Revista Cultura y Ocio

Carlos Medrano con Santiago Castelo

Publicado el 15 julio 2015 por Malama
Carlos Medrano con Santiago CasteloUn extraordinario poema de Carlos Medrano acaba de llegarme. Mágico es este modo de leer la poesía. No sé expresarlo de otra forma; pero quiero pensar en que el gesto amable de un amigo que te tiende un libro que anda leyendo para que tú también leas una de sus páginas con un poema, y la manera con la que te ofrece un folio con sus versos, son hoy también —y tienen el mismo romanticismo y la misma vocación— lo mismo que esta expresión cibernética de darse a los amigos. Insisto, «Esos tus ojos» es un extraordinario poema que ha escrito Carlos Medrano para dedicarlo a su amigo y maestro querido José Miguel Santiago Castelo:Amanece en Mallorca. Mientras viajo,en el perfil del campo una iglesia a lo lejos se abre entre las cosechas. Los pueblos son de piedra,mansos al sol que nace.Miro entre los almendros y las videseste espacio flotante que no es lo que parece,ni una isla, ni un lugar frente al mar,ni un prodigio de tierra en que perderse bajo un sol antes griego y un designio pagano,secreto y poderoso como el aire invisible. Aquí ocurre un dolor entrevistoque otorga a quien acude el poder de encontrarse. Ya no estás, Santiago, aunque hasta aquí lleguétras leer en tus versos la devoción conscienteal caudal de colores de este pulso marinoen cuyo vuelo cabejunto al verano plenoy el golpe de la sangrelo frágil del silencio de un hombre al deshacerse o el temblor de la noche y la mirada débil:esa forma de ser y aceptar este cuerpo, su derrota sensible de vivir a diariosin renunciar a nada que al corazón asombre. Aún queda por el aire el iris de tus ojosdados a recibir la sed de lo radiante,tan callados ahora, tan sensitivos siempre,vueltos,aunque se grabende un modo transparenteen mí y este paisaje,a lo que ya se fuey el tiempo leve,a la fugacidad de estar y ya no hablarnos.Vaya manera de celebrar, Carlos, tus doscientas entradas en tu Isla de lápices. Y vaya regalo también esa voz de Silvia Pérez Cruz, que me ha servido de banda sonora para tu poema. Silvia canta con su padre. Qué delicia. Gracias.

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