarcela.
Toda Cataluña, Navarra y parte de Castilla se levantan en armas en apoyo de Carlos con la intención de liberarle: una nueva guerra civil en defensa del príncipe. Juan II tuvo que liberar a Carlos. El propio pontífice también intercedió en su apoyo. Juan II trata de desactivar los focos extranavarros de apoyo al príncipe negociando con la Diputación General de las Cortes Catalanas y se firma la Concordia de Vilafranca del Penedès. También se pone de acuerdo con Enrique IV de Castilla para quitar apoyo castellano a los beaumonteses e impedir el proyecto matrimonial de Isabel con el príncipe.
Carlos es liberado tras la firma de la Concordia de Vilafranca el 21 de junio de 1461, lo que significaba el triunfo de Carlos y de la Generalidad de Cataluña. A continuación Carlos fue jurado lugarteniente general del rey en Cataluña. Todo ese tiempo estuvo acompañado por la reina Juana Enríquez y su hijo Fernando. Una vez en libertad, Carlos vuelve a intentar acabar con el poder de su padre, pide la alianza con Francia y vuelve a solicitar el matrimonio con la princesa Isabel enviando embajadores a Castilla.
Juan II de Aragón vuelve a oponerse a los intentos de su hijo impidiendo el viaje de los embajadores. Carlos, decepcionado por no ser capaz de recuperar el reino de Navarra y no poder contraer matrimonio con la princesa Isabel, decide retirarse a un monasterio, pero el abad de Poblet lo disuadió. El 23 de septiembre de 1461 Carlos muere de pleuresía según el Dietario de la Generalidad. La voz popular atribuye su muerte a envenenamiento, culpando a Juana Enríquez, su madrastra. Aunque muchos historiadores aceptan la versión, no tiene fundamento histórico según el investigador Desdevises. De todas formas, la muerte de Carlos le convierte en mártir y símbolo de la defensa de la libertad de los catalanes en contra de Juan II de Aragón. Lo cierto fue que con la muerte de su hijo Carlos se acababa la pesadilla de Juan II.
Carlos demostró mucha afición por la cultura y se relacionó con poetas y artistas de la época. Dejó escritos varios libros, siendo el principal la Crónica de los reyes de Navarra. Fue amado por su pueblo, aunque también le gustaba la vida ostentosa y de lujo y arruinó las arcas del gobierno que regentaba. Tuvo tres hijos naturales: Felipe, conde de Beaumont y maestre de Montesa, Ana de Aragón y Juan Alonso, abad de San Juan de la Peña y obispo de Huesca. Si su tío Alfonso V no hubiera muerto en ese momento y se hubiera conseguido el acuerdo con su padre por medio del arbitraje real, Carlos habría sido coronado rey de Navarra, de acuerdo con el juramento de su abuelo Carlos III el Noble y con el testamento de su madre Blanca. Juan II de Aragón, el padre de Carlos, era simplemente el rey consorte y por lo tanto Carlos detentaba el derecho de sucesión de la Corona. La suerte y las circunstancias determinaron su futuro y el destino de Carlos tuvo ese fin fatal que su madre, Blanca de Navarra, nunca imaginó.
Autor: Yutaka Suzuki para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
Yutaka Suzuki Personajes del siglo xv, Origenes del Imperio español. ISBN: 9788460690399
Parte de Portada:
De Jorab – Trabajo propio, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4971921
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